Las previsiones de crecimiento económico alrededor del mundo tienen un común denominador. En general, se anticipa que la fase de desaceleración se extienda más allá de la segunda mitad del presente año y lleve a un menor crecimiento mundial en el 2024. En su más reciente actualización del escenario global, el Fondo Monetario Internacional hace lo propio y nos ofrece un interesante desglose de los factores que estarían detrás de tal desaceleración. En general, se trataría de la confluencia de varios elementos que bien podría resumir en cuatro grupos.
En primer lugar, se reconoce el papel de la pandemia como detonante de importantes cambios coyunturales que podrían ya presentar cierta reversión. En general, los cambios podrían expresarse en la forma de un enfriamiento del sector servicios, lo que podría sustraer algunas décimas al avance económico a partir de la segunda mitad del presente año.
En segundo término, podría subrayarse la fragmentación geopolítica, lo que podría tener como expresión una disminución del volumen exportador o reorientación menos rentable de los factores de la producción. Dentro de este grupo podríamos mencionar la invasión rusa a Ucrania y la creciente tensión territorial en Asia.
En tercer sitio tenemos a la política económica y su menor margen de maniobra. Hoy en día, las condiciones monetarias se encuentran sensiblemente restrictivas y en algunas latitudes todavía se mantendrán sin cambio. De esta forma, y considerando el retraso con el que actúan las condiciones monetarias en los grandes agregados económicos, el efecto de los esfuerzos monetarios de los últimos trimestres ya debería dejarse sentir y extenderse durante los trimestres inmediatos.
Adicionalmente, los apoyos fiscales a la población y entidades económicas detonadas por la pandemia ya han sido suspendidos y los ahorros generales en franco agotamiento. En ese contexto, los niveles de deuda son superiores a los prepandemia y los balances abultados, lo que requiere de esfuerzos de consolidación fiscal. Tal realidad supone un limitado margen de maniobra de política en caso de presentarse un nuevo choque o evento disruptivo.
Tomando en cuenta todo lo anterior, también reconozco que los riesgos sobre el escenario de crecimiento económico son ya más acotados y en descenso. No obstante, también volvería a subrayar la necesidad de ser cautos y reconocer que a estas alturas la materialización de un nuevo choque disruptivo o el escalamiento en tensiones o dinámicas ya existentes, es un riesgo para no ser subestimado.
El autor es analista económico del sector financiero con sede en Nueva York, EU.