Coordenadas

Los inesperados acuerdos con Trump

Hay canales por fuera de los vehículos oficiales que le han dado al presidente de EU confianza respecto a México.

Sorprendió a muchos.

Los inversionistas no se lo esperaban. Pero resulta que ayer Trump dijo: “Con México, estamos acordando con México, creo que vamos muy bien”.

Esta opinión, después de que apenas el lunes había insistido en la posibilidad de imponer un arancel de 25 por ciento a los productos importados desde nuestro país, fue una agradable sorpresa, tanto que el dólar bajó en algún momento hasta 20.27 pesos.

Fue más sorpresiva la afirmación por el tono general de la participación de Trump en Davos, al insistir en imponer aranceles.

¿Qué fue lo que pasó apenas en un par de días?

Obviamente, hubo señales y mensajes relacionados con las acciones de México respecto al control de la migración, al combate al crimen organizado y al control de las importaciones provenientes de China.

Hay canales por fuera de los vehículos oficiales que le han dado a Trump confianza respecto a México.

Claro que, siendo tan explosivo el personaje, las cosas pueden cambiar en cualquier momento.

Pero, por lo pronto, las señales se han emitido con independencia de la diplomacia formal.

El mensaje hacia México contrasta aún más con su dicho de ayer.

A través de una videoconferencia, les planteó a los empresarios de todo el mundo el dilema: instálense en Estados Unidos y disfrutarán de impuestos bajos y abundante energía. Si quieren venderle a Estados Unidos, pero operar fuera del país, entonces tendrán que pagar aranceles.

Desde hace algunos meses, he escuchado a diversos expertos decir que Trump va a utilizar la amenaza de los aranceles solo como un arma para presionar a México, Canadá o China para obtener otros objetivos.

En el caso de nuestro país, para empujar a que el gobierno frene la migración ilegal a Estados Unidos y combata eficazmente el trasiego de fentanilo y sus precursores, golpeando a los cárteles del crimen organizado.

Es probable que sea así y que los mensajes referidos informen de las políticas que ya existen para frenar la migración y el tráfico de fentanilo.

Sin embargo, cuidado. La amenaza de la aplicación de aranceles también refleja una visión del mundo de Trump y sus cercanos.

Creen ellos que los déficits comerciales que tiene EU en realidad son subsidios a terceros.

Imponer aranceles implicaría, en su visión, reducir dichos desbalances, pues su lógica dice que las importaciones gravadas se sustituirían de manera creciente con producción en EU.

De hecho, en el ánimo de quedar bien con Trump, Amazon decidió hace un par de días cerrar sus centros de distribución en Quebec, Canadá, despidiendo a casi 2 mil personas.

La empresa negó que haya sido a causa de las directivas de Trump. Evidentemente, no lo iba a admitir.

Stellantis confirmó también la reapertura de una planta que había cerrado en el estado de Illinois. La planta se ubica en Belvidere, a 112 kilómetros al noroeste de Chicago, y dará empleo a cerca de mil 500 trabajadores tras su reapertura en 2027.

Vamos a leer ese tipo de noticias con frecuencia en los próximos meses. Los grandes capitanes de la industria se van a cuadrar con Trump.

He escuchado en los últimos días el argumento que señala que será muy difícil que Trump ponga aranceles a México, ya que serían las propias empresas norteamericanas las que pagarían el costo de éstos.

Muchas empresas norteamericanas exportan desde México productos e insumos a plantas del mismo grupo en Estados Unidos, por lo que tendrían que pagar ellas mismas el arancel impuesto.

Me parece que ese hecho no sería obstáculo para que Trump siguiera con su idea, pues el objetivo es que haya otras compañías que tomen decisiones como las de Amazon o Stellantis y concluyan que les conviene más operar desde Estados Unidos.

Desde el punto de vista de la racionalidad económica, a Trump le convendría dar un trato diferente a sus socios del T-MEC y, en contraste, imponer aranceles a los productos importados desde China o incluso otras regiones.

Sin embargo, el presidente de EU no ha tomado decisiones sobre la base de la racionalidad económica.

En su entorno no hay creyentes en el libre comercio.

Incluso, el futuro secretario del Tesoro, Scott Bessent, que pareciera de los funcionarios más sensatos, se ha declarado partidario del uso de aranceles para corregir desequilibrios comerciales e incrementar los ingresos fiscales.

Muy pocos saben cómo ha sido, pero pareciera que está fluyendo la comunicación entre EU y México por canales inesperados.

Por lo pronto, pareciera que el gobierno mexicano ha logrado llegar al oído del presidente de EU.

Ojalá que ese acceso se mantenga.

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