La mayoría de los críticos del Plan de Reconstrucción de Acapulco (PGRAPAACB) coincidimos en que el programa anunciado se ha quedado totalmente corto en los recursos efectivos que el gobierno federal piensa aplicar a la recuperación y la atención social para la población afectada por este impresionante desastre natural, el huracán Otis. El monto cuantificado por el gobierno, por 61 mil millones de pesos, es irreal, pueden no ser más de 40 mil millones efectivos, y está muy por debajo de los daños estimados en 16 mil millones de dólares por la agencia Fitch. (288 mil millones de pesos aproximadamente).
Se hace evidente aquí del enorme error de haber cancelado el Fonden, que tenía sus recursos, y sus reglas de operación muy claras, por una partida presupuestal de 17 mil millones de pesos, que no alcanza para nada, y que hace que este escaso recurso se centralice políticamente.
Es lógico entender que al estilo de la 4T, el programa está enfocando sus baterías a ayudar a la población más necesitada, en donde hay más votos. Pero se deja de lado, como sucedió en la pandemia, a las Pymes y a las grandes empresas, que son la fuente de empleo de la gran mayoría de la población. Con una dotación de 25 mil pesos, no alcanza ni para limpiar los escombros de un local. Las prórrogas y condonaciones fiscales son inexistentes, prácticamente una vacilada, ya que no hay actividad económica.
También habrá que entender que las finanzas gubernamentales sufren una presión inmensa. Solo hay que ver lo que se está aprobando como déficit fiscal para el 2024, y eso sin meterse a revisar cómo están las finanzas de Pemex y CFE en sus vencimientos de deuda tanto financieras como en sus pagos atrasados a proveedores y contratistas.
Pero este programa oficial puede ser complementado por otros programas. México cuenta con recursos para financiar su desarrollo, pero desafortunadamente hay una serie de factores que inciden en que nos empeñemos en mantener un país pobre, con enorme inequidad y con un sistema financiero subdesarrollado. La inversión extranjera directa que recibimos por unos 30 mil millones de dólares anuales es muy inferior a la que logra Brasil por más de 85 mil millones anuales, sin T-MEC y lejos de Estados Unidos, Europa y China.
Al ver el programa uno se pregunta, ¿en dónde quedó la banca de desarrollo? Solo hay un renglón 14 que menciona que Nacional Financiera dará créditos a las Pymes sin intereses. No se menciona ni siquiera el monto. ¿En dónde están Banobras, Fonatur, la Financiera del campo que desapareció, o el FIRA y el Focir, el Infonacot?
La banca de desarrollo en su conjunto cuenta, al pasado mes de agosto, con un capital neto de 242 mil millones de pesos, y de acuerdo a la información de la CNBV tiene un sobrante de capital por 164 mil millones de pesos. Esto sobrante significa que contra los activos con riesgo, que son los créditos, principalmente, se tiene un capital en exceso al mínimo permitido como índice de capitalización en la regulación. La banca comercial privada cuenta al mismo mes de agosto pasado, con un capital neto por 1.4 billones y un capital sobrante por 852 mil millones de pesos.
Si sumamos los capitales sobrantes de la banca de desarrollo, más el de los bancos comerciales, se tiene una suma de un poco más de un billón de pesos de capacidad de capital en el sistema bancario. Hay que considerar que la banca funciona no solo con su capital, sino que actúa con base en un apalancamiento sobre su capital, mediante la captación de recursos prestables. Con lo hasta aquí expuesto pudiéramos concluir que el sistema bancario tiene una capacidad de financiamiento adicional por un mínimo de unos 6 billones de pesos. No nada más para la reconstrucción de Acapulco, sino para toda la economía.
El Sistema de Ahorro para el Retiro, que es uno de los sectores de la inversión institucional, más importantes, cuenta con activos por cerca de 5.7 billones de pesos en las Afores, equivalentes al 19 por ciento del PIB. Mostrando las cantidades vigentes disponibles, se podría plantear un mecanismo en el que sin intermediación directa de la banca de desarrollo, se garanticen financiamientos a largo plazo para los restaurantes, los centros de entretenimiento, los hoteles y para el transporte. Banobras y el Fonatur podrían de acuerdo a su mandato de ley dar los financiamientos a los municipios y al Gobierno del Estado para la Infraestructura de la ciudad.
Acapulco fue el centro turístico más importante del mundo en los cincuenta y sesenta; tiene el potencial de competir con Cancún, Puerto Vallarte y Los Cabos en el mercado turístico nacional e internacional. Otis representa la oportunidad de relanzarla. Tampoco sirve darle todo el financiamiento que se requiera, si no se asegura de no volver a la misma situación de inseguridad y caos.
El autor es presidente de Bursamétrica