En México ser adulto se relaciona con la credencial del INE y este documento con el acceso legal a los antros. Es raro escuchar a alguien a los 18, profesar su amor por un oficio o su emoción por hacerse cargo del taller o de la empresa.
Si buscan en Google o en Twitter encontrarán una tira de memes que hablan del rechazo que existe a la adultez entre varios grupos de centennials y millennials.
Pero claro, entre las sociedades hiperinformadas vía streaming, ¿quién desea el rol de lidiar con un mundo creado por líderes basados en políticas que vieron en su juventud de los sesenta?
Hace poco, el fundador de Tesla, Elon Musk, cuestionó los límites de edad para ocupar un cargo en el gobierno. ¿Por qué se puede ser demasiado joven para ser diputado o presidente, pero no demasiado viejo?
Habrá que pensarlo en México en algún momento. Íconos globales de las generaciones más jóvenes son Greta Thunberg o Malala Yousafzai. Una de ellas defiende el derecho de los nacidos en este siglo a disfrutar de un mundo como el que vieron sus padres y abuelos; la otra, el indiscriminado acceso a la educación.
De acuerdo con Google, los centennials son lo suficientemente ambiciosos como para conseguir esas grandes metas. Ellos no conocen los límites de la información y la vida tiene un sentido mucho más práctico.
Recuerden que Google nos conoce mejor que nuestras madres.
Los millennials, que nacieron entre 1981 y 1996, son consecuentemente mayores y cumplieron los 18 para darse contra la pared. Cuando muchos llegaron a la edad de ganarse un salario se les vino encima 2008 y la peor crisis financiera que vio la gente que hoy habita el planeta.
Por esa razón, tal vez, adquirieron mayor aprecio por las experiencias, que por la adquisición de bienes, de acuerdo con datos recopilados por la empresa de California.
Asumir la adultez conforme a los cánones preconcebidos limitaría su libertad. ¿Cuál es el incentivo?
Sus padres y abuelos sí gozaron de los beneficios de un planeta recientemente pacificado y ordenado, advierte en un artículo el banco español BBVA.
Así define este grupo financiero a los baby boomers, nacidos entre 1946 y 1964:
“El fin de la II Guerra Mundial y la explosión de nacimientos posterior dio nombre a esta generación nacida en tiempos de paz y bonanza”.
“Han tenido que adaptarse a las nuevas tecnologías. Tienen impregnada la cultura del esfuerzo y el sacrificio, se dice que son fieles y están acostumbrados a trabajar muchos años en la misma empresa”.
Esto último, trabajar en una empresa, no es para quienes nacieron entre 1997 y 2010, los centennials:
“Se les caracteriza por vivir inmersos en la sociedad de Internet y consumir solo formatos digitales. Estudian y leen online, son autodidactas y los tutoriales de YouTube son grandes aliados, están a la vanguardia de las redes sociales”.
“Son muy creativos, flexibles y multitarea, prefieren el trabajo a distancia y tienen un gran espíritu innovador y pragmático. No son tan fáciles de fidelizar”, dice BBVA, que depende justamente de ‘fidelizar’ medio mundo a sus tarjetas de crédito.
Un ojo crítico notará que hasta esta parte del artículo hay una generación que falta. Es la generación X, de los nacidos entre 1965 y 1980, de acuerdo con BBVA:
“Generación puente, durante los años que comprende esta etapa el capitalismo se arraigó con fuerza y experimentó un gran auge el consumismo, por eso se dice que son ambiciosos”, dice el grupo español.
“La tecnología por aquellos años era limitada, pero se han adaptado con gran facilidad a la llegada de internet a sus vidas y al desarrollo tecnológico”. Y ése es el detalle que nos trae a 2022 y a un panel de discusión que esta mañana tendremos en las plataformas de El Financiero.
¿Cómo pueden convivir estas generaciones en ánimo de conseguir una mayor cohesión social y una mejor productividad colectiva en México? ¿Cómo sacar provecho de oportunidades que pagan más por talento para construir almacenes más eficientes en un mundo virtual y menos combustible para un mundo ‘real’? Prometo conclusiones de nuestro Meetpoint.