El INEGI publicó el PIB del tercer trimestre de 2022 ayer (‘estimación preliminar’). La actividad económica registró un crecimiento trimestral de 1.0 por ciento, con respecto a 2T22. Este crecimiento fue mayor al que anticipaba el consenso de analistas (0.8 por ciento) e inclusive, significativamente mayor al crecimiento trimestral del PIB en los Estados Unidos de 0.6 por ciento (desanualizando el 2.6 por ciento, para hacerlo comparable). Por otro lado, otro dato que llamó la atención fue el crecimiento anual, que se ubicó en 4.3 por ciento en 3T22. Sobre todo después de un crecimiento anual de 1.9 por ciento en 2T22. Ambas tasas de crecimiento, tanto la trimestral de 1.0 por ciento, como la anual, de 4.3 por ciento nos pudieran hacer pensar que la economía mexicana está observando un ‘boom’. No obstante lo anterior, considero que no, que simplemente se aceleró la recuperación pospandémica.
Por un lado, desde la arista mensual, el PIB fue impulsado principalmente por el sector servicios, que creció 1.2 por ciento en 3T22, con respecto al segundo trimestre de este año. Asimismo, las actividades agropecuarias registraron un crecimiento trimestral de 1.8 por ciento y la producción industrial observó un comportamiento similar al del mismo sector en los Estados Unidos durante el trimestre. Si bien no hay detalle por subsector en este reporte, hay otros reportes que nos pueden ayudar a ‘contar la historia’ del crecimiento mayor al anticipado. Por un lado, el detalle en el IGAE (Índice Global de Actividad Económica) de julio y más aún, en el de agosto –publicado la semana pasada–, en donde se observó un avance significativo en el rubro de hoteles y restaurantes, registrando un crecimiento mensual de 5.0 por ciento. En mi opinión, este crecimiento todavía responde a un efecto de ‘rebote’ o de recuperación, debido a que, por ejemplo, el rubro de hoteles y restaurantes en agosto todavía se encontraba 8.8 puntos porcentuales por debajo del nivel que tenía en febrero de 2020, justo antes de que iniciara la pandemia. Después de largos meses de encierro o de salidas cautelosas para una gran parte de la población, conforme avanzaba el proceso de vacunación, agosto significó para muchas personas el poder salir de vacaciones a diferentes lugares y con diferentes presupuestos, pero al fin y al cabo, salir. De hecho, los datos que ya se conocían de los grupos aeroportuarios (Oma, Gap y Asur), por ejemplo, ya mostraban un incremento substancial en el número de pasajeros en agosto (26.8 por ciento de crecimiento de agosto 2022, a agosto 2023).
Por otro lado, sobre la tasa de crecimiento anual, como he comentado con anterioridad, este ‘brinco’ se explica principalmente por el efecto de base de comparación que se generó a partir de la instrumentación de los cambios a las leyes laborales sobre subcontratación el año pasado (”Tres aspectos interesantes sobre el PIB en 3T21″, 30 de noviembre, 2021). La instrumentación de estos cambios a la ley laboral provocó prácticamente la desaparición de la mayoría de las empresas que ofrecían los servicios de terciarización en la contratación de la fuerza de trabajo. Estas empresas, que se encuentran (o encontraban) en el rubro de ‘servicios de apoyo a los negocios’, con una ponderación de alrededor de 3.5 puntos porcentuales en el PIB, observaron caídas trimestrales de 51.0 y 43.0 por ciento en 3T21 y 4T21, respectivamente. No obstante lo anterior, considero que estas caídas tuvieron un impacto limitado en la economía real y que fue más un tema de carácter contable. Esto se debe a que al final, la mayoría de las personas que fueron ‘despedidas’ de sus empleos por medio de subcontratación, fueron (re)contratadas de manera directa por las empresas que originalmente las habían requerido por medio del outsourcing. De esta manera, considero que así como la caída del año pasado obedeció más a un ‘ruido contable’, que a un menor dinamismo de la actividad económica, una vez más, el fuerte incremento anual de este año responde a distorsiones contables, más que a una aceleración de la actividad económica.
Un aspecto positivo del reporte de PIB de 3T22 es que ya por fin la actividad económica de nuestro país –medida por el PIB–, ya regresó a niveles pre-pandemia. En resumen, es muy factible que el PIB para todo el 2022 registre un crecimiento cercano a 2.5 por ciento (consenso: 2.0 por ciento; Barclays: 2.5 por ciento). Ahora bien, si creciéramos a esa tasa (2.5 por cierto) este año, la economía mexicana habría regresado a la tasa que promedió en los últimos cuarenta años, pero habiendo tardado 28 meses en recuperarse desde que terminó la recesión en mayo de 2020 (conforme al dictamen del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México). Hacia delante, el panorama se ve retador con una recesión a nivel global. Sin embargo, es muy probable que la economía mexicana se continúe beneficiando de la relocalización de empresas globales hacia nuestro país. Esta tendencia global de re-, near-, y friend-shoring que inició con las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China en la administración del expresidente Trump y que se ha exacerbado con la pandemia y los problemas geopolíticos, continuará ocurriendo a pesar de cualquier tipo de desaceleración o recesión mundial. Al final, las empresas saben que tienen que continuar situando a los proveedores cerca de las fábricas y las fábricas cerca de los consumidores y eso no puede parar.
* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.
* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.