Es muy probable que en los últimos años hayamos escuchado el término de ‘El Niño’ como una anomalía del clima que causa inundaciones o sequías. Por lo mismo, es probable que nos hayamos enterado que ha causado pérdidas de cosechas y aumentos en los precios de ciertos productos agropecuarios. Sin embargo, considero que no mucha gente se ha adentrado un poco más para entender qué es realmente ‘El Niño’, así como por qué se llama así, qué relación tiene con ‘La Niña’, si es recurrente o si tiene que ver con el cambio climático.
‘El Niño’ y ‘La Niña’ son las dos etapas en la que se divide el fenómeno climatológico conocido como Oscilación del Sur o ENSO por sus siglas en inglés, que significan “El Niño Southern Oscillation”. El ENSO se refiere al ciclo de variación de temperatura en la superficie de la parte tropical del Océano Pacífico (alrededor de la zona ecuatorial), que puede ser tanto caliente como frío. ‘El Niño’ es la fase caliente y ‘La Niña’ la fase fría. Cuando se observa el fenómeno de ‘El Niño’, éste normalmente es seguido por ‘La Niña’ al año siguiente, particularmente si ‘El Niño’ fue ‘fuerte’. En cuanto a su duración, los episodios de ‘El Niño’ y ‘La Niña’ suelen durar entre 9 y 12 meses. (Halpert, 2016).
‘El Niño’ y ‘La Niña’ tienden a desarrollarse durante la primavera (marzo-junio), alcanzan su máxima intensidad a finales del otoño o invierno (noviembre-febrero) y luego se debilitan durante la primavera o principios del verano del año siguiente (marzo-junio). Debido a que normalmente su máxima intensidad se observa en el periodo noviembre-febrero, los habitantes de la región en la que hoy se ubican Perú y Ecuador en el siglo XV bautizaron al fenómeno como ‘El Niño de Navidad’, refiriéndose al nacimiento de Jesús, en la tradición cristiana (Trenberth, 1997). Los eventos de ‘El Niño’ y ‘La Niña’ ocurren cada cuatro años en promedio. Sin embargo, su frecuencia no ha sido históricamente regular, ocurriendo a veces cada dos años y a veces hasta cada siete años. Cabe señalar que se ha observado que el cambio climático provocado por el ser humano ha incidido en que el fenómeno ENSO sea más frecuente y tenga mayores consecuencias.
En su fase más intensa (noviembre-febrero), ‘El Niño’ se caracteriza por temperaturas superficiales del mar por arriba del promedio en el Pacífico oriental. Por el contrario, la fase más intensa de ‘La Niña’ (también en noviembre-febrero) se caracteriza por temperaturas superficiales del mar por debajo del promedio en el Pacífico occidental. Cabe señalar que la temperatura provoca cambios en la presión atmosférica del aire y la presión atmosférica está relacionada con la lluvia. Una alta temperatura del aire provoca una baja presión y esto favorece la lluvia, mientras que una baja temperatura del aire provoca una presión atmosférica alta y disminuye la probabilidad de lluvia.
Entonces, como la fase más intensa de ‘El Niño’ origina una zona cálida en el Pacífico oriental, ésta provoca una situación de baja presión atmosférica y mayores lluvias en esa zona, principalmente en la región tropical, como Perú y Ecuador y de alta presión atmosférica y menores lluvias –e inclusive sequía–, en el Pacífico occidental, afectando a Indonesia, India y el norte de Australia. Por el contrario, la fase más intensa de ‘La Niña’, que se caracteriza por provocar una zona fría en el Pacífico oriental, origina una situación de alta presión atmosférica y menores lluvias en esa zona y de baja presión atmosférica y mayores lluvias en el Pacífico occidental. Sin embargo, cabe destacar que tanto ‘El Niño’ como ‘La Niña’ tienen un impacto en los patrones climáticos a nivel global, afectando también a México y los Estados Unidos, por ejemplo. La última vez que ocurrió ‘El Niño’ fue en 2015-2016 y ahora se espera que se observe este año y el que sigue. Para monitorear este fenómeno se han creado índices. Uno de ellos es el Índice Oceánico ‘El Niño’ (ONI por sus siglas en inglés). Asimismo se han creado modelos de pronóstico como el IRI ENSO, del International Research Institute for Climate and Society de la Universidad de Columbia en EU, que pronostica que ‘El Niño’ ocurra este año con 60 por ciento de probabilidad.
La complejidad de ‘El Niño’ y ‘La Niña’ no termina ahí. Si bien he comentado sobre los impactos que pueden tener en los patrones de clima durante su fase más intensa (noviembre-febrero), el impacto en su etapa temprana, sobre todo entre junio y agosto pueden ocasionar problemas en las zonas tropicales. En el caso de ‘El Niño’ puede ocasionar sequías en India, Indonesia y el norte de Australia y un clima mucho más caluroso en Perú y Ecuador. Ahora mismo estamos observando un impacto severo, sobre todo en Perú, en donde la actividad pesquera ha caído 70 por ciento en mayo de este año, con respecto al mismo mes del año pasado. En el pasado, ‘El Niño’ ha tenido un impacto de hasta 2.0 por ciento del PIB en este país.
En el caso de México, el impacto económico se ha observado más en los precios de productos agropecuarios, que en la actividad económica (Arellano González, 2023). Así que preparémonos para un alza importante de los precios de los productos agropecuarios hacia finales del año y principios del próximo, que también tengan efectos en ciertos alimentos procesados e inclusive hasta en los precios de los platillos en los restaurantes, solo por ‘El Niño’, otra razón más para que Banxico no baje la guardia en la restricción monetaria que ha impuesto hasta el momento (“Inflación y política monetaria como se anticipaba, pero con aspectos interesantes”, 15 de agosto).
Arrellano González, Jesús, et al (2023). “Temperature shocks and their effect on the price of agricultural products: panel data evidence from vegetables in Mexico”, Banco de México Working Paper 2023-02, March 2023.
Halpert, Mike, et al (2016). “El Niño and La Niña: Frequently asked questions”. January 18, 2016, Climate.gov (https://www.climate.gov/news-features/understanding-climate/el-niño-and-la-niña-frequently-asked-questions)
Trenberth, Kevin E. (1997). “The definition of El Niño”. Bulletin of the American Meteorological Society, December 1997, 78 (12): pp. 2771–77.
* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.
* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.