Parteaguas

Ante los golpes, EU coquetea con Brasil

Brasil tiene mucho que aportar a la conversación, ya que su balance energético y eléctrico se compone de 47 por ciento y 85 por ciento de energías renovables, respectivamente.

Raro en ellos, los estadounidenses quieren hablar de limpiar el planeta. Acá por el Templo Mayor la respuesta para ellos fue amarga y ahora invitaron a los brasileños a casa.

Tres veces en menos de un año. Tres veces vino John Kerry enviado de Estados Unidos para hablar con el presidente Andrés Manuel López Obrador sobre un negocio: que los mexicanos vendan energía limpia que comprarán los estadounidenses.

De esas pláticas salieron ideas, pero lo más tangible hasta el momento es un choque justamente por energía, que tiene a ambos países al borde de un pleito en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), el acuerdo de libre comercio más importante del mundo, por su tamaño.

Ninguna máquina relevante se mueve sin electricidad, directa o indirectamente.

En Norteamérica ésta es aún mayoritariamente generada con la quema de gas, carbón u otros combustibles y Kerry, como promotor del cuidado del clima en Estados Unidos, tiene el trabajo de cambiar la balanza y de paso impulsar un negocio de miles y miles de millones de dólares para el cual el Congreso de su país recién autorizó más de 300 mil millones.

Parece que ya hicieron caso… los brasileños, conducidos por su presidente Jair Bolsonaro.

Ayer comenzó una reunión en Washington DC entre empresarios y funcionarios de ambas naciones. La nombraron US-Brazil Clean Energy Industry Dialogue (CEID).

“Inspirado por el éxito del Diálogo de la Industria de Defensa de Estados Unidos y Brasil, el CEID adopta la participación formal de un socio importante en el avance de la transición energética: los sectores privados de Estados Unidos y Brasil”, escribió esta semana Renata Brandão Vasconcellos.

Ella representa a los empresarios estadounidenses en su calidad de directora ejecutiva para las Américas de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, la poderosa US Chamber of Commerce. En pocas palabras, Brandão dijo que ya son compadres en mecanismos de defensa y que quieren ensayar ahora como amigos en producción de energía limpia.

¿Por qué los brasileños? “Brasil tiene mucho que aportar a la conversación, ya que el balance energético y eléctrico del país se compone de un 47 por ciento y un 85 por ciento de energías renovables, respectivamente, mientras que Estados Unidos ofrece fortalezas en investigación, desarrollo tecnológico y despliegue de energía limpia”, explicó la directiva.

La prioridad de las conversaciones para ambos lados son los proyectos de generación de energía eólica offshore o en el mar. Acá a veces les llaman ‘ventiladores’.

Pero la colaboración no se limitaría a esa actividad, sino que se ampliará a un negocio que de a poco va convenciendo a inversionistas: el hidrógeno, el recurso más abundante del planeta, cuyas emisiones derivan en agua.

“El hidrógeno limpio y la gestión del carbono son los recién llegados. Es probable que sea la primera vez que Estados Unidos agrega estos temas a un diálogo formal entre la industria y el gobierno”, detalla el escrito de Brandão.

¿Y qué diablos es la gestión del carbono? En lo concerniente a Estados Unidos y Brasil refiere el monitoreo, la captura, el almacenamiento y la mitigación de emisiones.

La petrolera Exxon lo experimenta ya como su negocio del futuro por la vía del uso de polémicas ‘aspiradoras’ gigantes que absorben aire y recuperan bióxido de carbono que entierran en cuevas subterráneas.

El eléctrico romance entre las dos grandes naciones continentales parece fortalecerse este año, pero los vínculos surgieron inicialmente del interés por contener la deforestación de la selva del Amazonas.

Lo que no mueva la preocupación ambiental, podría moverlo el dinero en un momento en el que Estados Unidos repartirá toneladas. Allá acaban de hacer ajustes legales que cambiarán su modelo energético, al promover la manufactura de productos para energía limpia y facilitar a la gente la compra de cosas como paneles solares y autos eléctricos.

Mientras más tarden los mexicanos en involucrarse en la tendencia de ‘descarbonización’ que inició en Europa, más se hundirán en la calidad de consumidor de todo lo que está en camino. Eso va a costar.

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