Perspectiva Global

Sobre los descuentos en ‘El Buen Fin’

Cada consumidor debe hacer su análisis con base en lo que desea y puede comprar, monitoreando los precios antes, para poder saber si el descuento vale la pena o no.

El fin de semana pasado se llevó a cabo El Buen Fin por doceava vez consecutiva desde que inició en 2011. Con el Mundial de Futbol en puerta, probablemente la demanda por televisores o pantallas planas se exacerbó. Asimismo, algunos habrán aprovechado para renovar guardarropa, sobre todo conforme hemos ido regresando a tener más eventos presenciales en nuestras agendas después de la pandemia. Otros quizá aprovecharon El Buen Fin para llevar a cabo compras anticipadas de los regalos navideños. Sin embargo, independientemente si aprovechan o no El Buen Fin, la mayoría se pregunta si realmente es un buen momento para comprar, sobre todo en términos de descuentos.

Para poder responder esta pregunta de manera general, se puede analizar el comportamiento de algunos subíndices del Índice de Precios al Consumidor (INPC) –que publica el INEGI–, y comparar su dinámica antes de que se instrumentara El Buen Fin y lo que ha ocurrido desde que dio inicio en 2011. Asimismo, considero relevante aprovechar que el INPC se publica de manera quincenal, para poder hacer un análisis un poco más fino al respecto. Sobre todo porque El Buen Fin ocurre en la segunda quincena de noviembre, salvo en ocasiones que ha iniciado antes, como el año pasado. En este sentido, utilicé las series de tiempo quincenales de 2003 a la fecha de los subíndices de ‘mercancías no alimenticias’ y ‘otros servicios’. Estos últimos no incluyen vivienda y educación. Es decir, se capturan los bienes y servicios objeto de los descuentos de El Buen Fin (e.g. electrodomésticos, muebles, juguetes, ropa, televisores, computadoras, comidas en ciertos restaurantes).

Consideré iniciar el periodo de estudio en 2003 porque en ese año ya se había consolidado la inflación anual en México en un solo dígito, después de altísima volatilidad e inflaciones de dos o hasta de tres dígitos en los ochenta y noventa. En este sentido, calculé la contribución porcentual de estos subíndices a la inflación general quincenal para las dos quincenas de noviembre y la primera quincena de diciembre. Acto seguido, obtuve la mediana de dichas contribuciones de 2003 a 2010 y luego de 2011 a 2019, para ambas categorías. Trabajé con la ‘mediana’ y no con el promedio (o media) para eliminar los valores extremos. Cabe señalar que separé las contribuciones de 2020 y 2021, debido a que considero que son observaciones atípicas, debido a la pandemia de Covid-19. A continuación solo comentaré sobre los resultados que obtuve al analizar el comportamiento de los precios de las ‘mercancías no alimenticias’, debido a que fueron similares para los ‘otros servicios’.

Mercancías no alimenticias. Vamos a analizar El Buen Fin en tres quincenas: (1) La primera quincena de noviembre, i.e. una quincena antes de El Buen Fin; (2) la segunda quincena de noviembre, en donde ocurre El Buen Fin; y (3) la primera quincena de diciembre, después de El Buen Fin. Vamos a comparar el comportamiento de los precios en estas quincenas tanto en el periodo 2003-2010 (antes de que se instaurara El Buen Fin), como en 2011-2019 (que ha estado vigente El Buen Fin). Sobre (1), existe una diferencia importante en el comportamiento de los precios durante la primera quincena de noviembre. Antes de que se instaurara El Buen Fin la contribución era de 2.6 puntos base (pb) y después de que inició, de casi 4.0pb(!). Es decir, los productores o los mismos establecimientos comerciales han aumentado más los precios en la primera quincena de noviembre desde que dio inicio ‘El Buen Fin’ en 2011, comparado con 2003-2010. Ahora, ¿qué sucede entonces en la segunda quincena de noviembre, en donde ocurre El Buen Fin? i.e. el punto (2). Los precios de las mercancías no alimenticias contribuyen con 1.8 pb a la baja desde que está El Buen Fin, en lugar de una contribución de 1.8pb al alza, antes de que se instrumentara. Es decir, sí ha habido descuentos. Sin embargo, esto ocurre una vez que subieron los precios una quincena antes. Ahora bien, ¿qué sucede después de El Buen Fin, el punto (3)? Los precios de las mercancías no alimenticias han contribuido con 5.5pb a la inflación general en la primera quincena de diciembre desde que se instauró El Buen Fin. Esto es más del doble de lo que contribuían en esa misma quincena antes de El Buen Fin (2.2pb). Esto último nos dice que si no nos es posible comprar lo que queremos antes de El Buen Fin, sí lo hagamos en El Buen Fin (si podemos), porque después los precios suben más, en general.

Claramente esto es un análisis muy general sobre los resultados de El Buen Fin en torno a los descuentos que el consumidor promedio puede conseguir. Sin embargo, no toma en cuenta las oportunidades de crédito que ofrecen los bancos, ni tampoco las particularidades de cada producto o servicio, así como de los diferentes establecimientos donde se ofrecen. Así que es muy factible que dependiendo de lo que se desea adquirir, en algunos casos existan mejores descuentos que otros y que inclusive no necesariamente se observe un incremento de precios antes de El Buen Fin. Así, al final del día, cada consumidor debe de hacer su análisis con base en lo que desea y puede comprar, monitoreando los precios desde antes de El Buen Fin, para poder saber si el descuento vale la pena o no. Al menos espero que esta breve columna ofrezca un esquema general para poder saber qué ha ocurrido desde que se instrumentó El Buen Fin.

* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.

* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.

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