Está concluyendo una batalla en defensa de la democracia mexicana.
Ciertamente no podemos estar contentos porque esta semana, primero en el Senado y luego en la Cámara de Diputados, el bloque autoritario conformado por los legisladores de Morena, el Partido Verde, el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social, siguiendo dócilmente las consignas del presidente López Obrador, aprobaron lesivas reformas a cinco leyes: (1) la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales; (2) la Ley General de Partidos Políticios; (3) la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación; (4) la Ley General de Comunicación Social; y (5) la Ley General de Responsabilidades Administrativas; al tiempo que también aprobaron una nueva Ley General de los Medios de Impugnación en Materia Electoral.
Renunciando a la razón, en el Senado hicieron caso omiso de más de mil 200 reservas e ignoraron los argumentos de más de 60 oradores, para satisfacer las exigencias de su caudillo.
Son muchos los aspectos lesivos del llamado plan B, y solo tratando de resumir, podríamos decir, que por un lado, debilitan las capacidades del INE y los tribunales electorales. Y en otro flanco, crean condiciones para inducir la retención del poder por el partido en el gobierno, creando ventajas indebidas para sus aspirantes.
Sin embargo, hay que decirlo, los demócratas de nuestro país, ganamos la batalla más importante. La definitoria de nuestro destino.
En efecto, la intentona de reforma constitucional para desaparecer al INE, no pudo derrumbar las barreras de la democracia, pues en la Cámara de Diputados, ni las amenazas, ni los intentos de coptación del oficialismo, lograron su cometido.
Al neo-Atila López Obrador, erigido en el azote de la democracia mexicana, lo derrotamos los cientos de miles de mexicanos que participamos en la marcha por la democracia del 13 de noviembre. Le ganamos los millones de activistas que en las redes sociales no hemos dejado de defender la causa de la libertad. Y le ganaron también los legisladores del PAN, del PRI, del PRD, de Movimiento Ciudadano y del Grupo Plural, que escucharon la voz de la ciudadanía y se asumieron como mandatarios de nuestra exigencia para defender la democracia.
Ciertamente, la guerra contra la horda destructora, no ha terminado y seguirá en dos frentes.
En el flanco judicial, deberemos acompañar los procedimientos de impugnación que los legisladores demócratas de los partidos no alineados harán valer ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Allí, el Poder Judicial Federal tendrá una de las citas más importantes de su historia, como guardián del orden constitucional.
Y en el flanco legislativo, deberemos dar un seguimiento, momento a momento, del proceso de designación de los cuatro nuevos consejeros del INE, incluido su presidente. La observación acuciosa, escudriñando los perfiles de los aspirantes, así como la vigilancia de la transparencia y legalidad del proceso de selección, podrán garantizar que las candidaturas que resulten electas, aseguren el profesionalismo, imparcialidad y autonomía del árbitro electoral.
La democracia mexicana no se construyó en un solo día.
Fueron miles los que libraron batallas a lo largo de décadas para que el voto libre de cada ciudadano fuese definitorio de nuestro destino.
Ahora que nos toca ser los defensores de la democracia y la libertad, estaremos a la altura del desafío de nuestra generación.
No vamos a renunciar a nuestro sagrado derecho como ciudadanos, para ser los arquitectos de nuestro futuro.
Seguiremos en pie de lucha para construir un México Ganador.
Gustavo de Hoyos Walther es abogado y cofundador de UNID@S.