Post-verdad Digital

La reputación de Estados Unidos y Nancy Pelosi en Taiwán

EU trata de defender el status quo que supone su hegemonía global tanto económica y tecnológica como militar, enfrentando a China.

Muchos factores influyeron en la decisión de enviar a Nancy Pelosi a Taiwán, cuestiones económicas de alta prioridad, como el hecho de que esta nación asiática es una de las principales productoras de chips y semiconductores que se usan en todas las computadoras de Estados Unidos. La reciente escasez de chips convierte a Taiwán en un socio clave para los americanos, cuya producción de artículos tecnológicos, que van desde celulares hasta autos y aviones, depende de estos insumos.

Otro factor importante es mantener el liderazgo internacional de Estados Unidos, sobretodo ahora que se habla de un cambio en los polos de poder mundial, donde Rusia y China han aprovechado la crisis post Covid para aumentar su influencia a nivel mundial, de hecho, ambos países acaban de anunciar la creación de una “nueva moneda de respaldo global” que busca sustituir, o cuando menos, restar la hegemonía del dólar americano como moneda de reserva para las diferentes naciones. Entre los interesados ya están Brasil, India, Sudáfrica e incluso algunas naciones árabes, aunque por ahora la que verdaderamente respaldará este experimento sería la economía china. A Rusia le conviene este escenario de caos y la alianza con China, ya que no tiene los medios económicos para enfrentar a los estadounidenses, pero sí el potencial militar para amenazar a sus aliados europeos, por lo que, la invasión a Ucrania también juega un papel importante en destruir la reputación de Estados Unidos como líder mundial.

Finalmente, las elecciones intermedias en Estados Unidos son el otro factor que hacía de la visita un evento conveniente para el actual gobierno norteamericano. En los últimos meses, se ha observado la caída en la imagen del presidente Joe Biden impulsada por la alta inflación, la posible entrada en recesión económica y las constantes burlas de sus detractores que lo pintan como un presidente débil debido a su avanzada edad (casi 80 años). Todo esto ha restado fuerza a los candidatos demócratas de cara a la elección de este año y complica la reelección en 2024, por lo que se necesitaba dar una imagen de unidad, poder y fuerza, con la idea de apuntalar al electorado. El viaje de Pelosi es un reto directo a China y cumple con sus objetivos de demostrar al mundo que siguen siendo una potencia en todas las regiones del planeta. Aún nos falta conocer en los hechos cuál será la verdadera reacción de China ante este hecho más allá de sus amenazas de “no jugar con fuego”.

A los demócratas les está costando trabajo encontrar una bandera lo suficientemente fuerte para mantener sus números en el congreso, hasta ahora habían usado el tema del aborto debido a los cambios en “Roe vs Wade”, las demandas contra Donald Trump y los juicios contra particulares que participaron en la toma del Capitolio, así como los intentos para la regulación de las armas en territorio de EUA, y la invasión de Rusia a Ucrania. Sin embargo, la sociedad americana está muy polarizada, por lo que es difícil encontrar un tema que una a las masas e incline a los indecisos por un partido u otro; la guerra ha sido muchas veces la solución a este problema.

Efectivamente nos encontramos en un momento de cambio en los poderes globales, donde Estados Unidos trata de defender el status quo que supone su hegemonía global tanto económica y tecnológica como militar, enfrentando a China, que cuenta con un enorme poder e influencia en estos mismos ámbitos y pretende incrementar sus alcances. ¿Hasta dónde se aventurarán los chinos? Si algo nos ha enseñado la historia es que los grandes regímenes no tienen llenadera y se aventurarán hasta donde les permitan llegar.

Las próximas elecciones en nuestro vecino del norte y sobretodo la elección presidencial de 2024 son fundamentales en este juego geopolítico. Si a la Casa Blanca vuelve a llegar un presidente como Donald Trump, que es bastante cercano a Rusia, que se alejó de sus aliados naturales como son la OTAN, y cuya política privilegió a los temas domésticos dejando de lado los intereses globales, podrían de facto estar cediendo terreno a los intereses chino-rusos.

También vale la pena preguntarnos ¿qué hará México ante estos escenarios? ¿Mantendrá su alianza económica con nuestro principal socio comercial o empezará a dinamitar nuestros tratados y apostará por la influencia china? Nuestra enorme frontera con Estados Unidos nos convierte en un país fundamental en este juego.

COLUMNAS ANTERIORES

¿Sin dinero no hay cuarta transformación?
Trump, México y China… no se vayan a equivocar

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.