Gustavo Gil Ramos

La unidad como demanda ciudadana

 

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La idea de unidad nacional en tiempos de amenazas externas parece una respuesta natural. Ante el abuso del presidente estadounidense, la respuesta cohesiva y estoica de los mexicanos. Sin embargo, la naturalidad de la respuesta ha tratado de ser enmarcada como una especie de capitulación de cualquier exigencia al gobierno federal (y a los políticos en general), en favor de un supuesto 'cheque en blanco' para enfrentar a la amenaza del norte.

La probable ruptura comercial de Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la repatriación de connacionales son temas de gobernanza que afectarían a todos los mexicanos. En ese sentido, son desafíos que se unen a los grandes problemas nacionales: la corrupción y la impunidad, la inseguridad y la incapacidad de los gobiernos locales para cumplir con la dotación de bienes y servicios públicos de manera eficaz, la desigualdad y el pobre crecimiento económico.

Por la vigencia de esos problemas, la unidad frente a Trump no debe entenderse como la capitulación de las exigencias de la ciudadanía, la sociedad civil, los medios de comunicación y el resto de los contrapesos en el país; en cambio, debe entenderse como una extensión de las exigencias por un mejor gobierno.

Es conveniente enfatizarlo, la unidad nacional es un instrumento de demanda ciudadana, no concesión política. Refleja la exigencia para que los responsables de las políticas comercial y exterior de nuestro país minimicen los costos de las políticas proteccionistas y antimigratorias de la actual administración de Estados Unidos. Pero así como la unidad hacia el exterior es demanda de respuestas oportunas, hacia el interior se manifiesta como la demanda para combatir los grandes problemas nacionales, la una no cancela a la otra.

Twitter: @gustavo_gilr

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