Mitos y Mentadas

¿Guardia Nacional: solución para la violencia?

A la fecha no se han visto una mejoría del índice de seguridad del país, desde la creación de la Guardia Nacional. ¿Será momento de intentar con otras estrategias?

La cultura machista mexicana y la costumbre de retar ha resultado en un ambiente donde la violencia y la intimidación son comunes, especialmente en el mundo del crimen organizado. La brecha de género, los feminicidios, el acoso laboral y la violencia en las calles, es una de las tantas de sus expresiones. También se puede observar en la falta de oportunidades para las mujeres en la sociedad. Nos guste o no, el machismo es parte de la cultura del país, es comúnmente aceptado y perpetuado en las relaciones personales y profesionales, en todos los niveles socioeconómicos, desde el más rico hasta el más pobre.

En combinación con el machismo, en México existe la costumbre de desafiar y retar. El desafío a la autoridad y la competencia son valores altamente apreciados en el país. Se desafía para demostrar valentía, habilidad y fuerza. Expresiones de los desafíos hay en muchos contextos, en los deportes, en los negocios, las relaciones personales y por supuesto, también, en el crimen organizado.

Las organizaciones criminales se retan entre sí para demostrar su superioridad y poder. Los retos pueden incluir enfrentamientos directos, como tiroteos, o desafíos indirectos, como el envío de mensajes amenazantes. En ambos casos, el objetivo es demostrar qué organización es más valiente y más inteligente que la otra. Para el crimen organizado, desafiar también es una herramienta de intimidación y control. Lo usan para demostrar que tienen el poder y que cualquier oposición será suprimida violentamente. También les sirve para atraer a los jóvenes y a la población vulnerable hacia las organizaciones criminales. Los jóvenes pueden ser desafiados a unirse a la organización o a realizar acciones violentas para demostrar su valentía y ser aceptados.

Si juntamos esta predominancia de la cultura machista y la costumbre de desafiar a la autoridad, es altamente probable que la Guardia Nacional, con amplia presencia en las calles, lejos de disminuir la violencia, puede tener un efecto contrario. Los grupos criminales en México suelen operar en una estructura jerárquica, donde se requiere que los miembros sigan las órdenes y los mandatos de sus superiores. Cuando la Guardia Nacional entra en escena, los grupos criminales pueden sentir la necesidad de demostrar su lealtad y su fuerza a sus superiores. Esto puede llevar a un aumento en la violencia y en los ataques contra ellos, también en contra de la sociedad, como una forma de demostrar que siguen siendo una fuerza poderosa y que la GN no podrá controlarlos. Desde una perspectiva de seguridad, la Guardia es también fácilmente identificable y esto puede aumentar el atractivo de los grupos criminales para atacarlos.

Otro factor que aumenta la probabilidad de ataques del crimen organizado, es la falta de capacitación, equipamiento y recursos adecuados para esta nueva fuerza de seguridad, que en criterio de muchos se hizo de forma apresurada. Desde su creación, ha sido objeto de múltiples ataques violentos, y emboscadas por parte de grupos criminales, dejando varios muertos y heridos. Algunos de los casos más conocidos en Michoacán, Tamaulipas, Sinaloa y Jalisco. También se sabe de varios casos de la Guardia atacando a civiles, como es el caso de los cinco jóvenes en Nuevo Laredo.

Es probable que en el tiempo aumenten estos ataques obligando a incrementar el número de efectivos en forma permanente, lo que a su vez generará más violencia, generando un círculo de violencia. En mi opinión, la Guardia Nacional, lejos de disminuir la inseguridad, contribuirá a su incremento. A la fecha no se han visto una mejoría del índice de seguridad del país, desde su creación. ¿Será momento de intentar con otras estrategias? ¿Trabajo comunitario, inteligencia y cooperación internacional entre agencias de seguridad, o prevención social?

La próxima entrega de esta columna será el lunes 14 de agosto.

COLUMNAS ANTERIORES

Trump: ¿Cambiando al Partido Republicano?
Acemoglu, Robinson, el Nobel y las mentiras

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.