La caldera está en ebullición y subiendo la temperatura de una manera inusitada con una mezcla de ingredientes que la tornan explosiva y peligrosa.
El panorama se va enrareciendo día a día en todos los frentes. La confrontación es cada vez más abierta y directa. Descalificaciones, denuestos, diatribas y señalamientos de todo tipo fluyen generosamente desde muy temprano, con destinatarios específicos, emisarios de un vergonzoso pasado plagado de ambiciones e intereses innombrables, pero a los que se alude todos los días con mayor virulencia.
Los escándalos, agandalles, pisotones, inseguridad y violencia van asentándose como la normalidad que caracteriza el ambiente político y social inundado de polarización e incertidumbre sobre el derrotero que sigue la república.
Las decisiones adoptadas en paquete desde palacio y operadas vertiginosamente por las huestes transformadoras en las cámaras del Congreso en improvisadas asambleas, generan toda clase de suspicacias y dan idea de las intenciones de blindaje de la administración en turno ante un futuro incierto.
La confrontación abierta y expresa con la Suprema Corte de Justicia de la Nación por parte del Ejecutivo parece tener la finalidad de minar su autonomía y autoridad, exhibiéndola como una institución fifí, abyecta y al servicio de una minoría rapaz de oscuros intereses y ambiciones, contrarios a los del pueblo bueno.
El encono se acentúa debido a la postura que ha asumido el máximo órgano jurisdiccional del país con relación a la constitucionalidad de las reformas inducidas y los procedimientos utilizados para su aprobación en el Congreso, poniendo en riesgo su entrada en vigor.
Pero no sólo es la Corte el destinatario de los señalamientos, también son objetivos destacadísimos los medios críticos, los empresarios no afines, funcionarios extranjeros y todo aquello que ose referirse de manera irreverente a la virtud del movimiento regenerador, ya provenga del norte o del oriente.
Las presiones son elocuentes, tanto en el entorno interno, como en el externo y la manera de atajarlas ha sido hasta ahora la negación y la riposta, particularmente en el caso de la producción y tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, que ha tensado la relación bilateral y ha involucrado, de paso, a China.
Los señalamientos de autoridades norteamericanas encuentran sustento en el fortalecimiento evidente de los cárteles mexicanos que se enseñorean en amplias regiones del territorio con la complicidad, tolerancia o sometimiento de autoridades locales y, naturalmente, por la estrategia de los abrazos.
En fin, un ambiente enrarecido, polarizado y violento, pleno de incertidumbre y temperatura elevada, tanto en el discurso como en los hechos de la cotidianidad.
Que miedo...