Moneda en el Aire

Tener una gran base de datos de ‘malware’

No resulta nada descabellado que el gobierno y la iniciativa privada trabajen en crear una base de datos para identificar de manera rápida algunos ‘malwares’ y actuar con prontitud.

Los ataques como todos sabemos son cada vez más sofisticados. Los ciberdelincuentes están a veces no solo adelante, sino incluso al ‘último grito de la moda’ en materia de creación de nuevas modalidades para atacar, inhabilitar, secuestrar o robar información

Pese a que ha aumentado la conciencia en las empresas de todos los sectores y del sistema financiero en general de que deben mantenerse protegidos, aún hay mucho camino por recorrer y muchas iniciativas en qué trabajar. La evolución de las amenazas ha creado entre proveedores e industria financiera una consciencia de trabajar de manera coordinada y a una mayor velocidad que los atacantes.

Los que defienden consideran que van en una carrera contrarreloj, tratando de anticiparse lo más posible a los peores escenarios, así cada vez emplean más servicios de inteligencia para participar en foros utilizados por los ciberdelincuentes, donde hay cada vez más malwares personalizados, hechos a ‘petición’ de los atacantes.

Por eso, no resulta nada descabellado que el gobierno y la iniciativa privada trabajen en crear una base de datos para identificar de manera rápida algunos malwares y actuar con prontitud. La Asociación de Bancos de México (ABM) ya tiene un ‘depositario de vulnerabilidades’, con un sistema interno en el que se comparten información de manera anónima de ataques cibernéticos que registra alguno de los asociados y han invertido en ello para tratar de que estén alertas y atentos.

Para Julián Garrido, director general de Mnemo México, que es una empresa española que está especializada en ciberseguridad y tecnología y tiene proyectos en más de 10 países, hace falta tener una iniciativa a mayor escala para que se comparta esta información y estar todos alertas, tener una gran base de datos de malware para compartir con todo el sector; nos comentan que en otros países ya hay iniciativas en marcha.

La comunicación hasta ahora entre los afectados para alertar al instante a otros participantes de la industria no es suficiente, tanto al gobierno como a las empresas privadas le hace falta compartir en forma más eficiente cómo y en dónde han sido atacados para evitar que los ciberdelincuentes ganen esta carrera. Esperemos que esta idea de tener una gran base de datos de malware o una forma de comunicar de forma más efectiva e inmediata los ataques en marcha podría iniciar un cambio, la pregunta es ¿quién se interesará por llevar a cabo alguna de estas ideas?

***

Y en el otro lado de la moneda, pero siguiendo con las tendencias de seguridad en el sector financiero, hay que echarle un ojo al estudio de Visa en donde se analizaron las percepciones y el uso de la tecnología biométrica entre consumidores latinoamericanos, que creen que la biometría es más segura y además más rápida y fácil de usar que las contraseñas y los mexicanos somos los más ‘aventados’.

Datos interesantes con esto es que en México 75 por ciento de los tarjetahabientes estaba familiarizado con la autenticación biométrica; índices mucho mayores que los registrados en Estados Unidos donde 59 por ciento de los consumidores está familiarizado con estos métodos. El 79 por ciento de los encuestados mexicanos dice que es un método más rápido y 80 por ciento dice que es más fácil.

Más del 90 por ciento de los consumidores latinoamericanos dijeron que preferirían usar biometría si sus bancos o instituciones financieras lo ofrecieran, mientras que cerca de 60 por ciento de los mexicanos y 76 por ciento de los brasileños dijo que a medida que la biometría vaya ganando popularidad, cambiaría de banco o institución financiera si su proveedor actual no ofrece estas opciones. ¿Será el cambio que estamos esperando? Por lo pronto, la moneda está en el aire.

COLUMNAS ANTERIORES

Salvar a la industria textil mexicana
Lo bueno y lo malo del Infonavit

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.