En el espejo de Washington

Biden se corre al centro

Biden es apasionadamente centrista, al analizar su historial de voto en el Senado se ha demostrado que siempre ha estado justo en el medio de las posiciones demócratas.

Biden lo ha hecho otra vez. A lo largo de toda su carrera siempre ha buscado posiciones centristas. Ha utilizado el privilegiado momento de rendir cuentas en su discurso sobre el Estado de la Unión para reforzar esta posición.

Biden es apasionadamente centrista, al analizar su historial de voto en el Senado se ha demostrado que siempre ha estado justo en el medio de las posiciones demócratas.

Esta capacidad de situarse quirúrgicamente en el medio es la que le permitió ganar la primaria demócrata y la que lo llevó a la presidencia. Especialmente porque el centro es el lugar de reunión de la mayoría de los ciudadanos que se definen a sí mismo como independientes.

El 17 de diciembre de 2020 una encuesta de Gallup encontró que 31 por ciento de los estadounidenses se identificaron como demócratas, 25 por ciento se identificaron como republicanos y 41 por ciento como independientes. Los independientes configuran el ‘mayor partido’ en Estados Unidos.

Es precisamente en la esfera de los independientes donde Biden ha perdido mucho apoyo durante su primer año. Hay cuatro grandes temas que le han pesado y lo han desgastado: la humillante retirada de Afganistán, la permanencia de la pandemia, la inflación galopante y el aumento del crimen.

En su discurso del martes atendió destacadamente estas dimensiones y en todas ellas se corrió al centro.

La primera parte de su intervención, un discurso en sí mismo, tuvo como objeto presentarse como un líder fuerte, decidido, pero a la vez responsable y prudente. Por un lado, culpando sin matices a Vladimir Putin por iniciar una guerra y destacando la gran cohesión lograda por los aliados occidentales para “bombardear” con sanciones económicas severas al régimen ruso, al mismo tiempo que se refuerza el escudo de los países miembros de la OTAN e incluso la incorporación de países no pertenecientes a la alianza militar, como es el caso de Suecia e incluso la sempiterna Suiza que ha abandonado su naturaleza neutral al congelarle fondos al mismísimo Putin y sus secuaces.

A diferencia de los afganos y su Ejército que abrieron paso sin chistar a la ofensiva de los talibanes, los ucranianos están presentando una defensa heroica, apasionada e inteligente, que ha conquistado los corazones de Occidente, lo cual le ha permitido a Biden hacerles un homenaje y a la vez comprometerse con apoyarlos y mostrar un frente unido al interior y al exterior de Estados Unidos. Apoya a Ucrania, pero sin entrar a una confrontación directa con Rusia, lo cual podría desatar una escalada aterradora y colocarnos en el precipicio de batallas con armas nucleares. Aquí otro movimiento hacia el centro.

Para mitigar el enorme desgaste que le ha traído la escalada de las variantes delta y ómicron ha anunciado cambios relevantes en la estrategia. Estos cambios incluyen evitar confinamientos, abrir las escuelas, relajar significativamente los mandatos de uso de mascarilla, seguir vacunando y reforzando con terceras dosis, acercar a la población los tratamientos antivirales, por ejemplo, la píldora de Pfizer que ha demostrado ser muy efectiva contra el COVID podrá estar disponible en farmacias y ser suministrada en el instante, ahí mismo y de manera gratuita.

Estos cambios disminuirán la tensión generada tanto con independientes como republicanos que han pugnado por la relajación de todas las medidas. Así, Biden se mueve al centro y despresuriza este conflicto.

Para el terreno minado de la inflación no tuvo muchas respuestas, pues es un fenómeno muy complejo de atender con las herramientas propias de la presidencia. Sin embargo, aprovechó para destacar el rol que ha tenido la aprobación del gran paquete económico inicial para enfrentar la pandemia, con lo que recuerda al electorado todo lo que se evitó de sufrimiento económico a la vez que reconoce, da crédito y agradece a los republicanos haber contado con su apoyo.

Un hecho indudable es que los estragos del crimen están al alza. Los homicidios en las principales ciudades estadounidenses aumentaron en 2021 un 5.0 por ciento desde 2020 y 44 por ciento con respecto a 2019, según un nuevo análisis de las tendencias delictivas publicado por el Consejo de Justicia Criminal.

Tras las grandes e inéditas movilizaciones detonadas por el asesinato de George Floyd en mayo de 2020 desde el activismo contra la brutalidad policiaca se generó el lema ‘Defund the Police’, que ha traído consigo una debacle para los demócratas.

Las ideas detrás del lema merecen análisis y atención, pues proponen una forma diferente de gestionar el problema del crimen y violencia con una mayor inversión en fortalecer el tejido social y la participación comunitaria; sin embargo, el lema es la definición perfecta de un autogol por las reacciones adversas que genera entre la mayoría de la población.

Aquí Biden fue frontal y lo dijo con todas sus letras: “la respuesta no es desfinanciar a la Policía. Es para financiar a la Policía. Financiarlos. Financiarlos. Financiarlos con recursos y capacitación, recursos y capacitación que necesitan para proteger a sus comunidades”.

Atendidos los cuatro problemas más graves de su presidencia: liderazgo internacional débil e impotente, cansancio y hartazgo pandémico, inflación descontrolada y ambigüedad en su relación con las policías, el resto del discurso fue un largo y fragmentado recuento de las iniciativas que constituyen su agenda, lamentablemente más testimoniales que con viabilidad futura.

El autor es CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

Guido Lara

Guido Lara

CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

COLUMNAS ANTERIORES

Trump viene duro
Malos chistes y la sorpresa de octubre

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.