Parteaguas

Mexicano, ¿cómo se sienten 220 millones de dólares?

Ricardo Amper, fundador de Incode, habla con Jonathan Ruiz Torre sobre cómo una idea de su juventud dio origen al nuevo ‘unicornio’ mexicano.

A él le adelantaron la Navidad. Un grupo de inversionistas entregó a Ricardo Amper 220 millones de dólares este mes y con ello su compañía alcanzó un valor de mil 250 millones de dólares. Es una historia que podría acabar en la desaparición de la credencial del INE o la del pasaporte.

Muchos se visualizan en esa situación, la potencial realidad de que la sociedad o el sector financiero en este caso, reconozca su talento entregándoles millones de dólares.

¿Qué se siente? Le preguntan a Amper, fundador de Incode. ¿Qué se siente que tu empresa valga tanto dinero?

“Se siente… mucha responsabilidad”, me dijo en una videoconferencia la semana pasada.

Una cosa es tener millones para revolcarse en una piscina. Otra muy distinta es que empresas tan grandes como Softbank, basado en Tokio, o el mayor banco de Estados Unidos, JPMorgan, depositen una suma que casi nadie ha visto en una cuenta bancaria, para que el receptor haga crecer ese dinero.

Esa es la tarea de Amper y por eso, quizá, sienta presión.

¿Qué vende este mexicano? Seguridad en transacciones importantes mediante reconocimiento facial e inteligencia artificial.

¿Hicieron ya alguna transacción con su teléfono mostrando nada más que la cara ante la cámara de ese smartphone? Varios bancos usan esa tecnología en México para aceptar transferencias de dinero. Incode tiene entre sus clientes a Citi, Banorte, Nubank…

Esta empresa vive un momento importante en su historia. ¿Pero cómo se crea a un emprendedor que pueda producir algo así?

Amper explica que nació en una familia de emprendedores y que las conversaciones durante la comida siempre giraban en torno a tal o cual innovación en empresas.

Siendo niño en los ochenta, su padre notó su gusto por la tecnología y le regaló una computadora Commodore y un manual para programación en BASIC. Su habilidad le dio para subirse al tren de los ‘puntocom’ con un proyecto llamado laburbuja.com, que derivó en fracaso cuando no obtuvo suficiente capitalización para continuar ante la huída de inversionistas de todo lo que oliera a tecnología del Internet.

Tres años más tarde, este administrador de empresas por el ITAM creó un polvo para producir bebidas instantáneas y terminó vendiéndole la marca del producto a Grupo Bimbo.

Una tragedia lo hizo regresar después de eso al seno de su hogar. Su padre y mentor enfermó de cáncer de piel al final de la década pasada y Ricardo había de tomar el control del negocio familiar de químicos, rápidamente. Solo cuatro meses después, su papá murió.

El hijo heredero tomó la empresa y la reorganizó. La compañía se hizo apetecible y al final, fue adquirida, lo que permitió la capitalización de la familia que de nuevo tenía la oportunidad de tomar un reto.

Entonces nació Incode. Amper tomó algo de las ideas de su juventud cuando creó un sistema de reconocimiento de rostros que facilita compartir fotos en reuniones de amigos.

Mudarse a San Francisco lo vinculó con los expertos en inteligencia artificial Jovan Jovanovic y Alex Golunov, un ruso y un serbio que completaron el equipo fundador, junto con su hermana, Marianna Amper, a cargo de las finanzas. Todos se encontraron con Dila Capital, que les abrió el camino del capital privado, después de tocar la puerta infructuosamente en 98 oficinas.

Ahora el dinero les permite pensar en estrategia de crecimiento y en cómo será el final de esta década. Piensen en lo anacrónico de portar un pedazo de plástico con una fotografía para votar, cuando su celular puede reconocer su rostro en movimiento y diferenciarlo de todos.

Lo que sigue es la plena identificación de las personas mediante su cuerpo para cualquier trámite, sin la necesidad de usar algo más. ¿Hay riesgos? Por supuesto, pero Ricardo Amper dice que son menos que los que representa andar por la calle con objetos que resumen la vida o el patrimonio.

Hoy su responsabilidad es usar el capital recibido para hacer un nuevo futuro posible… y seguro. La historia de Incode apenas inicia.

Esta columna se tomará un descanso. Regresará el 3 de enero. Felices fiestas.

el autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.

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