Coordenadas

¿Cómo ven los empresarios al gobierno?

En general (desde luego que hay excepciones), los extranjeros tienden a hacer una evaluación más objetiva de las implicaciones de invertir en México, ponderando ventajas y desventajas.

¿Qué es lo que están pensando los dueños y directivos de muchas de las grandes empresas que operan en México ante la perspectiva que abre la reforma judicial y algunos de los anuncios hechos hasta ahora?

Lo primero que hay que establecer es que no hay una visión única entre el sector privado. La perspectiva es heterogénea.

Pero, aunque la perspectiva de cada empresario u organización sea diferente, se pueden identificar algunas tipologías.

Desde luego que hay los dos extremos.

Hay quienes aborrecen a la llamada Cuarta Transformación y están pensando en salir del país o, por lo menos, llevarse algunos de sus negocios lejos de aquí.

Hay que subrayar que son muy pocos los que así piensan, pero existen.

En el otro extremo están también algunos que eran fervientes partidarios de López Obrador y hoy lo son de Claudia Sheinbaum, y están convencidos de que el triunfo abrumador de Morena fue lo mejor que le pudo haber pasado a México.

También son pocos, pero hay algunos grandes, o incluso muy grandes, en este grupo.

En otros ámbitos del espectro de los empresarios, hay visiones que no son tan radicales en ninguno de los dos sentidos.

Hay un grupo que está en desacuerdo con la mayoría de las propuestas del nuevo gobierno y temen que la mayoría calificada en el Congreso genere problemas para el país, pero tienen la convicción de que hay que sobrevivir y están en la disposición de trabajar con el gobierno y buscar cómo acomodarse o sobrellevar los cambios que traerá consigo, como la reforma judicial.

Algunos de ellos están a la cabeza de diversos organismos del sector empresarial y les toca dialogar y negociar de manera muy cercana con la presidenta Sheinbaum y con diversos funcionarios públicos.

Hay otros que perciben que la reforma judicial va a hacer un gran daño al país y puede crear incertidumbre jurídica, por lo que, sin salir del país, valorarán si la expansión de sus empresas la realizan en México o más bien la trasladan a algún otro país.

Hay otros empresarios que aún no han invertido en México y que están sopesando las ventajas y desventajas que existen, pues la reforma judicial no ha eliminado muchas ventajas que el país tiene, como su ubicación geográfica o la existencia de un tratado comercial con Estados Unidos.

En general (desde luego que hay excepciones), los extranjeros tienden a hacer una evaluación más objetiva de las implicaciones de invertir en México, ponderando ventajas y desventajas.

Los empresarios mexicanos tienden a incluir en sus evaluaciones más ingredientes emocionales que tienen que ver con sus preferencias políticas y con su experiencia personal.

Puede haber muchas otras tipologías, sin duda, pero las señaladas quizás puedan resumir la actitud de los empresarios frente al nuevo gobierno.

Como le hemos comentado en este espacio, aun si no hubiera existido una reforma judicial o los ingredientes del Plan C, es probable que hubiéramos tenido un compás de espera para concretar proyectos, como ha ocurrido en otras ocasiones en transiciones sexenales.

Pero lo que debe afirmarse es que lograr un éxito económico y político en el gobierno de Sheinbaum podría ser mucho más sencillo sin la herencia que le impuso AMLO.

La presidenta hubiera tenido el tiempo de ir construyendo sus proyectos y propuestas con detalle y podría haberlas articulado sin generar tanta polémica.

Las diferencias que hay entre los empresarios probablemente no se presenten en el equipo más cercano a la presidenta de la República.

Es probable que domine la aceptación de las afirmaciones, propuestas y planes de la presidenta, y haya poco espacio para voces disidentes.

Vivimos tiempos inéditos con grandes oportunidades, pero también con retos enormes.

Es de lógica elemental entender que si hubiera ópticas diversas que entendieran de modo diferente lo que pasa en México y fueran escuchadas al más alto nivel, enriquecerían la visión que tiene la presidenta de la República.

Ojalá que la comunidad empresarial pueda asegurarse que, al menos de ellos, el gobierno va a escuchar ideas, perspectivas y críticas que incluso digan cosas que al gobierno no le gusta oír.

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