Sobre México se desliza una invisible capa de superioridad. Es el creciente ‘club del internet VIP’.
Quien desee grabar una fiesta en video con la cámara de sus lentes, para subirla a su smartphone y a sus redes sociales sin usar WiFi, puede hacerlo desde la calle mientras descarga una película y juega Fornite, todo sin que se trabe ‘la señal’.
Es lo más básico que puede hacer la red 5G, disponible aún para quien, ojo: 1. Está en una zona de cobertura. 2. Tiene un smartphone compatible con esa red. 3. Paga un plan de renta mensual. Telcel prometió conectar 120 ciudades para el cierre de 2022.
Hasta ahí, el privilegio cuesta el primer año al menos unos 30 mil pesos, considerando el aparato, más el servicio. Ese monto no cuenta el pago de una casa en una ‘zona de cobertura’, que hasta ahora son las más pobladas y por tanto, más caras del país, como Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México.
Los demás, olvídenlo. Si no habitan una urbe o no tienen dinero suficiente, estarán limitados a un servicio de 4G, en el mejor de los casos. Inequidad del siglo XXI.
Para la mayoría que ignoramos detalles técnicos de transmisión de datos, todo ocurrió relativamente rápido. De la 2G que permitía el envío solamente de pequeños textos a la posibilidad de ver y subir video que ofrece la 4G, pasó un instante.
Comparar la 5G con las generaciones previas es como buscar similitudes entre una bicicleta y un coche. Ambos te mueven, pero el otro lleva más cosas, más lejos, mucho más rápido y ahora, incluso automáticamente.
La mayor parte de los mexicanos sigue ‘pedaleando’ en dos ruedas, mientras que en Corea del Sur es al revés, de acuerdo con los datos expuestos la semana pasada por ejecutivos de LG asistentes al encuentro LATAMICT22, organizado por Huawei en Cancún.
Eso implica que allá los jóvenes empiezan su vida empresarial o laboral conociendo actividades a una velocidad que los mexicanos ni imaginan.
Volvamos a los lentes que mencioné al inicio. En coordinación con Facebook, Ray-Ban empezó a vender el año pasado Stories, una línea de lentes de diseño tradicional, pero con cámaras laterales. Permiten tomar llamadas, grabar videos, capturar imágenes.
Parecería un accesorio, si no se tratara del intento de Mark Zuckerberg de sustituir el smartphone. Él mismo reconoce que es el inicio del camino hacia la vida con realidad aumentada. Elon Musk pretende algo aún mayor, con Neuralink.
Dejemos de lado lo que eso representa para los juegos. Con esos o con otros dispositivos, en esa vida ustedes podrán acudir a consulta y ver frente a frente al médico, incluso recibir una dosis de insulina, sin salir de su habitación. Eso en un mundo en el que hay todos los días más gente que se hará vieja, es crecientemente útil.
Los asiáticos ya empiezan a entender ese tipo de oportunidades. Los países parecen definirse entre compradores y consumidores, pero ahora en la era de la revolución digital.
Acá el avance depende del balance entre autoridades que quieren regular y cobrar lo más posible por el uso del espectro radioeléctrico y empresas y consumidores que quieran o puedan pagar eso y el resto de la infraestructura.
¿Qué hace el gobierno mexicano? Durante el encuentro LATAMICT22, fue detallado el proyecto de las empresas estatales CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos; y Altán. La misión fue del exresponsable de Fonatur y del Tren Maya, Rogelio Jiménez Pons, quien es ahora subsecretario de Transportes.
Reveló que en este país con 5G, faltan 7 mil 300 comunidades por ser conectadas a internet. Por ello, mapean 24 mil 815 sitios públicos –como plazas públicas y camellones– que serán conectados.
Lo harán, anticipó, mediante esas grandes torres que ustedes ven en la carretera, redes de líneas de transmisión de electricidad de la CFE que cuentan con fibra óptica; para llegar al último tramo y conectar parques o villas, usarán sistemas inalámbricos que ya están en el mercado.
Si hace 100 años fue importante instalar vías y a eso México llegó tarde, más vale ver el modo de apurar la equidad digital, sin desincentivar las inversiones que la harán posible.