Coordenadas

¿Cuánto crecerá México en 2025?

Entre Donald Trump y los propios retos internos, México deberá jugar sus fichas con cuidado para evitar que el ‘efecto dominó’ del presidente de EU termine por derribarnos.

La semana pasada, el INEGI dio a conocer el Indicador Oportuno de la Actividad Económica en el mes de diciembre, el cual creció a una tasa anual de 1.1 por ciento.

También se revelaron los datos del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), correspondiente a noviembre, el cual tuvo un alza de 0.9 por ciento a tasa anual.

Previamente, ya conocíamos que el IGAE del mes de octubre había caído en -0.3 por ciento.

De este modo, podemos estimar que la economía creció en el último trimestre del año a una tasa de 0.6 por ciento anual.

Tenemos también los datos del crecimiento del PIB de los primeros trimestres del año, los cuales fueron de 1.7, 1.2 y 1.6 por ciento, respectivamente.

De este modo, podemos calcular que la tasa de crecimiento anual media de la economía en 2024 fue de 1.3 por ciento a 1.4 por ciento.

La cifra resulta ligeramente por abajo del estimado de 1.5 por ciento de la encuesta que realiza quincenalmente Citi entre expertos economistas.

Esa misma encuesta señala una previsión para 2025 de 1.0 por ciento de crecimiento.

¿Qué esperar en 2025?

La previsión de crecimiento para este año no debería sorprendernos. La dependencia de nuestras exportaciones a Estados Unidos en un entorno incierto y la tímida recuperación del consumo interno parecen alinearse para frenar cualquier impulso significativo.

El presidente Trump, como un jugador que nunca abandona la mesa de dominó, parece dispuesto a derribar todas las fichas nuevamente. Su regreso al poder con su retórica proteccionista y su estilo impredecible agrega una capa más de incertidumbre al ya frágil panorama mexicano.

Si algo aprendimos en su primera administración, es que las políticas de Trump no se limitan a su país.

Muchas empresas navegarán este año con sus proyectos en pausa.

Un directivo de una empresa exportadora me decía hace pocos días, que no podrá poner en marcha sus inversiones hasta que haya un margen razonable de certeza respecto a la relación que prevalecerá con EU.

La retórica antinmigrante, probablemente se reflejará en mayores controles para las remesas, una de las principales fuentes de ingreso para muchas familias mexicanas, lo que podría pegarle también al consumo.

Mientras Trump juega a ser el protagonista de su propio reality show, las empresas en México tendrán que ajustar su estrategia económica para capear el temporal.

La incertidumbre doméstica

Como si el panorama internacional no fuera suficiente, a nivel nacional nos enfrentamos a otro gran reto: la elección judicial de junio. En un contexto de polarización política, los resultados de esta elección podrían influir también en la confianza de los inversionistas.

No es exagerado decir que la estabilidad económica depende, en gran parte, de la certidumbre jurídica. Una señal de retroceso en el Estado de derecho por tener un Poder Judicial sujeto a la 4T podría ahuyentar inversiones extranjeras y nacionales, y golpear a sectores clave como la manufactura.

¿Hay espacio para el optimismo?

Aunque el panorama parece sombrío, hay algunos puntos de luz en el horizonte.

El nearshoring sigue siendo una oportunidad real para atraer inversiones a sectores estratégicos como tecnología y logística. La cercanía de México con Estados Unidos y su red de tratados comerciales podrían convertirse en ventajas competitivas si se sabe aprovecharlas, con todo y Trump.

Por otro lado, el crecimiento de la economía digital y el despegue de las fintech también abre nuevas oportunidades para diversificar nuestra economía y fortalecer el mercado interno. Eso sí, estas perspectivas solo serán realidad si existe un marco regulatorio claro y estable.

En resumen, 2025 será un año de ajustes, retos y decisiones clave.

Entre el ‘efecto Trump’ y nuestras propias dinámicas internas, México deberá jugar sus fichas con cuidado para evitar que el ‘efecto dominó’ de Trump termine por derribarnos.

Mientras tanto, más vale que ajustemos nuestros cinturones, porque el camino se vislumbra lleno de curvas.

Así que, mientras esperamos que Trump decida si sigue jugando o deja la mesa, en México tendríamos que concentrarnos en lo que está a nuestro alcance: generar condiciones internas que produzcan certidumbre para la inversión.

La nota positiva es que los factores que hacen atractivo a México en un horizonte de largo plazo, como su demografía, el tamaño de su economía, la cercanía a EU, entre otros factores, no se han movido ni lo van a hacer.

Dicen que el que ríe al último ríe mejor. ¿Será nuestro caso?

COLUMNAS ANTERIORES

Te lo digo Petro… para que lo entiendas ¿Claudia?
Trump y el ‘efecto dominó’: de la Casa Blanca a la nuestra

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.