Economía empresarial

El desempleo está en mínimos históricos, ¿celebramos?

La mayor parte de las personas en México no pueden permanecer desocupadas por mucho tiempo, a diferencia de lo que sucede en países desarrollados.

El martes pasado, la primera plana de El Financiero afirmaba “Cae el desempleo al mínimo histórico de 3%”. ¿Es esta una muestra de la fortaleza de la economía mexicana? Nuestra experiencia no necesariamente nos confirma que la economía mexicana se encuentre en un momento destacado a nivel histórico. Entonces, ¿cómo debemos interpretar este dato?

Cuando hablo con mujeres y hombres de empresa acerca del desempleo, es frecuente que me pregunten si podemos confiar en las cifras de INEGI. Las bajas tasas de desempleo nos suenan, naturalmente, sospechosas. Sin embargo, me parece que sí podemos confiar en los datos oficiales de empleo. El punto es que hay que interpretarlos correctamente y también tenemos que ir más allá de la tasa de desocupación para entender la verdadera situación del mercado laboral en México.

Los datos de empleo se recopilan siguiendo una metodología internacional. Sin embargo, su interpretación puede ser diferente en cada país por la estructura de cada economía. Por un lado, se considera ocupado a quien ha trabajado “por lo menos una hora” la semana anterior a ser entrevistado su hogar por el INEGI. Esto deja fuera de los desempleados a quienes han conseguido algún tipo de trabajo temporal o “chambita”.

Por otro lado, un desempleado es quien ha tomado acciones concretas de búsqueda de trabajo. Esto excluye a quien desea trabajar, pero no ha buscado trabajo activamente. Estos últimos son los disponibles para trabajar que forman parte de la llamada población no económicamente activa.

Lo anterior nos permite entender mejor a qué se refiere el desempleo. Son quienes no se han ocupado ni una hora en una semana y no están buscando trabajo activamente. Una definición restrictiva. Sin embargo, también parece importante saber cuántas personas quisieran trabajar más horas o cuántas no trabajan y quieren hacerlo, aunque no tomen acciones para buscar trabajo.

En el último trimestre de 2022, había 5.4 millones de personas disponibles para trabajar. Si los sumamos a los desocupados (1.8 millones) tenemos a 7.2 millones de personas que no trabajan, pero tienen interés de hacerlo sin importar si están buscando trabajo activamente o no.

Por su parte, a las personas que estando ocupadas cuando menos una hora buscan trabajar más tiempo se les conoce como subocupados. Estos fueron 4.4 millones de personas en el cuarto trimestre del año pasado. El total de subocupados representa 7.5 por ciento de las personas ocupadas en México.

Además, hay que considerar que la mayor parte de las personas en México no pueden permanecer desocupadas por mucho tiempo a diferencia de lo que sucede en países desarrollados. Por un lado, la mayoría de las familias mexicanas tienen pocos activos y no pueden vivir de ellos. Por otro lado, en México no hay un seguro de desempleo que le permita a las familias mantenerse mientras se encuentra un trabajo. Esto significa que muchas personas tienen que ocuparse de cualquier forma para sobrevivir. Es por esto que la tasa de desocupación no ha sido muy alta ni cuando ha habido crisis económicas. Por ejemplo, la tasa tocó un máximo de 6.0 por ciento en la crisis financiera global de 2009 y de 5.5 por ciento durante la pandemia en 2020.

A todo lo anterior habría que agregar el conocido problema de la informalidad laboral en México. El 28.1 por ciento de los ocupados están en el sector informal (unidad económica que opera con los recursos del hogar sin constituirse como empresa). Si agregamos a quienes trabajan sin seguridad social o cuyo vínculo laboral no está reconocido por su fuente de empleo, la tasa de informalidad laboral asciende a 55.1 por ciento de los ocupados.

Definitivamente es una buena noticia que la tasa de desocupación se encuentre en mínimos históricos. No obstante, es importante considerar que dentro de los ocupados hay muchos que quisieran trabajar más tiempo o trabajan en condiciones precarias ya sea porque no tienen un vínculo laboral reconocido o seguridad social. Además, hay millones de personas que están dispuestas a trabajar, pero no están buscando trabajo activamente. En México, el principal problema no es la falta de ocupaciones, sino la calidad de muchas de éstas.

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