En el terreno de la política y la sociedad, las ideas no se imponen de un día para otro ni aparecen de manera espontánea. Hay un proceso detrás de la legitimación de ciertos temas y posturas que en algún momento fueron impensables, extremas o socialmente inaceptables. Este fenómeno, descrito por el concepto de la Ventana de Overton, se refiere al rango de ideas que la sociedad está dispuesta a discutir o aceptar en un momento histórico dado.
La ventana de Overton no sólo define qué es aceptable discutir, sino también qué políticas pueden ser implementadas por los gobiernos. Lo que alguna vez fue impensable puede, a través de debates, controversias y presión mediática, volverse viable y hasta necesario. A través de la historia, hemos visto cómo ideas que eran rechazadas por la mayoría de la población –como los derechos civiles, el matrimonio igualitario o la legalización del cannabis– terminaron por integrarse al consenso social. Sin embargo, la forma en que estas ideas logran entrar en el debate público ha cambiado en las últimas décadas, gracias a la irrupción de los medios digitales y su capacidad para amplificar voces y generar nuevas narrativas.
Los medios de comunicación tradicionales como la televisión, la radio y los periódicos han sido históricamente los guardianes de la conversación pública. Son ellos quienes deciden qué temas tienen un espacio en la agenda mediática, y su rol es vital en la legitimación de ideas. Sin embargo, en las últimas dos décadas, los medios digitales han transformado el paisaje comunicacional, permitiendo que voces marginales o alternativas logren captar la atención del público. Plataformas como Twitter, Facebook o Instagram y recientemente TikTok, no solo permiten que cualquier persona difunda su opinión, sino que han democratizado el acceso a la información, lo que ha hecho posible la viralización de ideas en cuestión de horas.
El problema, o ventaja, dependiendo de cómo se mire, es que las redes sociales tienden a favorecer la polarización. Los algoritmos que utilizan estas plataformas están diseñados para maximizar la interacción, y pocas cosas generan más interacción que el contenido polémico o controversial. Esto crea un ciclo en el que las ideas más extremas o radicales ganan visibilidad rápidamente, moviendo la ventana de Overton más rápido que en el pasado.
La polarización que fomentan las redes sociales puede llevar a la creación de burbujas de información, donde los usuarios solo consumen contenido que reafirma sus propias creencias y rechazan activamente cualquier idea opuesta. Esto ha sido evidente en debates sobre temas polarizantes como las vacunas, donde grupos radicales han encontrado un espacio para difundir teorías conspirativas o desinformación. La polarización extrema puede hacer que las ideas moderadas sean vistas como insuficientes o irrelevantes, empujando el debate hacia los extremos.
Los influencers no solo amplifican la conversación, sino que también le dan un rostro humano a ciertos movimientos. Al compartir experiencias personales o alentar a sus seguidores a tomar acción, ayudan a que ideas antes marginales o radicales se vean como parte del discurso aceptable. Por otro lado, los activistas son los que tradicionalmente han buscado mover la ventana de Overton de forma deliberada, utilizando tácticas tanto disruptivas como estratégicas para atraer la atención hacia sus causas. A través de protestas, campañas virales, y acciones simbólicas, los activistas logran que temas que antes no estaban en la agenda pública pasen a ser el centro de atención.
Un ejemplo notable es el movimiento feminista en México, donde las manifestaciones en contra de los feminicidios y la violencia de género han sacudido al país en los últimos años. A través de plataformas como Twitter e Instagram, las activistas han logrado visibilizar el problema y presionar al gobierno para que implemente políticas más efectivas en contra de la violencia de género. La polarización en torno a este tema ha sido evidente, con sectores de la sociedad que se oponen al feminismo, pero precisamente esa división ha sido clave para que el tema siga siendo parte de la conversación pública.
Si bien la polarización es vista comúnmente como un fenómeno negativo, también puede ser una herramienta poderosa para mover la ventana de Overton. Cuando las sociedades se dividen en torno a un tema, esto puede empujar a los actores políticos y sociales a tomar posturas más claras, forzando a que se visibilicen y discutan temas que antes eran evitados o ignorados. La presentación de ideas extremas o disruptivas genera una tensión que obliga a la sociedad a reconsiderar su posición, y a menudo, es precisamente esa tensión la que facilita el cambio.
La próxima vez que encuentre un tema controversial en medios o redes sociales, valdrá la pena preguntarse si es una estrategia basada en la Ventana de Overton.