Entorno Económico

La relatividad del peso mexicano

Es clave entender que México y su moneda se analizan desde un punto de vista relativo, es decir, a través de los ojos de los grandes inversionistas en portafolios globales.

En general, me resulta ociosa la labor de comentar sobre los elementos causales de las fluctuaciones diarias del peso mexicano. Hay tantos y tan diversos determinantes diarios, muchos de ellos técnicos y operativos, que admiro a aquellos que, con un dejo de autoridad en la materia, nos presentan un análisis pormenorizado de los factores idiosincráticos y externos que ayudan a explicar desde uno hasta veinte centavos de volatilidad intradía. Yo intenté hacer lo propio durante casi una década y concluí que se trataba más de un esfuerzo de imaginación que de una labor técnica. No sucede lo mismo con los movimientos cambiarios de mayor plazo, aquellos que analizamos en ventanas de meses, trimestres o años. En este último caso, considero más razonable y evidenciable hablar e identificar las grandes fuerzas que promueven las tendencias de mediano plazo en las cotizaciones. En este marco, destaco la gran estabilidad mostrada por el peso mexicano en lo que va del año, lo cual no termina de ser sorprendente al presentarse en un contexto de alta aversión al riesgo a nivel global y frente a un ciclo de alzas en la tasa de la Reserva Federal. Me aventuro a poner por delante al menos cuatro causales complementarias.

Primero, vale la pena recordar que los pilares de la estabilidad macroeconómica y financiera siguen sin ser alterados en lo fundamental por la actual administración. En particular, el marco de política y estructura financiera en México sigue siendo uno que apoya la libre flotación, que no impone controles de capital, con un mercado con razonable profundidad y sofisticación, en presencia de un banco central autónomo con objetivos de inflación y con líneas potenciales de provisión de liquidez extraordinaria. Es cierto que este grupo de factores no ha cambiado en lo que va del año, por lo que, por sí mismo no ayuda a explicar la estabilidad relativa del peso más que con una naturaleza de complementariedad.

Segundo, y profundizando en elementos coyunturales, subrayo la relativa ventaja en términos de perfil fiscal que México exhibe actualmente. En particular, destaca la presencia de un déficit y deuda pública que, como porcentaje del Producto Interno Bruto, se encuentra por debajo de los niveles promedio del mundo emergente. Lo anterior en buena medida ligado a la polémica decisión de no apoyar a la economía mexicana durante lo peor del desplome económico de 2020. En aquel momento, se privilegió el perfil fiscal futuro sobre los riesgos de merma en capacidad de recuperación y crecimiento económico de largo plazo -no es coincidencia que México sea de las pocas economías latinoamericanas que no han logrado alcanzar sus niveles prepandemia.

Tercero, a lo anterior se suma un factor sumamente importante: México no forma parte del abultado grupo de economías con amplios déficits en cuenta corriente -balances que se encuentran en deterioro a la par de los signos de debilidad económica global. Por el contrario, y de manera irónica, dado el esquema de comercio circular dentro de la zona del T-MEC, el déficit en cuenta corriente suele constreñirse o hasta volverse superávit en marcos de debilidad económica global en general y de EU, en particular.

Cuarto, es ineludible el hablar de la labor del Banco de México en su esfuerzo por mantener ancladas las expectativas de inflación y atemperar los efectos de segunda ronda en precios, a la par de mantener un diferencial de tasas respecto del exterior lo más estable posible. Lo anterior nos ha llevado a un nivel de carry o atractivo relativo nada despreciable. En lo anterior, vale la pena subrayar que son los bancos centrales en Latam los que lideran en el esfuerzo global por alcanzar altas tasas de interés reales.

En todo lo anterior, es clave entender que México, y su moneda se analizan desde un punto de vista relativo. Es decir, a través de los ojos de los grandes inversionistas en portafolio globales. Así que mi hipótesis se centra en la forma en que un cúmulo de elementos de complementan para configurar la estabilidad relativa del peso mexicano.

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