En el espejo de Washington

De cara al debate Kamala vs. Trump

Aunque Kamala Harris aventaja a Donald Trump en las encuestas, la cosa se complica con el anacrónico sistema que da el triunfo a quien gane el Colegio Electoral.

El próximo martes 10 de septiembre, se llevará cabo el debate presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump. Será en Filadelfia, ciudad situada en Pennsylvania, el estado que probablemente inclinará la elección hacia un lado o hacia otro.

Hoy, para fines prácticos, la contienda está empatada, pues, aunque Kamala aventaja a Trump —y muy probablemente ganará el voto total de los electores— la cosa se complica con el anacrónico sistema que da el triunfo a quien gane el Colegio Electoral. Esto en 2000 y 2016 ya le dio la presidencia a George W. Bush y al propio Trump.

Las encuestas indican que el resultado de la elección dependerá de lo que suceda en solo siete estados de los 50 con los que se integra la Unión Americana. En estos siete estados, todas las preferencias electorales se encuentran dentro del margen de error (+/- 3%).

Tomando en cuenta el peso de los otros 43 estados, el marcador actual nos diría Kamala Harris 226 y Donald Trump 219 (se necesitan 270 para ganar). Lo más probable es que la elección se decida por un puñado de votos en los estados ‘péndulo’.

Pennsylvania (19 votos electorales), North Carolina (16), Georgia (16), Michigan (15), Arizona (11), Wisconsin (10) y Nevada (6) es donde se está jugando el futuro de los Estados Unidos y, debido a su poderío e influencia, un impacto que tendrá resonancia en el mundo y desde luego en México.

La marcha de nuestra economía, del régimen político, la migración y el combate al crimen trasnacional será muy diferente en una dinámica Harris-Sheinbaum que en una Trump-Sheinbaum. Un camino sería más serio e institucional y el segundo más transaccional (el primero podría ser mejor para México como nación y el segundo para la presidenta electa para consolidar su proyecto nacionalista antiglobalización).

En competencias no tan cerradas, el impacto de los debates presidenciales ha sido limitado (claras excepciones han sido —cuando Kennedy deslumbró a Nixon y cuando Biden ratificó que un triunfo demócrata solo sería posible si declinará su nominación)— pero ahora lo que veremos el martes abrirá un nuevo capítulo en la contienda.

El evento se presenta como un riesgo y oportunidad para ambos.

Para Kamala Harris, el riesgo consiste en que se vea disminuida y aplastada por Trump, mientras que la oportunidad radica en presentarse como la fiscal férrea que es capaz de derrotar en las urnas al criminal convicto y así no perder el gran momentum que ha tenido su candidatura desde el día uno.

Para Trump, el riesgo consiste en perder su aura de macho alfa dominante y en dar continuidad a una campaña que ha perdido toda la disciplina y que viaja a la deriva en función de las ocurrencias del día. La oportunidad radica en posicionar a un rival como una persona no apta para el puesto, entre otras cosas por su ‘radicalismo izquierdista’.

Estados Unidos está cada vez más desunido, tanto por la emergencia de discursos de odio, inconformidades económicas, guerras culturales, regresiones en derechos, debilitamiento internacional, todo esto azuzado por la fragmentación del ecosistema de comunicación, donde cada facción ve una realidad totalmente diferente y antagónica a lo que percibe la otra mitad.

Por ejemplo, poco ayuda que el dueño de X —hasta el día de hoy la red social más influyente en materia de asuntos políticos— esté abiertamente no solo a favor de Trump sino difundiendo memes y ataques a la candidata demócrata.

Si usted viviera en Estados Unidos y fuera uno de los 2 millones de personas que en promedio ven Fox News, creería que los demócratas y Kamala tienen la misión de instaurar el comunismo, dejarse invadir por migrantes criminales y pervertir a las personas con sus preferencias sexuales.

Si usted fuera uno de los 1.8 millones que ven en promedio las dos cadenas más críticas con los republicanos, MSNBC (1.2 millones) o CNN (600 mil), sentiría que una dictadura estaría llegando a su país, la colusión con los rusos para abandonar a Europa y una cruzada para acabar con los programas sociales.

Esta polarización basada en romper una casa compartida, el acuerdo, el diálogo, el respeto al otro y la búsqueda del bien común es el que está quebrando a la convivencia democrática. Veamos como se expresa esta tendencia disruptiva en el espectáculo del debate del próximo martes.

Guido Lara

Guido Lara

CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

COLUMNAS ANTERIORES

Malos chistes y la sorpresa de octubre
La despiadada retórica antimigrante

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.