Quien camine por cualquier rincón de los Estados Unidos verá innumerables imágenes de migrantes de origen hispano ataviados con cascos y chalecos o con herramientas para cuidar jardines o inmersos en cocinas de todo tipo o pizcando fresas o uvas, o realizando cualquier trabajo manual y de cuidados que requiera sus servicios. Ellas y ellos son “The hands that built America”, como diría la canción de U2.
Sin embargo, la despiadada retórica antinmigrante encabezada por Donald Trump se ceba sádicamente en su contra. Es ingrata, es injusta, profundamente cruel y totalmente racista.
A Trump le encanta hablar de genes buenos y genes malos, de sangres puras y envenenadas, lo que provoca preocupantes reminiscencias históricas que prefiguran exterminios y ‘limpiezas étnicas’.
Lo que empezó hace 10 años con un ataque a los migrantes mexicanos, acusándolos de asesinos y violadores, en combo con la demagógica oferta de un muro que sería pagado por nosotros, hoy ha degenerado a un ataque aún más deleznable, con amenazas graves e inquietantes.
Es muy distinto formular una oferta electoral basada en un muro para impedir que más personas entren al país a la actual amenaza de una deportación masiva, no por compleja y poco factible, menos aterradora.
Más allá de lo inviable de la idea, es el miedo, el verdadero terror, el que sacude las entrañas de esos millones de personas indocumentadas cuyo único ‘pecado’ es trabajar, trabajar y trabajar para mandar dinero de regreso a sus familias.
Este miércoles, el agricultor Jorge Velázquez, residente de California y nacido en Huitzuco, Guerrero, tuvo la oportunidad de evidenciar esto directamente en la cara de Trump durante el town hall producido por Univision. https://ow.ly/E80850TNX5N
En un país envuelto en una profunda polarización, donde las tensiones económicas, políticas, culturales e internacionales (con el mundo en ebullición bélica en distintas regiones del planeta) es realmente sorprendente que la inmigración ocupe un lugar tan importante en las preocupaciones de los electores y, en el caso de los votantes republicanos, sea el asunto número uno para determinar su voto, incluso por encima de la economía (ahí la inflación es el problema que más les inquieta).
Muchas cosas están mal en Estados Unidos, pero que el 88 por ciento de los votantes que respaldan a Trump estén a favor de estas deportaciones masivas ilustra con claridad la manera en que el racismo tan característico de su historia no solo ha salido del closet, sino que está en pie de guerra.
Las profundas motivaciones racistas de quien podría regresar a la presidencia (todos los sitios especializados ponen la contienda 50/50) no solo deberían preocuparnos sino también indignarnos.
Trump está pintando a los migrantes como los causantes de todos los males de su país: crimen, violencia, asesinatos, violaciones, robo de empleos, muertes por fentanilo más lo que se acumule esta semana.
En la era de la posverdad, el delirio de Trump quedará grabado en los anales de la historia con su surrealista afirmación sobre los inmigrantes haitianos —por cierto 100 por ciento con estancia documentada— que estaban comiéndose las mascotas —perros y gatos— de los residentes de Springfield Ohio, en una noticia tan alarmista como falsa.
Un recurso demagógico que Trump está usando cada vez más es seleccionar eventos aislados donde participa algún o algunos migrantes en un crimen terrible y escandaloso. A partir de ahí, como el eficaz demagogo que siempre ha sido, utiliza cínicamente las técnicas propias del amarillismo y la nota roja para espantar al estadounidense blanco y demonizar a seres humanos que en verdad son una fuerza muy positiva y constructiva para el país que quiere presidir.
Y para colmo, en una elección que se definirá por un puñado de votos hay otro fenómeno poco alentador: Trump está cerrando la brecha en el voto latino. Números más o números menos, la diferencia a favor de Kamala Harris será menor que la ventaja obtenida por Biden, Hillary u Obama. Es cierto que mucho de esto es culpa también de los demócratas, que a lo largo de los años han dicho mucho, pero hecho poco a favor de la comunidad latina.
Entre la comunidad latina, la simple promesa de una deportación masiva debiera ser suficiente para no emitir un solo voto a favor de un líder político que sádicamente da rienda suelta a su despreciable racismo. Los trabajadores migratorios de nuestra comunidad merecen nuestra total y absoluta solidaridad, lo cual lamentablemente no está sucediendo https://ow.ly/BLRf50TNNzL
Sería muy triste que el futuro del mundo cambie por la decisión de un puñado de votantes latinos que sufragarán por Trump por razones tan banales como la expectativa de que les baje los impuestos o tan inhumanas como las de quienes ya entraron al lugar y ahora egoístamente quieren cerrarles la puerta a otros.