El 2024 es un año cargado de elecciones presidenciales alrededor del mundo. Francia, Rusia, El Salvador, Venezuela y Reino Unido son algunos de los 50 países que han decidido entre la continuidad y la transición. No ha sido un año sencillo, la inestabilidad económica pospandemia sigue vigente, de la mano de grandes conflictos bélicos en distintas partes del globo.
En este escenario, me llamó la atención el caso específico del Reino Unido donde, tras la victoria del laborista Keir Starmer, su antecesor y opositor Rishi Sunak reconoció haber fallado a la tarea conferida por los ciudadanos y, en un discurso sumamente emotivo, le deseó suerte a su contrincante frente a lo que reconoció como un momento difícil para gobernar y tomar las decisiones que el pueblo requiere.
Sin duda son tiempos difíciles y quizá por eso lo que vemos en México tiene un valor que debemos reconocer. El actual proceso de transición en nuestro país es algo que celebro y que deseo que pueda marcar la pauta para los próximos cambios de sexenio, que incluso se dé cambiando de mando a un opositor. En estas semanas, el presidente Andrés Manuel ha acompañado a la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, en un recorrido por todo el país, destacando visitas a los proyectos emblema del gobierno actual. Aplaudo este ejercicio porque da la oportunidad de conocer la visión y misión que quería cumplir el gobernante en turno, y poner a quien lo sucederá en contexto de la situación real de cada proyecto.
Esto, más allá de un simbolismo por parte del gobierno en turno, se convierte en un ejercicio que abre la puerta para que quienes conformarán el gobierno entrante puedan evaluar dichos proyectos, sus resultados y en su defecto determinar la continuidad, defensa y sobre todo las nuevas decisiones que se tendrán que tomar entorno a ellos.
Pensando en nuestro Debate Puntual, trato de evaluar si este ejercicio hubiese sido el mismo con un personaje de la oposición como virtual presidente electo. Sabemos que el ‘hubiera’ no existe. Lo que sí podemos hacer los ciudadanos es exigir esta cordialidad política en pro del beneficio de todos los mexicanos, ya que todos los proyectos que se impulsan por parte de un mandatario impactan en la vida de todos los mexicanos, ya sea de manera directa o indirecta, y por ello no deben ser proyectos pensados solo por una idea, sino con la convicción de seguir construyendo el México del futuro.
A final de cuentas, todo gobierno debe aspirar a dar resultados medibles y comprobables a sus gobernados, sin olvidar los espacios para evaluar lo trabajado y ajustar estrategias, sin violentos golpes de timón casi siempre inspirados por ideologías políticas.
El reto que seguirá para Claudia Sheinbaum será el de definir con qué continuar y qué corregir; una tarea compleja será la narrativa de cómo abordarlo, y cómo no herir la susceptibilidad de su antecesor, particularmente si eso implica marcar la línea de su propio gobierno.
Volviendo un poco al discurso Rishi Sunak, en el que reconoció y ofreció disculpas por la incapacidad de lograr las metas establecidas, Claudia Sheinbaum, tendrá la gran oportunidad de reconocer los errores cometidos del gobierno saliente y desde ahí trabajar para corregir y mejorar durante su administración aquellas fallas detectadas. En la agenda pública hay muchos temas en el ojo del huracán: el AIFA y su utilidad como obra de infraestructura; Segalmex y el problema por el desfalco de 15 mil millones de pesos; Dos Bocas y los temas ligados a la producción e inicio de operaciones; el Tren Maya, los daños ecológicos y las acusaciones de corrupción… Ella podrá decidir cómo y cuales abordar en su mandato.
Es importante mencionar que llegará al gobierno con un número impresionante de votos y respaldo social, logrado en gran parte por el carisma, discurso y programas sociales impulsados por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que logró una excelente implementación y distribución de los mismos, casi 25 millones de beneficiarios, que a su vez se tradujo en una mayoría abrumadora en el Congreso. Esto será una gran y poderosa herramienta, ya que el nuevo gobierno podrá impulsar sus proyectos con el respaldo total del Poder Legislativo y al menos 24 estados.
Quedemos atentos a ver cómo se va marcando esta nueva historia del futuro gobierno de México.