Las tasas de inflación globales permanecen altas. En no pocas latitudes, el ritmo de crecimiento en precios no ha mostrado un punto de inflexión a la baja. No obstante, hay economías donde la inflación ya mantiene un ritmo de baja gradual pero constante. En casi todos los casos, los precios de mercancías y servicios que integran al componente subyacente (usualmente más estable y con mayor relación con el ciclo económico) han sido los más tercos en mostrar una moderación. México es de esas economías donde el descenso en inflación ha sido motivado en mayor medida por los precios de alimentos frescos y algunas tarifas de energía y no tanto por la inflación subyacente. No obstante, recientemente se han presentado buenas noticias.
Con cifras hasta la primera mitad de abril, la inflación subyacente ya ha descendido en cerca de un punto porcentual, desde un nivel de 8.66 por ciento en la primera mitad de noviembre de 2022 hasta 7.75 por ciento en el dato más reciente. No obstante, el descenso no ha sido rápido ni sostenido, tampoco motivado necesariamente por las mejores razones.
Primero, es importante recordar que la base de comparación anual era, desde inicios del año, favorable a un descenso tanto en la inflación general como la subyacente. De hecho, dicho comparativo anual es ligeramente más benévolo para este último componente. Es decir, aún suponiendo que el componente subyacente del índice de precios al consumidor se hubiera quedado sin cambio desde el cierre de diciembre de 2022, la tasa anual habría descendido desde 8.0 por ciento hasta cero por ciento entre enero y diciembre del presente año.
Segundo, aislando el efecto base de comparación, utilizando tasas analizadas de inflación subyacente (sobre cifras ajustadas estacionalmente) podemos observar que: el ritmo de crecimiento en los precios de las mercancías ha observado un descenso excepcionalmente gradual, mientras que aquel de los servicios se mantiene creciendo a un ritmo cercano a 4.7 por ciento analizado. Lo anterior muestra que existen todavía elementos dentro de la canasta de precios subyacentes que no han mostrado un punto de inflación a la baja.
Tercero, observando las tasas de crecimiento quincenal, es posible observar que tal ritmo se ha venido acercando al ritmo ‘típico’ de crecimiento quincenal. Esto es, si tomamos el promedio de las variaciones quincenales de los últimos diez años (exceptuando los registros anómalos del año 2022), podemos obtener un proxy para el año típico. Por ejemplo, la diferencia entre la variación quincenal de la inflación subyacente respecto a la ‘típica’ ha descendido desde casi 0.34 puntos porcentuales en la primera mitad de agosto del año pasado hasta 0.02pp en el más reciente dato. Lo anterior no significa que tal diferencia se debería mantener estrecha, es posible observar cierta volatilidad -idealmente dentro de los parámetros usuales.
Cuarto, tomando en cuenta los descensos en la inflación al productor y el retraso usual con el que se suelen traspasar a los precios al consumidor, es posible anticipar que la inflación subyacente continúe su camino descendente en los meses siguientes. No obstante, es relevante tomar en cuenta que tal traspaso suele ser más importante en magnitud cuando los costos de producción se encuentran acelerando que cuando llevan un ritmo descendente, como actualmente es el caso.
Con todo esto, podemos concluir que la inflación local muy probablemente ya alcanzó su máximo hace algunos meses y que podemos esperar un deterioro menos acelerado del poder adquisitivo en lo que resta del año. Para Banxico, el comportamiento de la inflación arriba descrito le daría cierto grado de opcionalidad en su decisión de política monetaria de mayo. En mi caso, anticipo un alto a las alzas en la tasa de interés de referencia.