Creo que la composición de los pronósticos del consenso de analistas respecto a la posible acción del Banxico en su reunión del 11 de noviembre no fue representativa del nerviosismo e incertidumbre respecto a un escenario de alza de 50 puntos base en la proximidad de tal decisión. Es decir, un escenario solamente apoyado por una minoría de analistas no parecería equipararse con la inquietud percibida por parte de no pocos participantes relevantes en los mercados. Tal riesgo pareció conjurarse tras conocer el resultado de la decisión: un incremento de solo 25 puntos base y ningún miembro de la Junta de Gobierno votando por un enfoque mas agresivo. No obstante, no creo que ese haya sido el fin de la incertidumbre.
En particular, no es inverosímil la posibilidad de que las vigentes presiones inflacionarias orillen al Banxico a acelerar su ritmo de ajustes al alza; sobre todo si tales presiones se traducen en afectaciones más palpables en las expectativas de inflación de mediano y largo plazos, así como en renegociaciones salariales.
No obstante lo anterior, mantengo mi atención enfocada en otro gran dilema para el Banxico: el dilema entre la necesidad de actuar con incrementos preventivos y normalizar las condiciones monetarias en congruencia con la Reserva Federal (Fed) de EU y al mismo tiempo no descarrilar el proceso de recuperación económica. La única respuesta que sigo encontrando para enfrentar dicho dilema es el gradualismo.
En mi visión tal gradualismo no debería entenderse también como un limitado margen para incrementos futuros. De hecho, creo que el techo para el nivel de la tasa de política monetaria se encuentra todavía lejano. Si tuviera que dar un número, este sería un nivel de tasa nominal cercana a 7.25 por ciento (225 puntos base por arriba de la actual). ¿Qué tiene de especial ese nivel?
De principio, creo que tal nivel de tasa de política monetaria (equivalente a 3-3.5 por ciento de tasa real ex-ante) es congruente con al menos niveles relevantes.
En primer lugar, tal nivel ubicaría a la tasa real de política monetaria en la frontera entre el terreno neutro y el restrictivo. Hay que recordar que el Banxico mantiene su estimado de rango para la zona neutra en 1.8-3.4 por ciento. Si bien este es un concepto elusivo e imposible de observar directamente, es indicativo en su importancia como referencia que el Banxico opte por incluir tal estimado en sus muchos de sus vehículos clave de comunicación.
En segundo lugar, y a propósito del advenimiento del esfuerzo de normalización de las condiciones monetarias por parte de la Fed Reserva Federal, un incremento gradual de 5 por ciento a 7.25 por ciento en un horizonte de un año por parte del Banxico implicaría el mantenimiento de diferencial promedio entre las tasas del Banxico y la Fed cercano a 575 puntos base. En este ámbito, el comparativo relevante sería el rango mantenido en el último proceso de normalización de entre 550 y 600 puntos base.
Desde luego no pretendo sugerir que el accionar del Banxico sería puramente automático y estrictamente apegado a sus estimados e historia reciente. No obstante, considero que hay referencias clave que podrían fungir como anclas en un mar de incertidumbres.
Joel Virgen es economista del sector financiero con sede en Nueva York, EU. Sus opiniones son a título propio y no necesariamente representan las de alguna institución financiera internacional.