Leer es poder

Casa dividida, pierde

Ya sin el arbitraje impuesto por López Obrador, se desatarán las distintas fuerzas en Morena. Claudia Sheinbaum no se ha caracterizado por su capacidad negociadora entre los grupos.

La campaña morenista, acompañada por toda la fuerza del Estado, comienza a mostrar fracturas serias.

Sanjuana Martínez, exdirectora de Notimex y figura aguerrida de la 4T, denunció que desde la Secretaría del Trabajo se le ordenó que parte de la liquidación de los trabajadores de Notimex se destinara a la campaña de Sheinbaum. Su denuncia la hizo en La Jornada, diario afín al gobierno.

Podría pensarse que Sanjuana Martínez es una mujer íntegra que puso por encima de su fidelidad partidista, asqueada por la corrupción, la honestidad. Pero no es el caso. Su función en Notimex durante estos años ha sido la de golpear a figuras de la oposición, a personajes incómodos de la 4T y especialmente a Claudia Sheinbaum. Los manejos sucios en Notimex la revelan como una mujer corrupta y déspota.

Se trata del golpe de una facción dentro de Morena contra la candidata de López Obrador. Hace un par de meses esa misma facción le arrebató a Sheinbaum la posibilidad de definir la candidatura de Morena a la jefatura de Gobierno a la CDMX —el candidato de Sheinbaum era García Harfuch— y le impusieron a Clara Brugada.

Hasta la fecha Marcelo Ebrard sigue sin levantarle la mano a Claudia Sheinbaum, el precio que cobró por mantenerse callado fue el posicionamiento de varios de sus elementos más cercanos. El fin de la denuncia de Sanjuana no es otro que golpear la candidatura de la exjefa de Gobierno.

En Morena el apoyo a la candidatura de Sheinbaum no es unánime. Hay bandos que quieren presionarla para imponerle posturas de izquierda más definidas y/o para incrustar personajes en las listas al Congreso y para las gubernaturas. Conforme avance el año, estas fracturas se harán más visibles.

Otra fractura posible podría ocurrir en relación con el pacto de convivencia que el presente gobierno ha tejido con el crimen organizado. Luego de seis visitas a Badiraguato, donde se hacen cargo de la seguridad del presidente, los grupos criminales locales y no el Ejército, este pacto no es un secreto. Pero el ‘crimen organizado’ dista mucho de ser homogéneo. Hay un grupo dominante, el de Sinaloa, y otros muchos de menor tamaño, que querrán o bien quebrar el pacto del gobierno con el Cártel de Sinaloa o bien redefinir su relación con el gobierno. Las elecciones federales de 2021 se caracterizaron por la violencia electoral (pese a la cual el presidente felicitó a los criminales por “haberse portado bien”) y por el apoyo que mostraron los grupos delictivos a favor de los candidatos de Morena, incluidos el que brindaron a varios que hoy son gobernadores. No sería extraño que se desatara la violencia para renegociar el pacto con el gobierno en vistas a que lo herede Claudia Sheinbaum.

Estos meses de precampaña han dejado muy claro que viviremos una elección de Estado. Se violará continuamente (ya se está violando) la ley electoral con la total complacencia del INE y del Tribunal Electoral, que han caído en manos de Morena. Se recurrirá a recursos lícitos y a dinero sucio. Los medios de comunicación se inclinarán a favor de la candidata del gobierno. La mayoría de los empresarios le abrirán (ya se las están abriendo) sus arcas para financiar la antipática candidatura de Sheinbaum. El mayor riesgo no correrá a cargo de la oposición (con dirigentes tan mediocres como Marko Cortés y Alejandro Moreno) sino de los grupos al interior de Morena.

Claudia Sheinbaum no es López Obrador. La corona que le heredará no suscitará el apoyo unánime. Los grupos comenzarán a disputarse el poder una vez que el líder se haya refugiado en su rancho chiapaneco. Se retirará López Obrador del escenario, pero no sus hijos, como ha quedado claro. Continuará transmitiendo órdenes a través de ellos, quienes han acumulado, en diferentes grados, influencias y recursos. El de mayor poder será Andy, que ha colocado a varios de sus amigos en puestos clave y que ha desarrollado una base de apoyo económico a través del tráfico de influencias. Los hijos del presidente serán los primeros en disputar y limitar el poder de Sheinbaum. Lo mismo harán las diferentes corrientes del partido. Ya sin el arbitraje y disciplina impuesta por López Obrador, se desatarán las distintas fuerzas en Morena. Los radicales, los moderados, los expriistas, los experredistas, los amlistas. Sheinbaum no se ha caracterizado ni por su liderazgo dentro de Morena ni por su capacidad negociadora entre los grupos.

Al interior de Morena, una vez disipada la sombra del caudillo, comenzará la disputa recia por el poder. Los militares querrán conservar su tajada y pedir más si ven un gobierno débil. Los hijos del presidente y los grupos que conforman Morena sacarán sus garras. El crimen organizado, sus diferentes facciones, exigirán su parte. Las fracturas se harán visibles desde la campaña, en los meses que siguen. La casa comienza a mostrar fracturas, y no es imposible la ruptura. Si esto ocurre, será una oportunidad para que la sociedad civil impulse a su candidata, más allá de los partidos que tibiamente la apoyan.

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