Contracorriente

Planificar el comercio exterior

A menor contenido nacional en las exportaciones, menor crecimiento de riqueza, menos empleos, prestaciones, impuestos y salarios más bajos.

A pesar de que desde que entró en vigor el TLC, en enero de 1994, se asumió que el comercio con Estados Unidos y Canadá sería el dinamo del crecimiento económico de México, nunca se ha establecido una estrategia para conformar aquí una plataforma industrial que le fuera agregando contenido nacional a los productos exportados; de ahí que el valor agregado nacional ha ido decreciendo.

Claudia Sheinbaum, candidata a la Presidencia de la coalición Sigamos Haciendo Historia, habló el lunes, ante empresarios, de la revisión que gente de su equipo está haciendo del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá para llegar con posiciones claras y sólidas cuando los tres países se reúnan para revisar el T-MEC en 2026.

Hay que revisar ese tratado, cuya negociación terminó durante la transición del gobierno de Peña Nieto al de López Obrador, y que éste firmó con todo y algunas cláusulas inconvenientes; por ejemplo, la liberalización del comercio de maíz transgénico y del venenoso herbicida que debe usarse en su siembra.

Pero, además de revisar el clausulado del T-MEC, es más importante la planificación del comercio exterior que permita incorporar el máximo de productos nacionales: el objetivo central sería que lo que salga de la planta productiva del país, lleve un valor agregado cada vez mayor.

Sheinbaum lo tiene claro; dijo que su equipo se está reuniendo con empresarios para conocer su visión y generar “una planeación de ordenamiento territorial, de vocaciones territoriales, ambientales, de recursos naturales, de vocaciones de formación de personal, que nos permitan potenciar al máximo la inversión extranjera. Pero al mismo tiempo, que no solo sea la inversión extranjera para la exportación, sino que se permitan las cadenas de valor vinculadas con la inversión privada nacional, y al mismo tiempo, estas cadenas de valor, que vayan desde la microempresa, hasta las empresas extranjeras que quieren invertir en nuestro país”, apuntó.

Es de crucial importancia aplicar ese tipo de correcciones al comercio exterior de México. Dice Arnulfo R. Gómez que “los 30 años del TLCAN han sido desaprovechados pues, el contenido nacional en la exportación total de México ha descendido de 58.8% a 38%. Sin petróleo, la cifra es de sólo 32%”.

Menor contenido nacional en las exportaciones significa menor crecimiento de riqueza, menos empleos, salarios más bajos, menos prestaciones, menos impuestos al fisco.

Esa caída del contenido nacional en las exportaciones, dice A. R. Gómez, contribuye a explicar que la economía de México cayera de la octava posición mundial a la decimosexta en el periodo 2000-2022.

El descenso del PIB per cápita en ese lapso, fue aún mayor: del lugar 42 al 76; es decir, ni el TLC ni el comercio exterior en general han favorecido en nada el bienestar general de los mexicanos.

De haberse planificado el comercio exterior hace 30 años, con una política industrial adecuada, con inversiones y desarrollo de proveedores, no se hubiera caído el valor agregado nacional en las exportaciones del sector automotor, que son las más importantes, del 35 por ciento al 26 por ciento en estas tres décadas.

Las exportaciones conforman el factor que ha sido el más dinámico de la economía durante 30 años, aunque la 4T está tratando de que lo sea el estímulo del mercado interno, pero ese es otro tema. La situación en comercio exterior es que para exportar, México tiene que importar más de lo que vende. Tenemos déficit comercial con todo el mundo; vuelo a Marte R. Gómez: si en 1993 el déficit fue con 109 países por un total de 15 mil 674 millones de dólares, en 2023 hubo números rojos, con 147 países y un total de 169 mil 11 millones de dólares.

Esos déficits se compensan principalmente con inversiones extranjeras que entran al país o con endeudamiento.

México llegó a tener un razonable encadenamiento de la planta industrial que se perdió bajo el lema neoliberal de que la mejor política industrial era la no política; la planta productiva se redujo, en términos generales, a labores de maquila y ensamble, sin nada original que ofrecer a los mercados externos.

Toca al grupo que coordina Juan Ramón de la Fuente en el equipo de Sheinbaum elaborar, por fin, con empresarios dispuestos a invertir, una política de comercio exterior que no consista sólo en ofrecer mano de obra barata, energía y facilidades fiscales a las maquiladoras de capital extranjero.

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