A ver, ¿qué quieren ustedes: gasolina o seguridad? ¿Las dos? ¡No, pues quieren todo!
Ojalá se pudiera, pero o nos alcanza para uno, o libramos lo otro. Lo que ustedes ven cada semana es la bomba de gasolina, así que mejor le ponemos atención al número que miran fijamente cuando hacen parada en la gasolinera. ¿Conviene ver lo que está del otro lado de la manguera? Vamos por partes.
Sucede que el gobierno ha sido exitoso en parar el precio de los combustibles. Es un hecho innegable. En México un litro de gasolina cuesta unos 22 pesos.
Malo que estuvieran ustedes en Estados Unidos, en donde anda por los 27 pesos; en Sudáfrica, 31 pesos; o en Francia, en donde la venden al doble con respecto a Coyoacán.
Todo, como consecuencia de la inaudita repartición de dólares y euros que imprimieron los gobiernos de Europa y Estados Unidos, amén de una inexplicable guerra que Vladimir Putin armó en contra de Ucrania. Nos cayó desde afuera el repentino aumento en el precio del petróleo, materia prima del elixir automotriz, y lo demás ustedes ya lo saben.
¿Cómo le hace el presidente Andrés Manuel López Obrador para conseguir ese freno en el precio nacional? Pues le quita impuestos al precio y ya está.
¿Qué gravamen le quitó (temporalmente)? Tiene un nombre suficientemente difícil de recordar como para que nadie hable de éste: Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios, el IEPS. Como ya no lo incluye la Magna, pues ésta cuesta menos. No es ciencia.
Sin ese ajuste, ustedes estarían pagando unos 30 pesos por litro y la inflación estaría en 11.5 por ciento y no en el 8 por ciento que ronda estos días, de acuerdo con analistas de Credit Suisse. Eso es bueno para la gente. ¿Eso es bueno para la gente?
El lío está en lo que pasa con ese dinero que se quedan los automovilistas en lugar de pagarlo al gobierno.
Las autoridades planearon cobrar este año en promedio unos 526 pesos mensuales de IEPS por cada uno de los poco más de 50 millones de vehículos que circulan en este país. Más o menos, unos 120 pesos por tanque lleno, si lo llenan cada semana.
¿En total? Ya en bola, eso significa 318 mil millones de pesos en el año o unos 26 mil millones por mes, de acuerdo con la Ley de Ingresos aprobada para este año. Hasta ahora lo que ha cobrado el gobierno por esta vía equivale a mil 885 millones mensuales o 37 pesos por carro al mes; menos de 10 pesos por tanque.
Entonces, para estas fechas a la administración de López Obrador ya le faltan unos 120 mil millones de pesos que debió haber cobrado a la gente vía IEPS.
En la casa, cuando falta dinero que no han cobrado, le bajan a los gastos. Adivinen qué está haciendo el gobierno.
Hasta ahora lucen inquietantes ciertas cifras de la Secretaría de Hacienda actualizadas a mayo. Consideren de inicio que el gasto en Defensa Nacional cayó 26 por ciento con respecto al año pasado. ¿Cómo andamos de violencia en esta nación?
Cayó 19 por ciento el gasto en Educación y 58 por ciento en Economía.
Si no invierte este país en labor de venta, es difícil que inversionistas del mundo recuerden todo el tiempo la conveniencia de traer para acá dinero que genere empleos. ¿Sí vieron que México perdió medio millón de puestos de trabajo en mayo?
Lo de la educación a la baja explica muchas cosas. Entre otras, que en esta nación hablar de blockchain, de Python o de JavaScript resulta menos comprensible que las reglas del cricket que juegan los indios. Sin promoción y sin gente preparada, esperen sentados la llegada de empleos de buenos salarios.
Luego está lo de los servicios de Salud. Ustedes juzgarán en función del servicio que hayan recibido del gobierno, lo que informa Hacienda es que el gasto en ese rubro cayó 15 por ciento. Lo importante es que tenemos gasolina.