La inflación se ha convertido en una preocupación importante en el entorno macroeconómico de 2021. El reto para Banco de México es evitar que el repunte en la inflación se convierta en un problema de largo plazo al afectar las expectativas y el proceso de formación de precios. El Banco Central ha aumentado su tasa de referencia en dos ocasiones este año como respuesta al aumento en la inflación. Esto es adecuado, pero también debiera preocuparse por tener una mejor comunicación.
Banco de México, como muchos otros bancos centrales en el mundo, ha adoptado una política monetaria basada en objetivos de inflación (inflation targeting). Bajo este esquema, el objetivo de inflación del Banco Central sirve para anclar las expectativas de los agentes económicos. Para que este sistema funcione es indispensable una política de comunicación clara y transparente y la formación de una reputación de credibilidad del Banco Central.
Una parte muy importante de la comunicación de la autoridad monetaria es la publicación de sus pronósticos de inflación. En este sentido, Banco de México ha tenido un mal desempeño este año. Esta institución pronosticaba, en su informe trimestral del último trimestre de 2020, una inflación de 3.6 por ciento para el último trimestre de este año. En este documento se establece un intervalo de confianza alrededor de la proyección central de la inflación de 90 por ciento con un límite superior de 4.8 por ciento. Tres meses después, en la actualización del mismo informe para el primer trimestre del año, su pronóstico central era de 4.8 por ciento. Esto es, su máximo se convirtió en el nuevo pronóstico central. Lo mismo sucedió dos meses después, en su anuncio de política monetaria del 12 de agosto, cuando su pronóstico central fue de 5.7 por ciento.
El problema es que los pronósticos de inflación del Banco de México deberían servir de guía para que los agentes económicos sepan qué esperar. Esto difícilmente servirá si lo que se establece como altamente improbable en un comunicado se convierte en el pronóstico central al siguiente. Es importante mencionar, a favor de Banco de México, que el aumento en la inflación también sorprendió a la mayoría de los especialistas en economía del sector privado encuestados por el mismo Banco Central. Estos apenas lograron hacerlo un poco mejor, ya que en las mismas fechas pronosticaron una inflación de 3.9 por ciento (encuesta de febrero), 5.0 por ciento (mayo) y 6.0 por ciento (julio).
De cualquier forma, ojalá que la autoridad monetaria haya cuidado mucho su siguiente pronóstico de inflación para que no sea muy optimista. Creo que debería mostrar que la inflación puede cerrar el año por arriba del 6 por ciento. Estos pronósticos se publicarán en el nuevo informe de inflación el 31 de agosto.
Más allá de los pronósticos, toda la política de comunicación es importante y el banco central lo tiene claro, por lo que el 5 de agosto anunció medidas adicionales de comunicación de su política monetaria. Estas medidas son adecuadas y oportunas. Sin embargo, serviría tener más claridad con respecto a lo que se puede esperar en el futuro; hoy es necesario estar adivinando qué harán las autoridades en los meses siguientes. Ayudaría, por ejemplo, que se comunicara qué se considera inaceptable en términos de inflación y qué harán en caso de que ésta (o la inflación subyacente) exceda cierto umbral o que se comunicara si se espera que la tasa de referencia continúe aumentando.
Toda la información que pudiera ayudar a saber qué se puede esperar en los siguientes meses facilitaría la conducción de las expectativas y haría más fácil el regreso de la inflación a la meta del mismo Banco Central. Desgraciadamente, la comunicación reciente del banco lo que ha mostrado es que ni la misma Junta de Gobierno sabe qué pasará en los siguientes meses, porque hay un desacuerdo importante entre sus miembros.
El activo más importante del Banco de México es su credibilidad. Ésta se ha construido a lo largo de muchos años, pero se puede perder rápidamente y recuperarla puede ser un proceso muy largo y costoso. Creo que un Banco Central debe mostrar que está dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para evitar que la inflación se salga de control. No todos los miembros de la Junta de Gobierno están mostrando ese compromiso. Algunos están confiando en que las expectativas de inflación de mediano plazo no se han deteriorado mucho. Si esperan a que las expectativas se deterioren, ya habrán actuado tarde y se habrá puesto en riesgo la credibilidad del Banco Central.