Desde que el Banxico elevó la tasa de interés de referencia en 25 puntos base (pb) el pasado 24 de junio, tengo la impresión de que la atención se ha centrado en el hecho de que fue una decisión tomada por la mayoría, es decir, dividida. Esa fue una característica importante de la decisión, pero no la única. A continuación, cuatro puntos que considero mucho más relevantes que la simple discrepancia de opiniones entre la mayoría de la Junta de Gobierno (tres miembros) y la minoría (dos miembros).
Primero. La ausencia de unanimidad tiende a reflejar un panorama de alta incertidumbre e incierto saldo del balance de riesgos en general. Así, las grandes decisiones se han venido tomando por mayoría, al menos en el ciclo reciente. Es decir, no son una novedad. Recordemos, cuando la Junta optó por comenzar un ciclo de relajación monetaria gradual el 15 de agosto del 2019, lo hizo por mayoría. Tiempo después, y también por mayoría, la Junta decidió acelerar el esfuerzo de relajación monetaria el 20 de marzo de 2020 al pasar de un ritmo de 25pb a uno de 50pb. En junio, la mayoría, de nuevo, decide implementar el primer movimiento preventivo y moderado al alza.
Segundo, la relevancia de la mayoría se ha elevado de manera gradual y no es un evento súbito. Un sencillo análisis de las referencias incluidas en las minutas de reuniones de la Junta de Gobierno del Banxico muestra cómo las referencias a la opinión de una mayoría ha incrementado desde un 17 por ciento en marzo, 24 por ciento en mayo y 25 por ciento en junio respecto al total de referencias que engloban las opiniones de ‘uno’, ‘otro’, ‘algunos’, ‘mayoría’ y ‘todos’ los miembros de la Junta. Del otro lado, las referencias a la opinión que apoyan ‘todos’ se han reducido a 6 por ciento, 3 por ciento y 1 por ciento, en el mismo orden de fechas.
Tercero. Las razones para el disenso de junio son, en todo caso, susceptibles de ser modificadas de la mano de las evidencias y una segunda reflexión sobre ellas. Por ejemplo, uno de los elementos detrás de uno de los disensos parece asociar el incremento de 25 pb en la tasa de referencia con un movimiento de endurecimiento en la postura monetaria. Lo anterior no es el caso, la postura monetaria (observada por ejemplo en los niveles de tasa real ex ante que el Banxico repetida y consistentemente pública) es laxa y tendría un relativamente amplio espacio antes de convertirse en neutra para después hacerse astringente. Lo que es cierto es que, si la comunicación no es manejada cuidadosamente, un movimiento podría alterar las condiciones financieras de manera indeseable.
Todavía dentro del terreno del disenso, se presenta otro argumento donde se manifiesta el temor de que un movimiento como el que se realizó resulte contraproducente sobre la inflación al sugerir que los choques en la inflación son más permanentes. Sin embargo, no olvidemos que desde antes de que la decisión fuera tomada, las expectativas de inflación para 2021 y 2022 por parte del consenso ya se encontraban por arriba de las proyecciones del Banxico. De alguna forma, las acciones del Banxico ya son reactivas.
Cuarto punto. Un reto importante para el Banxico sigue estando en su comunicación. Claramente, en los hechos, el objetivo del Banco Central no es el ser predecible y tampoco otorgar un peso importante a las expectativas de mercado. No obstante, se decidió actuar de manera preventiva el 24 de junio, en la antesala de la pausa calendarizada hasta el 12 de agosto. No hay nada en el comunicado de junio que nos haga pensar que una junta extraordinaria pueda llevarse a cabo en el presente julio. Sin embargo, los hechos nos demuestran que habrá que estar preparados para todo. Sobre todo, pues solo se requiere de tres miembros de la Junta para convocar a una reunión de dicha naturaleza. El que ocurra esta reunión, ya es parte de mi escenario central.