La probabilidad de que ganara Trump la elección en EU era tan alta como la de Kamala Harris, según las encuestas. Sin embargo, la respuesta de los ciudadanos fue muy contundente. De manera similar a la elección en México, el Partido Republicano se llevó ‘carro completo’. Trump ganó el voto electoral –con una proyección de 312 votos electorales vs 226 de Harris–, y el voto popular, con cerca de 75 millones de votos vs menos de 72 millones de votos para la candidata demócrata. Cabe destacar que éste fue el mejor resultado que ha obtenido un candidato republicano desde George H.W. Bush (papá) en 1988 y para Harris, el peor para un candidato demócrata desde Michael Dukakis, también en 1988. Así, Trump se convirtió en el segundo presidente en la historia de Estados Unidos en ganar una elección para un periodo no consecutivo desde el expresidente Grover Cleveland en 1892. El próximo 20 de enero, Donald Trump se convertirá en la persona de mayor edad en asumir el cargo de presidente de Estados Unidos, a sus 78 años. Asimismo, también será la primera persona declarada como ‘delincuente’ (convicted felon) en ocupar la silla presidencial en dicho país. El resultado de esta elección y la forma en la que ocurrieron los hechos da para escribir libros, hacer películas y hacer análisis dignos de Premio Nobel. Sin embargo, en esta ocasión me voy a enfocar en qué le puede deparar a México una administración Trump 2.0.
De ‘piñata electoral’ a socio comercial más importante. Hablar mal de México le hizo ganar muchos votos a Trump. Sin embargo, una vez que tome posesión, México no solo no es el enemigo. México es el principal socio comercial. Normalmente hablamos de lo que México le vende a Estados Unidos. Es decir, que del país que más importa bienes Estados Unidos es de México. Sin embargo, cabe recordar que el segundo destino más importante de las exportaciones de Estados Unidos es México. Además de la cercanía geográfica y el alto grado de integración económica. En este sentido considero que Trump no va a imponer aranceles a México, al menos de manera específica. Tal vez quiera cumplir su palabra e imponer un arancel alto a China y aranceles relativamente pequeños al resto del mundo. El virtual presidente electo Trump ha declarado que “arancel es la palabra más hermosa’. Sin embargo, consideramos que la administración Trump 2.0 no impondrá aranceles específicos a México por dos razones, principalmente: (1) Debido a los factores delineados por el exrepresentante de comercio de Estados Unidos (USTR), Robert Lighthizer, en su libro recientemente publicado No trade is free (2023); y (2) porque creemos que los incentivos de la presidenta mexicana Sheinbaum están alineados con los de la administración Trump. Ahora bien, en última instancia, si Trump decide instrumentar un arancel generalizado del 10 por ciento para todos los países, excepto China, con un arancel de 30-60 por ciento o más alto, esto provocaría una depreciación del peso frente al dólar de 10 por ciento (o menos), añadiendo entre 25 y 30 puntos base (máximo) a la inflación general en los próximos seis meses en México, según nuestras estimaciones de transmisión del tipo de cambio a la inflación.
Leyendo a Lighthizer, considero que no existe el deseo de imponer aranceles que podrían desencadenar políticas retaliatorias dañinas. En caso de aranceles, las autoridades comerciales mexicanas considerarían probablemente la imposición de aranceles específicos sobre la importación de bienes estadounidenses que maximizaran el impacto en las empresas de EU y tuvieran el menor efecto posible en el IPC de México. El gobierno de Estados Unidos impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio mexicano en 2019, y México respondió imponiendo aranceles a productos como cerdo, queso y uvas, entre otros bienes importados de EU, lo que llevó a varios productores de EU a cabildear en Washington para eliminar los aranceles estadounidenses, los cuales fueron retirados rápidamente.
Preparándose para la revisión del T-MEC. El equipo de la presidenta Sheinbaum ha estado trabajando para alinear incentivos con la disputa comercial actual de EU con China. Esto, junto con las políticas de seguridad mucho más rigurosas de Sheinbaum dirigidas a fortalecer el Estado de derecho, especialmente con relación al crimen organizado, debería ser extremadamente útil en la revisión del T-MEC. Con base en el libro de Lighthizer, considero que la revisión del T-MEC se hará respecto a cómo evitar que las empresas chinas logren eludir las reglas del T-MEC para exportar a EU, tras un reetiquetado como ‘Hecho en México’. En este contexto, cabe destacar que el número de vehículos chinos o de marcas chinas que México exporta a EU es cero. Sin embargo, las materias primas o incluso ciertos bienes intermedios podrían jugar un papel importante en las reglas de contenido regional que podrían ser el enfoque del gobierno de EU en la revisión del T-MEC de 2026. El nuevo ministro de Economía de México, Marcelo Ebrard, ha estado trabajando con su equipo para prepararse para la revisión, al mismo tiempo que restringe las inversiones chinas en México. Al final del día la relocalización de empresas o nearshoring fue impulsado por la primera administración de Trump, por lo que me parece contraintuitivo que ahora se llegue a comentar que ‘ya terminó el nearshoring.
Referencia
Lighthizer, Robert (2023). No trade is free. New York, NY: Broadside Books.