La economía mexicana pudo haber crecido entre el 3.1 al 3.5 por ciento anual en el tercer trimestre. Esta es la conclusión de lo que arrojan nuestros indicadores oportunos para los meses de agosto y septiembre.
En julio, el INEGI reportó un crecimiento del IGAE del 3.5 por ciento anual. Para agosto, INEGI estima con base en su Indicador Oportuno de la Actividad Económica un crecimiento del 3.4 por ciento anual, mientras que con nuestro indicador IBAM estimamos un incremento del 1.8 por ciento anual.
La desaceleración que cuantificamos se debe a malas cifras en la industria automotriz y en el comercio de agosto. En ese mes la producción de automóviles ligeros aumentó solo en 2.8 por ciento anual, mientras que en meses previos estaba creciendo a tasas de hasta el 20 por ciento anual. Las ventas de las cadenas comerciales afiliadas a la ANTAD sufrieron una contracción del 1.4 por ciento real anual. Estas dos variables influyen para que en Bursamétrica estemos estimando un menor crecimiento.
Para septiembre, Bursamétrica estima con el Indicador IBAM un crecimiento del 3.5 por ciento anual, lo que implica una reanimación de la actividad productiva respecto al mes previo. Esta semana conoceremos el Indicador Oportuno de la Actividad Económica del INEGI para agosto y septiembre.
Los factores que favorecieron al IBAM de septiembre fueron:
1. El ISM de la manufactura norteamericana que subió a 49 unidades desde los 47.6 unidades de agosto. Acumula 11 meses debajo de 50 puntos, lo que significa contracción.
2. La producción automotriz creció 23.99 por ciento vs. 2.80 por ciento de agosto. Las exportaciones también mejoraron ligeramente creciendo 15.99 por ciento vs. 15.74 por ciento del mes previo.
3. Las ventas domésticas de automóviles aumentaron 37.5 por ciento anual vs. 25.0 por ciento de agosto.
4. Las ventas de las cadenas comerciales afiliadas a la ANTAD aumentaron 0.34 por ciento en términos reales vs. una contracción del 1.38 por ciento de agosto.
5. En el Índice Mexicano de Confianza Económica la percepción sobre la situación actual subió de 68.13 a 71.03 puntos.
6. El precio de la mezcla mexicana de exportación de petróleo aumentó 7.7 por ciento mientras que en agosto bajó 4.1 por ciento anual.
En cambio, los factores que afectaron al indicador fueron:
1. Los indicadores IMEF de manufactura y de servicios bajaron a 51.5 unidades mientras que en agosto estaban en 52.3 y 52.1 unidades, respectivamente.
2. La percepción a futuro del Índice de Confianza Económica bajó a 77.73 puntos respecto a 80.54 unidades de agosto.
3. Los empleos en el IMSS se desaceleraron aumentando en 3.38 por ciento anual respecto a 3.58 por ciento de agosto.
4. El Índice de la Bolsa Mexicana de Valores aumentó en 11.29 por ciento anual vs. 12.42 por ciento anual de agosto.
Todo esto nos está reflejando lo que ya hemos comentado en otras ocasiones en este espacio: en México y en Estados Unidos tenemos, otra vez, un nuevo impulso en la actividad económica, a pesar de las políticas monetarias restrictivas. Y esto se debe a las políticas fiscales sumamente expansivas (electoreras) que se están aplicando en ambos países.
Como todo en la vida esto tiene un aspecto positivo, que es el mayor crecimiento, y aunque es artificial, implica mayores empleos y mejor desempeño de los negocios en el corto plazo. El lado negativo son las presiones inflacionarias que estaremos observando en ambas economías, y en el caso de Estados Unidos se tendrá que seguir reforzando la política monetaria restrictiva con mayores tasas de interés. Estas mayores tasas van a hacer aparecer nuevos afectados entre instituciones financieras, fondos de inversión y empresas.
En el caso de México, el mayor déficit fiscal implica mayores déficits fiscales, y mayor endeudamiento público, lo que traerá presiones sobre la calificación de la deuda soberana y la necesidad de un ajuste fiscal de largo alcance en los siguientes años. También hay que mencionar que pese a toda la adversidad, estamos teniendo un buen momento en el gasto de inversión, tanto la pública, como la privada. El T-MEC, y el nearshoring nos están poniendo en una situación privilegiada que ojalá la sepamos aprovechar en lugar de volverla a desperdiciar, como lo hemos hecho en varias ocasiones.
Por ejemplo, la Secretaría de Hacienda ha emitido recientemente dos decretos con incentivos fiscales para las inversiones privadas en el istmo de Tehuantepec y para el nearshoring, limitados a ciertos sectores seleccionados. Sería muy oportuno que en lugar de en decretos, estos incentivos quedaran plasmados en las leyes fiscales. Estamos totalmente a tiempo de incorporar estos incentivos a las leyes, para que la percepción de los inversionistas no sea de una gran incertidumbre sobre la permanencia de los mismos, dado que con un decreto se borró el aeropuerto de Texcoco, y con otro las Zonas Económicas Especiales.
El autor es presidente de Bursamétrica.