Leer es poder

Qué estupendas ‘corcholatas’

Las llamadas ‘corcholatas’ del presidente son políticos mediocres, sin ningún talento visible. Ninguno de ellos ha despuntado en nada, salvo en servilismo.

La favorita. Por falta de mantenimiento se desplomó el Metro en 2021. Claudia Sheinbaum dejó impune a la directora. 26 muertos. Prometió que en un año se reanudaría el servicio, llevamos dos y nada. Encargó costoso estudio para determinar responsabilidades. Como el estudio previsiblemente la señalaba, lo canceló y lo escondió. Para desviar la atención, luego de un nuevo accidente en el Metro, Sheinbaum permitió que López Obrador enviara 6 mil miembros de la Guardia Nacional. Dinero tirado a la basura: no encontraron evidencias de sabotaje. No encontraron nada. Un verdadero ridículo.

El Metro, el principal sistema de transporte de la Ciudad de México, brinda una muestra suficiente de lo que sería el estilo personal de gobernar de Claudia Sheinbaum: irresponsable, permite la impunidad, no tiene palabra, no es científica (es una política que esconde estudios), no le interesa que se haga justicia (permitió que no se investigara a Slim), es servil a las órdenes superiores aunque sean ilegales (como ilegal fue la presencia de la Guardia Nacional en el Metro.) Frente a un accidente o una crisis, no sabría qué hacer, encubriría, engañaría, violaría la ley, no se pondría del lado de la gente. Uno de los principales problemas de la presidencia de López Obrador es su desdén por la ley. Con Sheinbaum tendríamos continuidad de esta conducta. Como país seguiríamos sumidos en la falta de Estado de derecho. Continuaría la impunidad. Votar por Claudia sería votar por el Estado de chueco.

El multiusos. Pipas de petróleo, lo que usted diga. Vacunas, desde luego. Puentes con las dictaduras latinoamericanas, a sus órdenes. Pactar y ceder con Trump, sin problema. Ebrard cumple todas las órdenes, aun las abyectas. Traes a Evo, lo que usted diga. Traes a Díaz Canel para que hable el 15 de septiembre, lo que usted ordene. La imagen que brindó Mike Pompeo sobre Ebrard fue elocuente: “nunca había visto a nadie doblarse así”. Ebrard es el hombre que se dobla, que cede a pesar del enorme costo que tengan que pagar los mexicanos. Ebrard, al terminar su periodo como jefe de Gobierno de la Ciudad de México tuvo que salir corriendo a vivir durante años en París. Es tan responsable como Claudia del desplome del Metro en 2021.

Si se pudiera juzgar con una sola acción el estilo personal de gobernar de Marcelo Ebrard y esa acción fuera la de hacer las gestiones necesarias para que el dictador de Cuba pronunciara el discurso principal en la ceremonia del Día de la Independencia en el Zócalo, mostraría a un Ebrard sin carácter (la hora que diga el presidente), entreguista, que apoya y admira a las dictaduras. No importa lo que el candidato Ebrard esté tratando de vender ahora que está en campaña, por sus obras se le puede conocer. Y sus obras son claras: apoyo a Díaz Canel y a Maduro, falta de iniciativa ante Ortega, ambiguo frente a Putin. Como presidente, Ebrard seguiría el camino de las dictaduras que admira. Hay quien piensa que sería tan pragmático como presidente como lo fue como jefe de Gobierno. Pero también López Obrador fue un jefe de Gobierno pragmático, y así nos va.

El hermano. Para sustituir la inutilidad de Olga Sánchez Cordero, López Obrador trajo desde Tabasco a Adán Augusto López. Según Guacamaya, es decir: de acuerdo a información del Ejército, Adán Augusto está relacionado con los grupos de robo de combustible que operan entre Tabasco y Veracruz; señalan que, como gobernador, se puso a las órdenes de los huachicoleros. Como secretario de Gobernación se ha mostrado como un hombre que desprecia la ley. Lo hemos visto haciendo campaña a favor de López Obrador en la consulta de revocación de mandato y en su propio beneficio. Utiliza vehículos y recursos oficiales. Estuvo al frente del embate presidencial contra el INE y ahora mismo participa en los ataques contra la Suprema Corte de Justicia. No tiene personalidad, es un clon del presidente. Hace y dice lo que le ordenan. Su función: cuidar la candidatura de Sheinbaum.

No me referiré a Ricardo Monreal para no quitarle tiempo al lector. Es un mal chiste.

Las llamadas corcholatas del presidente son políticos mediocres, sin ningún talento visible. Ninguno de ellos ha despuntado en nada, salvo en servilismo. En otros países estarían tras las rejas o bajo procesos de investigación. Dos de ellos tienen las manos manchadas de sangre y al tercero el Ejército lo señala como cómplice del crimen organizado. Aquí son candidatos a la Presidencia. Es innegable que vivimos tiempos políticos de muy bajo nivel. Tan bajo dejó el listón López Obrador que hoy hay quien ve presidenciable a Fernández Noroña.

Muchos se han preguntado cuál es el secreto que ha permitido a López Obrador mantener alta su popularidad. En realidad, se trata de algo muy simple: demagogia. López Obrador gobierna engañando, mintiendo, calumniando. México es un país de creyentes al que el demagogo le vino como anillo al dedo. ¿Quién será capaz de sucederlo? El que pueda seguir engañando con la misma caradura con la que lo hace el presidente.

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