El apoyo a Pemex por parte del Gobierno Federal en este sexenio ha sido el más grande en la historia. Las medidas aplicadas que se componen principalmente de aportaciones de capital y reducciones de la carga fiscal suman más de 800 mil millones de pesos en los últimos cuatro años. El soporte financiero ha sido contundente, sobre todo a la llegada del secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O, en donde el apoyo monetario creció sustancialmente.
Sin embargo, si se analizan los estados financieros, la debilidad de Pemex sigue siendo alarmante, lo que no es culpa exclusiva de esta administración, sino de la forma en que se manejaron las finanzas de la empresa durante décadas, en donde se le ordeñó y estranguló de manera exagerada. Al cierre de septiembre del 2022 el equivalente al capital contable de la empresa es negativo y vale -2.2 billones de pesos. Sus pasivos totales suman 3.9 billones, divididos en los siguientes componentes: la deuda financiera suma 2.1 billones de pesos, el pasivo laboral (déficit de pensiones) asciende a 1.1 billones de pesos, deuda a proveedores acumula 262 mil millones de pesos, y otros rubros por alrededor de 440 mil millones. Estas cifras reflejan mejoría en relación a las de hace unos años. La deuda externa de Pemex es de 105 mil millones de dólares, lo que representa un desendeudamiento de 8 mil millones de dólares en los últimos cuatro años.
Para este 2023 el programa financiero de Pemex y el Presupuesto de Egresos de la Federación aprobados, no contemplan aportaciones de capital por parte del Gobierno Federal, ni reducciones adicionales a la carga tributaria. Sin embargo, se tienen vencimientos por un total de 16.4 mil millones de dólares para lo que resta del sexenio. Para este primer trimestre los vencimientos suman alrededor de 5 mil millones de dólares, y Pemex ha expresado públicamente que están solicitando a la SHCP alguna ayuda.
A pesar del enorme esfuerzo de reestructura de pasivos y los apoyos financieros, concretados el año pasado, el problema es que si Pemex lograra por ella misma renovar todos estos vencimientos, lo tendría que concretar a una tasa de alrededor del 10 por ciento en términos de dólares. Una tasa de interés de casi el doble que la que puede obtener el Gobierno Federal con sus emisiones internacionales. En el 2021 Gabriel Yorio subsecretario de Hacienda y el Dr. José de Luna concretaron una emisión a 15 años por mil 500 millones de euros a una tasa del 1.5 por ciento anual. Hace unas semanas, Hacienda colocó en dólares a 12 años a una tasa del 6.35 por ciento anual.
Por otra parte, estamos llegando a las tasas de interés más altas en los mercados internacionales como resultado de la desarticulación tardía de las políticas monetarias extremas implementadas durante la pandemia por los bancos centrales desarrollados. Así que en este sentido es justificable la intervención de Hacienda, para poder minimizar el costo financiero de la empresa.
Pero están también los otros rubros del pasivo, a los que no se les pone mucha atención, que son el pasivo laboral y el de las cuentas por pagar a los proveedores de Pemex. En cuanto al primero, debería aprovecharse los cambios en los líderes sindicales para volver a buscar una reestructura volver a comprometer apoyos fiscales contra metas.
Los retrasos a los pagos a proveedores de Pemex son mucho más elevados de los registrados en la contabilidad, que son los contrarrecibos aceptados por la empresa. Hay quien estima que el monto efectivo puede ser del doble de lo que dicen los estados financieros. Quizás una cifra realista es de alrededor de 20 mil millones de dólares de cuentas por pagar a proveedores.
El servicio de la deuda de los bonos de Pemex se paga puntualmente, pero lo que se le debe a los proveedores puede llegar a tener retrasos de entre seis a nueve meses. Esto encarece los costos de operación de la empresa. Los contratistas determinan sus precios de venta incorporando un costo de financiamiento de la cuenta por cobrar. Recuerdo la plática que sostuve con un amigo que provee de plataformas marinas a Pemex contándome su preocupación de que le acababan de asignar otro contrato, y su problema era quién estaría dispuesto a financiarlo si saben que Pemex no paga.
En una conversación informal en una comida reciente, con varios expertos de la industria petrolera, se concluyó que el esfuerzo de la Secretaría de Hacienda hacia las finanzas de Pemex debería de ser más direccionado ahora con este último renglón del pago a proveedores, ya que este retraso tiene además un efecto multiplicador en el resto de la economía. Se sabe de muchos proveedores que han volteado a ver a Petrobras u a otras petroleras internacionales para ofrecerles sus servicios, e inclusive ya han desplazado sus activos, en donde son requeridos, para no tener que depender de una empresa que nunca sabes cuándo te va a pagar. Bien haría Hacienda en poner algo de su parte para que la actividad económica no decaiga tanto ante esta fase de recesión que se avecina.
El autor es presidente de Bursamétrica.