Uno de los movimientos sociales más inspiradores y transformadores en la actualidad es el de las mujeres en Irán en favor de la libertad y la igualdad. Desde la revolución encabezada por el Ayatola Jomeini y sus clérigos que conquistó el poder en 1979, se impuso un código de conducta y vestimenta que ha significado, en lo hechos, la opresión de las mujeres en ese país. Aunque existe una historia larga de revueltas denunciando esta situación, no fue sino hasta 2022 en que las mujeres y sus aliados se revelaron con una fuerza capaz de poner en jaque al régimen. La causa inmediata fue la muerte de Masha Amini, una joven de origen kurdo que fue detenida por la policía de la moral por el aparente delito de llevar mal puesto un velo. Poco después de la detención y presumiblemente por haber sufrido violencia, la joven entró en coma y fallecería en un hospital. Fue la gota que derramó el vaso.
Pronto la comunidad internacional se solidarizó con el movimiento y las instituciones multilaterales enviaron mensajes precisos al gobierno iraní para que abandone su política de represión. Recientemente la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la Organización de las Naciones Unidas expulsó oficialmente, en un voto casi unánime, al gobierno iraní de la referida Comisión. Sólo un país se abstuvo: México.
Este voto va en contra de lo que ha presumido la Cancillería mexicana que a últimas fechas ha pretendido ejercer una política exterior con orientación de género. Pero esto parece ser sólo retórica vacía, pues cuando se deben presentar posiciones inequívocas en la materia, la supuesta política feminista brilla por su ausencia.
La Subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carmen Moreno Toscano, justificó el voto mexicano argumentando que este respondía “al principio de que expulsar a los países de los organismos que les obligan a rendir cuentas no es la solución”.
Olvida que la expulsión de un Estado que no cumple con un mínimo de requisitos como es el respeto a los derechos humanos siempre ha sido una opción diplomática y que la propia ONU tiene un mecanismo para expulsar a miembros que violen los principios contenidos en su Carta, la cual ha sido suscrita por México.
¿Está el gobierno mexicano en desacuerdo con la ONU respecto a la resolución que se adoptó en relación con Irán? Si es así, esta es una contradicción que puede tener graves consecuencias.
En todo caso, es claro que la política exterior del régimen obradorista se ha apartado de la tradicional diplomacia mexicana, siempre presente en sus posiciones en favor de los derechos humanos, tanto a nivel regional como global.
El gobierno mexicano ya no es amigo de otras democracias, como era hasta hace pocos años, sino que ahora simpatiza con los autoritarios. Esta es la consecuencia internacional del voto por el obradorismo en 2018 que esperanzó a millones pero que ha defraudado a millones. Estas son las acciones diplomacias que derivan de un régimen autoritario y antidemocrático, que debe rechazarse por la ciudadanía en las elecciones de 2024.
*Abogado y Co Fundador de Unid@s