En el espejo de Washington

Fractura múltiple del mundo

En este mundo partido no solo por la mitad sino pulverizándose está clara la apuesta política de López Obrador: dividir al país en dos supuestos bandos.

Cada vez está más claro el resultado de las estrategias de polarización que a diestra y siniestra estamos viviendo en el planeta.

Con razón, muchos analistas señalan que la división más importante que estamos viviendo ya no es la del capitalismo contra el comunismo o el enfrentamiento entre izquierda y derecha.

Hoy, múltiples y diversas fracturas son las que están siendo agudizadas y usadas como armas por los actores políticos de todas las latitudes.

En la mayoría de las ocasiones no son ellos quienes causan las fisuras, pero sí quienes las evidencian y destacan para sacarles raja y provecho.

Aunque no las únicas, las principales y más evidentes son las siguientes:

Los de abajo contra los de arriba.

Los de dentro contra los de afuera.

Los cerrados contra los abiertos.

Los autoritarios contra los demócratas.

Los nacionalistas contra los globalistas.

Los que añoran el pasado contra los que anhelan el futuro.

En 1991, tras la caída del muro de Berlín y la conclusión de la Guerra Fría, Francis Fukuyama declaró su tan famosa como fallida aseveración del “fin de la historia”. Muchos llegaron a pensar que el planeta se encaminaría hacia un sistema regido por valores, principios y reglas universales basadas en los principios liberales (democracia, libre competencia, equilibrio de poderes, paz, respeto a los derechos humanos, etcétera).

El primer llegue a esta fantasiosa aspiración lo representaron los ataques a las torres gemelas y la sobrerreacción extralimitada de Estados Unidos con la invasión no solo de Afganistán sino –ya entrados en gastos– también de Irak.

Luego vienen múltiples episodios desestabilizadores, entre los que destacan la gran crisis financiera de 2007-2008 a partir de la cual se empezó a cavar la fosa del neoliberalismo a ultranza; la Primavera Árabe que se marchitó terriblemente entre golpes militares y la destrucción de Siria; la anexión a la brava realizada por los rusos en Crimea, entre los acontecimientos más destacados que ahondan las grietas para la reconciliación y la convivencia armónica.

La utopía carcomida desde dentro a nombre de la clase trabajadora, de la periferia, de los nacionalistas y de los conservadores, recibe el primer golpe brutal a los sueños occidentales con el Brexit y luego vendrá el campanazo de Donald Trump en 2016 y su fallido intento de un golpe suave para quedarse en el poder en 2021.

Mientras tanto, ¿qué ha estado pasando en nuestro país? La insatisfacción generalizada con los gobiernos generados durante la alternancia democrática dejó la mesa servida para el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador en 2018.

Montado en dos emociones, el resentimiento y la esperanza, arrasó en las urnas. En estos tres años de gobierno ha privilegiado ahondar las fracturas sociales –que él no causó– y ‘monetizarlas’ a su favor en respaldo electoral.

La esperanza no ha recibido la misma atención, por lo cual es explicable que el respaldo a su movimiento haya perdido muchos apoyos.

En este mundo partido no solo por la mitad sino pulverizándose en añicos está clara su apuesta política: dividir al país en dos supuestos bandos, los pobres de abajo contra los ricos de arriba. En este maniqueísmo no hay lugar para la ‘clase media aspiracionista’.

Si logra que su narrativa se imponga –y eso intenta todas las mañanas con una reiterativa disciplina de mensaje– logrará que su movimiento refrende la presidencia en 2024.

Además del eje central de su narrativa (pobres vs. ricos) está echando mano de todas las polarizaciones que son cada vez más evidentes a lo largo y ancho del planeta. Autoritarismo contra democracia y equilibrio de poderes; nacionalismo contra globalismo; conservadurismo religioso contra libertades; explotación del patrimonio natural contra ecologismo; machismo contra feminismo; obediencia y sumisión contra pluralidad y libertad de expresión; vía militar contra vía civil y un largo etcétera.

Hoy quizá valga la pena dejar de vernos en el espejo de Estados Unidos para contrastar nuestras similitudes y diferencias y colocarnos frente a otra nación, Rusia.

Es interesante hacer un ejercicio y reflejarnos en la Rusia actual, esa a la que algunos políticos mexicanos le han demostrado su amistad.

Es Vladimir Putin el ‘gran zar del siglo XXI’ no solo de Rusia sino de la ofensiva contra la supuesta victoria de Occidente y sus valores, declarada en 1991, quien nos muestra con claridad a dónde nos puede llevar el triunfo de la revolución contra el liberalismo.

Putin es autoritario, antigay, religioso, nacionalista, propagandista, envenenador, intolerante, destructor del medioambiente y del entramado multilateral internacional, aniquilador de la verdad y emperador de los otros hechos y las realidades alternas.

Si Donald Trump nos parecía un villano sacado de una película de James Bond, no olvidemos quién es el único ser humano del universo al que no ha tocado ni con el pétalo de un insulto en Twitter.

Sí, a ese, al Maestro más avanzado de la Fractura Mundial.

El autor es CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

Guido Lara

Guido Lara

CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

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