Humberto Padget, en solidaridad.
Claudia será presidenta y Andy el copresidente. Ambos gobernarán el país apoyados en la estructura formal del Ejército y en la informal del crimen organizado. Claudia estará sujeta al escrutinio público en su carácter de funcionaria, Andy recorrerá el país y gastará dinero del partido (que en 2024 recibió más de 3 mil millones de pesos) sin limitante alguno. Ambos intentarán rematar la obra que inició López Obrador: la demolición del México democrático y republicano.
Andy ascenderá a la cúpula del partido —Luisa María Alcalde pasará de ser florero de Gobernación a florero de Morena— no precisamente por sus exiguas dotes intelectuales: estudiante mediocre en la Escuela Logos, estudiante no titulado de Ciencias Políticas de la UNAM, como su papá que tardó 14 años en titularse con trampas; ascenderá a la cúpula de Morena y a la copresidencia de México por el capricho de su padre.
En Morena lo conocen bien. Saben que es corrupto: con un millón de pesos que nadie sabe de dónde sacó si nunca había trabajado, abrió una chocolatería que ahora factura 30 millones, gracias a las compras que le hacen los gobiernos estatales y el Grupo Vidanta; pero sobre todo, gracias a los audios difundidos por Latinus, se sabe que trafica influencias con su amigo Amílcar Olán, que ha logrado multimillonarios contratos del gobierno federal, en el Tren Maya y en el sector Salud.
México tendrá dos cabezas. No sabemos si decidirán dividirse el poder o si se lo disputarán con grillas, codazos y descalificaciones. Andy podrá visitar un estado (digamos, Sonora) y dar órdenes al gobernador Durazo, impuesto por AMLO, a pesar de sus pésimos resultados en seguridad. A Durazo no le tocará sino agachar la cabeza y obedecer, porque los diputados locales de Sonora le deben el cargo a AMLO, lo mismo que los diputados federales y los senadores, lo mismo que Claudia.
En algún momento México aspiró a convertirse en un país del primer mundo. Ahora México eligió voluntariamente bajar la mira y asentarse en el tercero. México seguirá siendo un país pobre porque al populismo le conviene la pobreza para que millones de mexicanos sigan aspirando a la limosna oficial. Lo dijo Yedickol Polensky y lo refrendó en varias ocasiones López Obrador: en cuanto a un mexicano pobre le va bien y asciende a la clase media se vuelve un desagradecido.
Un país tercermundista, sin jueces independientes, con una educación ideologizada, aliado de las dictaduras cubana y venezolana, sin inversión extranjera, dominado por el narco en gran parte de su territorio, con un Ejército corrupto, ese será el México del mañana, el México de la dupla Claudia-Andy.
Las feministas deben de estar de plácemes con la figura del macho alfa sojuzgando a su protegida. La gente dirá: en Palacio vive la presidenta, pero el que manda se encuentra en Liverpool 3, sede del Comité Ejecutivo Nacional de Morena.
El panorama es sombrío. La Reforma judicial ahuyentará la inversión extranjera. La eliminación de los órganos reguladores podría dejar fuera a México del TMEC. Debido a la cláusula democrática, la Unión Europea puede poner a revisión el tratado económico con Europa. No importa que el país se empobrezca a ojos vista. El aparato de propaganda del gobierno dirá que la culpa la tienen los gringos y los perversos empresarios. Y la gente asentirá, mientras sigan recibiendo su beca. La base fiscal se reducirá por la baja en la productividad, pero para eso quieren ampliar las causas de la prisión preventiva: el que deje de pagar sus impuestos irá directamente a la cárcel, sin juicio ni amparo alguno. Brillante estrategia: ahorcar a los que producen para seguir repartiendo a las bases del partido.
Es cierto que las dictaduras son lugares seguros para invertir (Chile pinochetista como ejemplo) siempre y cuando el Ejército se convierta en un garante para las inversiones. No es el caso. El narco cogobierna vastas zonas del país. Empresas tan estables como Coca Cola comienzan a abandonar estados por la inseguridad.
Nos esperan tiempos más oscuros de lo que podemos vislumbrar. Luego de apoderarse del Poder Judicial, el cogobierno de Claudia y Andy continuará su embestida, ahora contra la prensa independiente. Lo vemos ahora: despidos en la televisión, agresiones contra periodistas. No se detendrán porque no hay fuerza que los limite, lo harán porque pueden hacerlo.
La carrera política de Claudia se ha distinguido por la sumisión ante López Obrador. Eso no va a cambiar, la banda presidencial será un adorno. Andy no será “el poder detrás del trono” sino el poder sobre el trono. Claudia acudirá a las citas oficiales, será el rostro del gobierno. Pero quién decidirá quién ocupa tal gubernatura o tal diputación o tal alcaldía, será Andy, el verdadero heredero del trono.
Nos toca criticar, reclamar, protestar, elevar la voz, organizarnos, acudir a instancias internacionales. Nos toca seguir opinando hasta donde sea posible.