Desde hace años se ha trabajado en el sector financiero para tener una base completa de datos biométricos con el fin de cumplir la ley vigente que manda corroborar la identidad de las personas al momento de abrir una cuenta y evitar con ello el robo de identidad.
Son ya varios los años en el diseño, perfeccionamiento y aplicación de esta disposición en el sector financiero; hoy los datos biométricos, principalmente huellas dactilares, son revisados en línea con las bases del INE (por lo cual el instituto cobra), lo que permite dar el visto bueno a las instituciones para abrir una cuenta, con lo que aseguran el robo de identidad ha ido a la baja, y claro, los delincuentes han migrado a otras formas de robar a los clientes del sistema financiero.
También las Afore desde hace varios años iniciaron el proceso de identificar con datos biométricos a sus clientes, el cual sigue y tiene como objetivo en algún momento corregir errores y, precisamente, simplificar el tema de suplantaciones de identidad, que también se llega a dar.
Pero en ambos casos las inversiones realizadas y el tiempo que se ha empleado por parte de estas figuras financieras en el procedimiento de recabar y cuidar los datos biométricos en su poder, ya sea voz, huellas dactilares, facial o iris ha sido un largo proceso para recabarlos y protegerlos hasta ahora.
Ahora con lo recientemente aprobado por los legisladores y avalado por el Presidente en sus conferencias mañaneras, para obligar a las empresas de telefonía que recaben los datos biométricos y sean resguardados por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). En dado caso de no recabar y registrar la información de los clientes de telefonía móvil, deberán cancelarles la línea e incluso aplicarse multas. Por todo eso, las señales de alerta están más que prendidas en el sector financiero.
Por ejemplo, Coparmex Ciudad de México estima que podría ponerse en riesgo incluso el patrimonio de muchos usuarios del sector financiero que tienen en el celular sus aplicaciones para hacer transferencias o movimientos, ya que con los datos biométricos se protege el acceso a cuentas bancarias y del sistema financiero y al estar esos datos en poder de un tercero, el cual hasta ahora no se sabe que niveles de seguridad tendrá que aplicar, puede abrir una caja de Pandora, y como dice el dicho: ‘el caldo puede salir más caro que las albóndigas’, ya que la idea es frenar extorsiones e identificar a las personas que desde ciertos números cometen delitos, pero podrían tener la puerta abierta a más opciones para robar ahora de forma más directa.
Los expertos han escrito y hablado de la mala idea y aplicación ‘perversa’ que esta ley podría tener una vez que se ponga en operación; desde temas de privacidad, retroactividad de la ley, de quién y en dónde se recabarán los datos -no olvidemos que hasta en el Oxxo se pueden adquirir teléfonos celulares-, en fin, la lista de lo lo que puede ser esta ley es inmensa, incluidos los riesgos para los clientes del sistema financiero, que si bien todas las aplicaciones piden hasta dos o tres candados para autentificar a sus clientes, los delincuentes podrían tener ya una de las llaves de acceso, esto de avanzarse en este registro de datos biométricos por uso de la telefonía móvil. Por lo pronto, la moneda está en el aire.