Parteaguas

La ‘nube’ bajo la responsabilidad de Bartlett

En un centro de almacenamiento de esos que llamamos ahora ‘la nube’ no debe irse la luz. El margen de error es cero o puede perderse información irrecuperable.

Lo que llega a su mail no se guarda en su computadora, tampoco guardan en su teléfono las fotos de su cuenta de Facebook o lo que escriben en Twitter.

Casi todo lo que ven en pantallas se almacena en filas de servidores repartidos por el mundo en enormes centros de almacenamiento que cobran renta a empresas y a la gente por ese servicio de bodegón virtual.

México tiene al menos uno de IBM en Guadalajara y otros tres en construcción.

Microsoft presentó un proyecto para estos últimos en Palacio Nacional. Lo hizo al inicio de esta administración e invirtió más de mil millones de dólares en el asunto.

Uno puede quedarse sin luz un rato o días, pero no pasa de la queja y la molestia de ir con el vecino a que le carguen el celular. Pero un centro de almacenamiento de esos que llamamos ahora ‘la nube’ no debe irse la luz. No debe. El margen de error es cero o puede perderse información irrecuperable. Piensen en transacciones bancarias.

La lógica indica la necesidad de establecer un generador de electricidad local, en el lugar mismo de consumo, generalmente de varios megawatts de capacidad, cuya inversión puede alcanzar decenas de millones de dólares debido a la alta demanda de energía de estos centros de inteligencia.

La iniciativa de ley para cambiar la estructura del negocio eléctrico pretende recobrar el control del sistema para la CFE. La meta presidencial le concedería incluso una proporción mayor de poder que la que tuvo antes de las reformas de este siglo promovidas por el PRI, el PAN y el PRD.

Morena pretende prohibir todos los permisos de generación privada de energía, de acuerdo con el texto de la iniciativa presidencial. Algunos están en favor, otros en contra.

Pero sabemos de nuestra historia y eso debe provocar una reflexión en torno al lío en el que podemos meternos por tomar decisiones en caliente.

La CFE falló en el pasado para hacer entregas constantes de energía eléctrica en la calidad que la requieren las empresas, sin altas y bajas ‘de corriente’ o voltaje, por ejemplo. Sin interrupciones. Es probable que siga enfrentando este tipo de problemas en el futuro.

Por eso es necesario un sistema de autoabastecimiento en el lugar mismo de consumo que entregue todo el tiempo electricidad, produciéndola con gas natural, vapor, energía renovable o una combinación de todas.

Cuando esa enorme máquina generadora deba repararse o recibir mantenimiento, el sistema está preparado para respaldarse temporalmente en la red nacional, lo que reduce el riesgo de cortes o variaciones en el flujo. Nunca queda eliminado al 100 por ciento.

El nombre del juego es justamente bajar el riesgo al mínimo posible.

Incumplir con el suministro conlleva penalidades. ¿De qué tamaño? Depende del negocio al que le queden mal, el tiempo y tamaño de la afectación. Microsoft cobró 69 mil millones de dólares el año pasado por este servicio; 34 por ciento más que el año pasado.

De aprobarse la ley en los términos que propone la Presidencia, la CFE recibiría todo el negocio, pero también toda la responsabilidad de entrega. Lo técnico puede fallar, pero además está el peso político de sindicatos que sabrán cobrar su mayor poder.

Un paro o huelga, y mucho más que el sistema eléctrico quedará en suspenso.

La economía hoy se mueve en una nueva dinámica aparentemente desconocida para la empresa encabezada por Manuel Bartlett.

Parece desconocida justamente porque no hay modo de que pasara esta iniciativa sin que él la revisara y en algunos casos el texto evidencia ignorar, por ejemplo, el impacto de nuevas regulaciones ambientales en Europa que obliga a sus empresas alrededor del mundo a bajar a cero sus emisiones de carbono.

Muchas hicieron aquí inversiones recientemente en energía renovable que estaba por construirse antes de la aparición de esta propuesta de reforma eléctrica.

Sé del caso de una empresa en esta circunstancia en San Luis que produce la marca más conocida de shampoo y de otra que construye infraestructura tecnológica en Querétaro, que están en el limbo y reconsiderando sus operaciones en México ante la incertidumbre de contar con energía confiable y limpia. No creo que la actual administración de la CFE conociera la dimensión de sus sugerencias, de lo contrario, no es el bien de México ni de la empresa lo que les motiva.

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