Coordenadas

¿Cincuenta años con Morena?

A diferencia de lo que lo que ocurrió en los tiempos del PRI, cuando ese partido duró poco más de medio siglo en el poder, en estos tiempos el péndulo se mueve con mayor rapidez.

Ocurrió en la Cámara de Senadores. En un debate entre el líder de los legisladores de Morena, Adán Augusto López y el presidente del PAN, Marko Cortés.

El exgobernador de Tabasco se refirió a que la oposición tardaría al menos cincuenta años en obtener las mayorías calificadas para poder cambiar la Constitución y revertir las reformas que ha realizado Morena.

Es muy usual entre los partidos que están en el poder, máxime con las mayorías abrumadoras que ha obtenido Morena, creer que esa circunstancia va a durar décadas.

Solo pueden lograrlo cuando se deshacen de todo lo que implica la democracia, como son las elecciones libres y los organismos independientes del Estado.

Por eso, personajes tan disímbolos como Vladimir Putin, Fidel y Raúl Castro, Daniel Ortega o Nicolás Maduro, logran permanecer muchos años en el gobierno.

Cuando estos personajes y sus aliados no logran eliminar las bases de la democracia, acaban saliendo del poder antes de lo que ellos creen.

Al escuchar a Adán Augusto López, vino a mi memoria aquella expresión que usó José Ángel Gurría en el año 1994, cuando felicitó a Ernesto Zedillo por su designación como candidato presidencial, al referirse a que la corriente que representaba duraría largo tiempo en el gobierno.

El PRI perdió el poder apenas seis años después.

La perspectiva de que se va a durar una eternidad con el control del gobierno produce soberbia. Y con ella, usualmente se causa una miopía que impide ver la realidad.

Sin la información correcta, quienes se encuentran en el gobierno tienden a tomar decisiones equivocadas que acaban por costarles el poder mismo.

En buena medida, en México y en otros países, los llamados neoliberales que imaginaron que imaginaron que estábamos ya en ‘el fin de la historia’ con la caída del bloque soviético pecaron de soberbia y permitieron que en muchos lugares del mundo surgieran movimientos antisistema que en varios lugares terminaron tomando el poder.

Si la apertura comercial, la liberalización, las privatizaciones y la desregulación en México se hubieran realizado asegurando que trajeran consigo una mejoría del nivel de vida de los estratos pobres de la población, así como una distribución del ingreso más equitativa, probablemente Morena no hubiera llegado al poder.

La historia fue otra.

Pero, como en la vida, también en los países hay ciclos y estos son inexorables.

A diferencia de lo que lo que ocurrió en los tiempos del PRI, cuando ese partido duró poco más de medio siglo en el poder, en estos tiempos el péndulo se mueve con mayor rapidez.

A Morena lo pueden debilitar una multitud de factores. Solo enumero algunos de ellos: una crisis económica y financiera que haga inviables los programas sociales; las divisiones internas que se van a producir luego de que el caudillo dejó la presidencia; los conflictos que eventualmente van a detonar en la relación con Estados Unidos; la pérdida de credibilidad de la narrativa instalada por AMLO; el desastre jurídico que puede producirse con la reforma judicial; el surgimiento de una oposición robusta que ofrezca opciones a la población, y súmele otros que quizás ahora ni imaginamos.

Los 50 años que se imaginan manteniendo la mayoría que asegure que la Constitución quede como hasta ahora pueden abreviarse mucho.

Así como segmentos muy amplios de la clase política mexicana saltaron de sus respectivos barcos al ver que ya se estaban hundiendo y se fueron a la única institución que les aseguraba la llegada al poder, Morena, a este partido le puede pasar lo mismo cuando empiece a dar signos de resquebrajamiento.

Estamos aún lejos de que eso suceda, claro.

Los morenistas tienen la esperanza de durar en el gobierno lo suficiente para colmar sus ambiciones.

Algunos medrarán, sin duda.

Pero aquellos que crean que van a durar décadas, se van a llevar un fiasco antes de lo que creen, y entonces, las reformas que hoy han instaurado, de modo sorpresivo, se les a volver en contra.

COLUMNAS ANTERIORES

Un día, hace 30 años
Una desaceleración muy desigual

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.