Parteaguas

Se rentan Tesla de 840 mil pesos

¿Tesla es la empresa que aspira a comparar su historia con la compañía fundada por Henry Ford? ¿Los mexicanos podrán subirse a esa bonanza como lo hicieron con la otra?

Ustedes pronto podrán rentar un Tesla. Por eso, urgen piezas.

Mexicanas, chinas, estadounidenses… el origen no parece importar a Elon Musk. El problema es obtener lo que necesita para fabricar sus automóviles eléctricos.

En plena explosión de su compañía, el mes pasado dijo que comprará todas las baterías que puedan suministrarle, mientras más grande el volumen, mejor. Eso fue antes de que ayer fuera revelado el pedido de la arrendadora Hertz: comprará 100 mil coches de esta marca, a razón de 42 mil dólares cada uno, unos 840 mil pesos, que en suma totalizan una cifra de 4 mil 200 millones de dólares. Eso ratifica un presente de coches eléctricos.

Al menos un par de mexicanas ya surten partes a Tesla, pero la aportación luce pequeña considerando el tamaño de la industria automotriz nacional y el que adquiere la empresa de Musk.

Dimensionemos. Poco antes de que iniciara la pandemia ustedes pudieron comprar una acción de la compañía en 48 dólares, unos 950 pesos. Si quieren hacerlo hoy, tendrán que pagar unos 8 mil pesos, en dos años su valor aumentó 724 por ciento.

Antes de 2019, Tesla ya era más valiosa que Ford, pero la superaba solo por 20 por ciento.

Esta semana la empresa vale más de un billón de dólares. Es casi 16 veces más valiosa que la corporación centenaria que revolucionó el mercado automotriz el siglo pasado.

Y ese es el punto. ¿Es Tesla la empresa que aspira a comparar su historia con la compañía fundada por Henry Ford? Y lo que es más relevante de este lado del río Bravo… ¿Los mexicanos podrán subirse a esa bonanza como lo hicieron con la otra?

Hasta ahora son pocos los casos conocidos de empresas nacionales que ya cruzaron al menos la puerta de la oficina de compras de Tesla.

Una es Rassini. La firma de origen poblano fabrica discos de freno para esos automóviles. Esa es la parte positiva de la historia. Para menor fortuna de los connacionales, las piezas son fabricadas en una planta que la empresa tiene en Michigan.

Otra empresa mexicana menos conocida también está metida en la cadena de suministro de Tesla: Falco Electronics. Una organización que vende, entre otros productos, componentes magnéticos útiles en baterías.

Tiene una planta en Mérida, otra está en China y una más en India; en estos tres países, en Italia y en Estados Unidos tiene además, centros de investigación y desarrollo, un rubro que es comúnmente desdeñado en las empresas mexicanas.

La tecnología de ambas ayudó en su intención de meterse. Pero para otras, algo falta: crédito, por ejemplo. Los mayores bancos nacionales responden típicamente a corporativos extranjeros poco concentrados en el progreso de México.

Es ahí en donde entran nuevos actores como Mario Antunez, un ingeniero industrial de Chihuahua, graduado por el Tec de Monterrey que pasó dos años en UBS, y en 2014 fundó Equity Link. Capitalizada por varios fondos, su empresa promete específicamente a la manufactura nacional factoraje y créditos en dólares y pesos en un plazo máximo de 15 días.

A eso suma servicios basados en inteligencia artificial que le permiten encontrar vinculaciones entre empresas y patrones de operación, para agilizar las relaciones comerciales entre ellas, al tiempo que coordina a todas con el fisco.

Es una financiera tecnológica (fintech, pues) del tipo que requiere la nueva industria global en el ánimo de vincularse, por ejemplo, con Tesla.

La compañía de Elon Musk crece en valor por trascender el mercado automotriz y aspirar al de todo el transporte, incluyendo barcos y aviones, amén de prometer que suministrará suficiente energía para sustituir el uso de combustibles fósiles.

Merece el beneficio de la duda y resulta apetecible entrar al negocio, pero subirse a ese tren requiere más que intención. El reto parece adaptarse más a nuevas generaciones dispuestas a abrir camino, otra vez.

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