Se acerca el cierre del año. Aprovecharemos para mencionar lo bueno que le ha ocurrido a la economía mexicana en 2022 y también lo malo y los retos que enfrentaremos de cara al futuro. Desgraciadamente, a la economía mexicana no le ha ido muy bien los últimos años: pandemia, guerra en Ucrania y retos internos han tenido consecuencias negativas para las familias mexicanas. Esto nos puede llevar al pesimismo, pero empezaremos por mencionar lo bueno del año.
México recibió una excelente noticia en septiembre, aunque falta que se materialice. En el contexto de la visita a México de Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, se anunció que se incluiría a México en el paquete de inversión de ese país en semiconductores. En agosto, nuestro vecino del norte comprometió 52 mil millones de dólares como parte del llamado CHIPS and Science Act para este fin. La integración de cadenas productivas en Norteamérica y las capacidades productivas y de capital humano que ha generado México en este contexto son una ventaja estructural de nuestro país que le pueden permitir aprovechar parte de estas inversiones y del llamado nearshoring en general.
En otro tema, la producción en México puede verse como un vaso medio lleno o medio vacío. El PIB de México ya superó el nivel que tenía previo al inicio de la pandemia (primer trimestre de 2020). Es positivo que la economía mexicana haya recuperado la producción que tenía antes de la pandemia. Sin embargo, todavía no alcanza su máximo de producción previo que se registró en el tercer trimestre de 2018, según cifras desestacionalizadas del INEGI. Recordemos que la economía mexicana ya se había reducido antes de la pandemia. Tenemos cuatro años de retraso en términos de generación de valor en nuestro país.
Lo malo que habría que destacar es el tema de la inflación que alcanzó en agosto y septiembre un nivel de 8.7%, el más alto desde diciembre de 2000. En octubre empezó a bajar y en noviembre fue 7.8%. Sin embargo, el tema preocupante es la inflación subyacente, aquéllos precios que son menos volátiles y muestran de mejor forma la tendencia de largo plazo de la inflación. La subyacente ha aumentado cada mes desde noviembre de 2020 hasta alcanzar 8.5% en noviembre de 2022. Esta parte de la inflación no ha empezado a descender.
La inflación general continuará disminuyendo, pero el alto nivel de la subyacente implica que llegará un punto en el que será difícil que la inflación continúe descendiendo y lo más probable es que se mantenga en un nivel relativamente alto (arriba del rango máximo de 4% correspondiente al objetivo de Banco de México) por más de dos años.
Por último, lo más feo de la economía mexicana es el desempeño de la inversión de las empresas. Entre mayo y septiembre de este año (último dato disponible) se tienen 4 caídas mensuales en la inversión. El punto más preocupante es que la inversión alcanzó su punto máximo en diciembre de 2017 y se encuentra 11.5% por debajo de ese máximo. Al parecer, el entorno de alta incertidumbre que hemos vivido los últimos años ha tenido un fuerte impacto en la inversión. Me parece que este es el dato que más debe preocuparnos porque sin inversión no estamos generando las condiciones para que la economía mexicana crezca en el futuro.
México tiene luces y sombras en lo económico. Los últimos años han sido particularmente complicados para la economía mundial. Nuestra economía tiene ciertas fortalezas estructurales como lo es la integración industrial en Norteamérica lo que puede ser particularmente provechoso en el contexto actual de relocalización productiva por el nearshoring. Desafortunadamente, también se tienen debilidades importantes. Además de las debilidades estructurales como un débil Estado de derecho, corrupción, inseguridad, entre otras, se tienen problemas coyunturales de gran importancia como son la inflación y el bajo nivel de inversión.