Coordenadas

‘Si no estás contra Claudia, estás con ella’

Tenga la certeza de que este primer gabinete de Sheinbaum es resultado del proceso electoral y de la transición, aunque seguramente tendrá ajustes al paso de los meses.

En México, las transiciones sexenales entre gobiernos de un mismo partido se han vuelto poco frecuentes.

En los últimos 30 años, antes que ésta, sólo se habían dado dos transiciones con un mismo partido en el poder: la de 1994, de Salinas a Zedillo; y la 2006, de Fox a Calderón.

Hubo otras tres en las que se presentó alternancia. La del año 2000, de Zedillo a Fox; la de 2012, de Calderón a Peña Nieto; y la de 2018, de Peña Nieto a López Obrador.

En esta etapa, y aún en tiempos más remotos, las transiciones del mismo partido han conducido a que el primer gabinete de cada administración incluya personajes que participaron en el anterior gobierno.

Recordemos, por ejemplo, lo que sucedió en 1994. Solo por citar algunos: Jaime Serra, Guillermo Ortiz, José Ángel Gurría, Carlos Rojas, Herminio Blanco, Arturo Warman, Carlos Ruiz Sacristán, tuvieron puestos prominentes con Salinas de Gortari y repitieron con Zedillo, así fuera en otros cargos.

Con Felipe Calderón, rescató del equipo de Fox al muy sonado Genaro García Luna, Agustín Carstens, Eduardo Sojo, Josefina Vázquez Mota, Eduardo Medina Mora, por citar algunos.

Por esa razón no es nada extraordinario que algunos integrantes del gabinete de López Obrador se integren también al de Claudia Sheinbaum.

Por ahora son Marcelo Ebrard, Alicia Bárcena, Rogelio Ramírez de la O, Rosa Icela Rodríguez, Raquel Buenrostro y Ariadna Montiel. Se trata de 6 de los 16 que han sido nominados hasta ahora.

Por ese hecho no se puede concluir que López Obrador vaya a tener el control del gobierno de Sheinbaum.

Sin embargo, cuando existen creencias arraigadas, como la que dice que quien va a seguir mandando es AMLO, se buscan todos los signos que soporten esa percepción.

La formación del primer gabinete de cada gobierno, como le hemos comentado en este espacio, implica un proceso de negociación, que frecuentemente es privado y no trasciende, pero en algunas ocasiones deja ver signos de lo que sucede tras bambalinas.

El jueves pasado, la disposición original del escenario para anunciar a los nuevos integrantes del gabinete incluía cinco sillas.

Algo ocurrió que a la hora de la verdad se retiró una y se hicieron solo cuatro nombramientos.

O tal vez simplemente fue un error logístico, pues se iba a descuadrar la paridad de género en los nombramientos.

No lo sabemos. Pero, tenga la certeza de que este primer gabinete de Sheinbaum es resultado del proceso electoral y de la transición, y como en otros casos, será precisamente de transición, pues a partir de que vaya madurando el gobierno, veremos, no lo dude, cambios en la alineación.

En el propio gobierno de López Obrador vimos una gran cantidad de cambios entre 2019 y 2020.

Dejó su cargo Germán Martínez, de director general del IMSS; Carlos Urzúa renunció a la Secretaría de Hacienda; Alfonso Durazo dejó la Secretaría de Seguridad; Josefina González Blanco la de Medio Ambiente a la que llegó María Luisa Albores, que dejó la de Bienestar; Graciela Márquez la de Economía; Jiménez Espriú la de Comunicaciones y Transportes; Margarita Ríos Farjat dejó el SAT; Eugenio Nájera la dirección general de Nafin-Bancomext y Alfonso Romo, la Jefatura de la Oficina de la Presidencia, solo por citar algunos de los cambios relevantes que sucedieron entre 2019 y 2020.

Las razones fueron múltiples y diversas.

Pero estos ejemplos son suficientes para caracterizar al gabinete que se está conformando como uno de arranque de la nueva administración, que seguramente va a tener ajustes al paso de los meses.

Seguimos en un ambiente de encono entre extremos.

Buscar la explicación a las decisiones o tratar de entender cómo se presentan la formación del nuevo gobierno es algo muy complicado de explicar en este entorno.

Para algunos, la alienación descrita es la prueba contundente de que quien va a seguir mandando en el país será López Obrador y no Sheinbaum.

Esa visión, que se ve en la opinión publicada y en las redes sociales me hace pensar que los opositores aprendieron muy poco de la escandalosa derrota del 2 de junio.

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