Perspectiva Bursamétrica

De Credit Suisse, Deutsche Bank y los bonos Coco... ¿Qué sigue?

El detonador de la embestida en la Zona Euro fue un anuncio que buscaba mostrar la fortaleza de Deutsche Bank, pero que el mercado lo interpretó totalmente al revés.

Este viernes el tsunami financiero reapareció en la Zona Euro, embistiendo a varios bancos, en particular al Deutsche Bank. A media jornada las acciones del Deutsche caían 15 por ciento y el costo de sus Credit Default Swaps (CDS) se disparaba al máximo en cuatro años. El fin de semana antepasado la víctima fue la banca suiza, en donde tuvo que anunciarse un acuerdo forzado de fusión entre los dos bancos suizos más grandes, en el que también participaron el Banco Central y el gobierno suizo, evitando así que la desconfianza que provocó la quiebra del Silicon Valley Bank en Estados Unidos, se agravara en la banca suiza.

El detonador de la debacle de Credit Suisse fueron las declaraciones del presidente del Saudi National Bank Ammar Al Khudairy quien externó la imposibilidad regulatoria de inyectar más capital a la institución para no rebasar el 9.9 por ciento del control que ya tenían. Los accionistas de Credit Suisse obtuvieron acciones de UBS por un monto de 3 mil millones de francos, equivalentes a 3 mil 250 millones de dólares. La empresa estaba valorada en unos 7 mil 400 millones de francos suizos (SF) al cierre del viernes previo. Hace un año se valoraba en unos SF 20 mil millones y en más de SF 100 mil millones en su nivel máximo antes de la crisis hipotecaria de 2008.

Como parte del rescate, el regulador suizo Finma determinó que alrededor de SF 16 mil millones de francos de bonos AT1 (Tier 1) o bonos Coco (Convertibles Contingentes) emitidos por Credit Suisse perdieran todo su valor para garantizar que los inversores privados asumieran también parte de los costos. Los bonos AT1 se introdujeron en la Zona Euro después de la crisis hipotecaria para servir como amortiguadores cuando los bancos comienzan a quebrar. Están diseñados para imponer pérdidas permanentes a los tenedores de bonos o convertirse en acciones si los índices de capital de un banco caen por debajo de un nivel predeterminado, apuntalando efectivamente su balance y permitiéndole permanecer en el negocio.

Esta decisión de valorarlos en cero ha sido muy controvertida, dado que en el orden de prelación de siempre, ante una quiebra, los tenedores de los bonos tienen derecho a cobrar antes que los accionistas, pero con las letras chiquitas de su acta de emisión, la autoridad puede decretar su desvalorización, tal como así ocurrió. Los bancos europeos en general han reforzado su capitalización en la última década mediante este tipo de bonos. Los bancos españoles, por ejemplo, tienen en circulación bonos AT1 por cerca de 22 mil millones de euros.

Para concretar la operación, y detener una corrida financiera generalizada, a ambos bancos se les dio el acceso sin restricciones a las facilidades de liquidez del Banco Nacional Suizo. Además, el gobierno suizo se comprometió a asumir pérdidas hasta por SF 9 mil millones de francos, si éstas se tuvieran que tomar, después de que UBS asuma pérdidas potenciales hasta por SF 5 mil millones. Si las pérdidas exceden SF 14 mil millones la diferencia tendrá que ser absorbido por UBS.

Hay que señalar que la problemática de Credit Suisse es totalmente distinta a la del banco norteamericano SVB, y a las del Deutsche. Credit Suisse ha mostrado pérdidas por diferentes circunstancias desde 1990, principalmente en el área de banca de inversión. SVB presentó una minusvalía en bonos del Tesoro a tasa fija equivalente al 100 por ciento de su capital, ante el incremento abrupto de las tasas de interés por parte de la Fed y la falta de coberturas ante ese riesgo.

El detonador de la embestida del viernes pasado en la Zona Euro, fue un anuncio que buscaba mostrar la fortaleza del Deutsche, pero que el mercado lo interpretó totalmente al revés. El Deutsche salió a amortizar anticipadamente unos bonos AT2 con vencimiento en 2028, por mil 500 millones de euros, lo que requirió de la aprobación del regulador europeo. Se trata de instrumentos de capital (Tier 2) que están diseñados para reforzar la solvencia del banco, y que pueden consistir en deuda híbrida (Convertible en Acciones), bonos subordinados, o provenir de provisiones o reservas vinculadas a la revalorización de un activo de la entidad, según Basilea (BIS).

El banco alemán que dirige Christian Sewing se ha vuelto un claro objetivo especulativo, en medio de las crecientes dudas sobre su cartera de deuda y el perfil accionarial del grupo. Su índice de capitalización se ubica en 13.4 por ciento por arriba del límite regulatorio, y presentó utilidades por 5 mil millones de euros en 2022. Hasta ahora no se ve que el Deutsche tenga que quebrar. Si bien no estamos en una crisis global sistémica, los embates a las instituciones financieras en el mundo pueden continuar.

El autor es presidente de Bursamétrica.

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