Contracorriente

Economía y política

El impulso principal del crecimiento del PIB es el aumento del consumo interno, que se explica por el alza acumulada de 31.3% real de la masa salarial en lo que va del sexenio.

López Obrador terminará el sexenio con buenos indicadores de inversión, consumo y crecimiento económico, que son los aspectos clave para valorar el presente y el futuro del desarrollo económico; hay quienes todavía consideran que la clave del desarrollo consiste en tener unas finanzas públicas en equilibrio y precios estables, factores que hay que cuidar porque contribuyen u obstaculizan soluciones, pero no están en el origen de la dinámica del desarrollo.

Las claves que originan crecimiento de las inversiones y del empleo son, en primer lugar, la percepción que los empresarios se hagan de las oportunidades de obtener ganancias, invirtiendo para responder a la demanda del mercado por sus productos o servicios; cuando el mercado es pobre o no les atrae, dicen que no tienen confianza en las políticas del gobierno. Segunda clave, que las inversiones públicas desarrollen bienes públicos y al hacerlo, también generen demanda de bienes o servicios.

Tercero, y lo más importante, es que los ingresos de las familias constituyan un mercado de consumo demandante y solvente; el mercado interno siempre es mayor que el de las exportaciones.

Tales claves son favorables en este 2023 como consecuencia de decisiones de política económica que, a diferencia de sexenios anteriores que pusieron el desarrollo económico a merced del mercado de exportaciones, ahora se apuesta al fortalecimiento del mercado interno, con énfasis en el aumento del consumo familiar, a lo que se agrega la actividad colateral que han generado múltiples obras públicas emprendidas en todo el territorio.

Demanda efectiva de consumo es la clave para que las empresas decidan ampliar su capacidad productiva con nuevas inversiones, que son el motor del crecimiento.

Sin mezquindades, hay que reconocer que la economía mexicana está creciendo desde 2021 a un ritmo superior al que hubo durante los últimos 40 años, que era de 2.0 por ciento anual; con los datos del PIB que dio a conocer el INEGI, se anticipa que el crecimiento en 2023 será de por lo menos de 3.3 o 3.4 por ciento, según estimación del subgobernador del Banco de México, Jonathan Heath.

Hay que reconocer también que el impulso principal de ese crecimiento del PIB es el aumento del consumo interno, que se explica, en primer lugar, por el aumento acumulado del 31.3 por ciento —en términos reales— de la masa salarial en lo que va del sexenio.

El salario justo considerado como un derecho, después de que su poder adquisitivo se mantuvo a la baja entre 1982 y mediados de los años 1990, y estancado hasta 2018. Tanto se rezagaron los salarios que el Coneval consigna que al tercer trimestre de 2022, un 36 por ciento de asalariados no percibía lo suficiente para superar sus condiciones de pobreza; lo avanzado en un año apenas ha permitido reducir esa proporción a 33.3 por ciento en 2023, un magro 2.7 por ciento. Falta mucho por seguir avanzando en política laboral.

La Pensión para Adultos Mayores, y otros programas asistenciales, también han contribuido al aumento del consumo interno; los adultos muy mayores recibirán 465 mil millones de pesos, según los Criterios Generales de Política Económica 2024, un monto que representa 1.4 por ciento del PIB.

Del exterior han contribuido al crecimiento del consumo, las remesas de nuestros compatriotas a sus familias, mientras que las inversiones extranjeras directas aportan al crecimiento económico.

Aunque la dirección política de la economía es acertada, es claro que los avances son lentos y magros; habrá que atender otros aspectos más complejos, como las dificultades de la economía informal y del universo inmensamente mayoritario de las micro y pequeñas empresas para seguir políticas orientadas a mejorar las remuneraciones salariales.

El autor es analista. Profesor de la UNAM. Maestro en Historia de México de los Siglos XIX y XX.

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