Cada vez son más frecuentes los comentarios de analistas y expertos afirmando que se aproxima una recesión en Estados Unidos. En México, la experiencia nos ha mostrado que, si nuestro vecino del norte tiene dificultades económicas, en nuestro país el problema puede ser incluso mayor. Repasemos algunos elementos que nos permitan evaluar la probabilidad de una recesión en la economía más grande del mundo y los posibles efectos en la economía mexicana.
Primero habría que aclarar por qué cabe esperar una recesión en Estados Unidos. El principal motivo es el ciclo restrictivo de política monetaria que ha iniciado con el objetivo de controlar la elevada inflación. Los aumentos en la tasa de interés de referencia buscan atenuar la demanda agregada para moderar el incremento en precios. El punto es que el control inflacionario es costoso: típicamente reduce el crecimiento y aumenta el desempleo y puede provocar una recesión. Jay Powell, quien lidera a la Reserva Federal (Fed), declaró en septiembre que desearía que hubiera una forma de dejar la inflación atrás sin dolor, pero que no la hay.
Entonces, ¿la política monetaria restrictiva provocará una recesión en Estados Unidos? Es difícil afirmarlo porque la economía norteamericana está en una situación muy inusual: en ella coexisten un bajo crecimiento con un bajo desempleo. En este punto, vale la pena recordar qué es una recesión. De acuerdo con el recién instaurado Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México, una recesión es una reducción sostenida de la actividad económica que debe cumplir con tres criterios: profundidad, duración y difusión. Es decir, para que haya una recesión debe haber una clara reducción en la actividad económica, que dure más de un par de trimestres y que se manifieste en la mayor parte de actividades y sectores económicos.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizó recientemente sus pronósticos económicos mundiales. De acuerdo con este organismo, la economía norteamericana crecería 1.6 por ciento en 2022 y 1.0 por ciento en 2023. Este es claramente un nivel bajo de crecimiento, aunque no necesariamente cumple con el criterio de profundidad en la reducción de la actividad económica para calificar como recesión. En cuanto a su difusión, la fortaleza del mercado laboral es inconsistente con lo que se puede considerar como una recesión. Desde 1969 no se tenía una tasa de desempleo menor a 3.5 por ciento que se registró en septiembre. Por su parte, pronosticadores profesionales encuestados por la Fed de Philadelphia esperan que esta tasa de desempleo sea de 3.7 por ciento en 2022 y 3.9 por ciento en 2023, lo cual es muy bajo para una recesión.
En realidad, sabemos poco de cómo se comportarán estas variables el próximo año. Siempre es difícil pronosticar, pero ahora se tiene una fuerte incertidumbre porque la política monetaria actúa con un rezago importante. La autoridad monetaria en Estados Unidos ha endurecido su política rápidamente, aunque su efecto tardará en sentirse. Es difícil saber si podrá tener como efecto una caída en la actividad económica. Sin embargo, ya sea que se tenga una recesión o sólo un menor crecimiento, el próximo año no pinta muy bien para nuestro vecino del norte.
El efecto sobre la economía mexicana también tiene un alto grado de incertidumbre. En principio, un crecimiento menor de Estados Unidos debería tener un efecto moderado en la economía mexicana. Sin embargo, el sector manufacturero norteamericano está entre los sectores con peor desempeño actualmente y esto implica un mayor efecto en México porque los sectores de manufactura son los más integrados entre estos dos países. Además, la inversión en México ha tenido un muy mal desempeño desde 2018 lo que tiene a la economía con una capacidad productiva disminuida. También hay que considerar que la política monetaria en México tendrá un efecto contractivo en la economía.
En conclusión, el escenario más probable para Estados Unidos en 2023 es el de un bajo crecimiento económico, pero no necesariamente una recesión (aunque esta no puede descartarse). Para México también cabe esperar un año complicado en lo económico. El bajo crecimiento en Estados Unidos, el aumento en las tasas de interés y algunas debilidades de la economía mexicana como lo es la baja inversión afectarán negativamente a la economía mexicana. El Fondo Monetario Internacional espera un crecimiento para México de 2.1 por ciento en 2022 y 1.2 por ciento en 2023. Esto tal vez no sea una recesión, pero sí un mal año. Lo preocupante es que hay muchos riesgos a la baja y la economía mexicana podría tener un desempeño peor de lo que espera el FMI.