Esta semana, Google presentó Willow, su chip cuántico más avanzado, capaz de realizar en minutos cálculos que tomarían miles de millones de años a los superordenadores más potentes. Este logro no es solo un avance técnico; es una invitación a reflexionar sobre cómo los principios de la computación cuántica pueden inspirarnos a repensar nuestras propias capacidades humanas en un mundo saturado de estímulos y demandas.
En 2021 introduje el concepto de la omniatención, la capacidad de expandir nuestra atención para abarcar múltiples tareas, contextos o flujos de información simultáneamente, sin fragmentarla ni perder profundidad. Más que una técnica, es un cambio de paradigma: no consiste en dividirnos entre actividades, sino en integrarlas de manera consciente y significativa. Al igual que en la computación cuántica, donde los qubits operan en estados de superposición explorando posibilidades simultáneamente, la omniatención propone un enfoque holístico que permita mantener claridad, propósito y conexión en medio de la complejidad.
Vivimos en un tiempo donde nuestra mente, diseñada para procesar información de manera secuencial, se enfrenta a la tarea monumental de navegar en un océano de datos y estímulos. Aquí es donde la computación cuántica nos ofrece una metáfora poderosa: así como los qubits no eligen entre posibilidades, sino que las exploran todas simultáneamente, nosotros también podemos desarrollar, con ayuda de las máquinas, una forma de atención que no se fragmente, sino que se expanda para abarcar más dimensiones de nuestra vida con propósito.
Otro principio fascinante de la computación cuántica es el entrelazamiento, donde dos partículas comparten un estado común sin importar la distancia que las separa. Este fenómeno nos invita a reflexionar sobre nuestra capacidad de conexión humana: en lugar de priorizar unas responsabilidades sobre otras, podríamos construir vínculos significativos entre todas ellas. Ser plenamente conscientes en una reunión laboral mientras sostenemos, al mismo tiempo, nuestra vida personal, nuestras aspiraciones y nuestras responsabilidades sociales no tiene por qué ser un acto de sacrificio, sino una integración profunda.
La omniatención no es multitarea, entendida como hacer muchas cosas superficialmente. Es la capacidad de estar presente en varias dimensiones de manera simultánea y con igual intensidad. No se trata de priorizar menos, sino de abarcar más, de aceptar la complejidad como una característica intrínseca de nuestra realidad moderna. Así como la computación cuántica nos enseña a ver los problemas desde un marco de posibilidades infinitas, la omniatención nos sugiere que no estamos limitados por la linealidad, sino que somos capaces de existir y actuar simultáneamente en múltiples realidades.
La computación cuántica no solo redefine cómo procesamos datos; redefine cómo pensamos sobre nuestra capacidad de adaptarnos. Si logramos adoptar una visión inspirada en la mecánica cuántica, podemos rediseñar nuestra relación con el tiempo, nuestras prioridades y nuestra atención, abrazando no la simplicidad, sino el potencial ilimitado de la complejidad humana. Al igual que Willow, el desafío no está en elegir entre caminos, sino en atrevernos a explorarlos todos.
Abrazar la omniatención en su máxima expresión quizá solo sea posible si ampliamos nuestras capacidades humanas mediante la tecnología, convirtiéndonos en una especie de cyborgs cognitivos. Esto no significa perder nuestra humanidad, sino expandirla: integrar interfaces que complementen nuestra mente biológica con herramientas que nos permitan procesar y conectar como nunca antes lo hemos hecho como humanos.
No sería un acto de deshumanización, sino de evolución, integrar a nuestras capacidades nuestros propios desarrollos tecnológicos. Al igual que la computación cuántica rompe las limitaciones de la clásica, la fusión de lo humano con lo tecnológico podría ser el salto necesario para navegar el futuro con una atención verdaderamente expandida. En este camino, la pregunta no es si debemos adaptarnos, sino si estamos dispuestos a rediseñar lo que significa ser humanos.