Está duro. La inflación coquetea con el 10 por ciento anual y los créditos también se encarecen por decisiones del gobierno. ¿Empresarios, quieren ayudar? Paguen más rápido a proveedores.
Aquellos que tienen un pequeño negocio están sufriendo para sacar “la raya”.
¿Qué van a hacer las grandes empresas? Dejemos de lado el raro plan que armaron algunas con la Presidencia para los consumidores. Aquí el asunto es apoyar changarros que surten, por ejemplo, a supermercados. ¿Por qué deben hacer algo?
Hoy se benefician de pequeños productores, digamos, de salsas, galletas o dulces. De esos que abundan en México.
Walmart, OXXO, Soriana y las demás, cobran de inmediato cuando ustedes sacan el producto de la tienda. ¿Cuándo llega ese dinero a quien fabricó la salsa? En tres, cuatro, o hasta seis meses.
Mientras, el supermercado tiene en su cuenta el efectivo y puede usarlo para un negocio financiero, incluso en el más básico. Pueden depositarlo a plazo y ahora que han subido las tasas, reciben a cambio intereses que ayudan al director de finanzas a quedar bien con el Consejo. Bien por el CFO. Mala tarde para los pequeños negocios.
Por eso deberían ayudar ya. Si quieren, ignoren este texto y hagan caso a la Coparmex o a la American Chamber of Commerce, que agrupa a los gigantes que juegan en México.
Lean, por favor, lo siguiente: “5 cosas que las grandes empresas pueden hacer ahora mismo para ayudar a las pequeñas empresas”, así titula esta semana un artículo la US Chamber of Commerce, asociada con la segunda. https://bit.ly/3s8xqjH
“1. Acelere el procesamiento de pagos. Pagar las facturas de las pequeñas empresas más rápido puede ayudarlas a ser más rentables, contratar a más trabajadores y crecer más rápidamente. Un estudio de 2016 mostró que pagar a las empresas solo 15 días antes tuvo un gran impacto en su crecimiento”, precisó ayer como primer consejo ese gremio empresarial en un texto firmado ayer por Lindsay Cates, gerente de Comunicación y Estrategia. Es un buen consejo, ahí les va uno mejor: pónganlo en acción.
Atención: la labor de las empresas grandes es loable. En muchos casos tienen una administración transparente, pagan la mayor parte de los impuestos tributarios que recibe el gobierno y crean la mayoría de los empleos formales, esos que ofrecen IMSS e Infonavit.
Pero sus líderes deben entender el nuevo contexto. Ya cambiaron los días de bajas tasas de crédito. Los bancos centrales ahora influyen para encarecer los préstamos a los que tienen acceso los emprendedores. Pagan más, justo cuando suben los precios.
Ayudar a proveedores puede tener ya un impacto legal. La Consar, institución que vigila a las Afore, revisa desde este año que el dinero de trabajadores como los que leen este texto, se invierta bajo estándares ESG, siglas en inglés que refieren Environment, Social and Corporate Governance. Si no lo hacen, hay castigos.
Si las empresas quieren recibir préstamos de esos recursos que suman casi 7 billones de pesos, deben considerar proyectos sociales, por ley. Pero no debería ser el catalizador.
Hace unos 5 años, cuando el entonces presidente Donald Trump golpeaba todos los días al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN), apoyado por buena parte de su población, la Amcham organizó un evento.
Los comentarios bajo el templete eran similares y coincidían en un mensaje: “debimos hacer más para difundir entre la gente los beneficios del TLCAN”.
Esos comentarios se parecen a unos escuchados en 2007 durante una reunión de otra organización empresarial: “pasó cerca la bala” decían en referencia a la cerrada votación presidencial de 2006. Hicieron poco y llegó el cambio de 2018. La falta de acción tiene consecuencias.
Salvo excepciones, los empresarios carecen de relaciones eficientes con la comunidad.
Pasen el tip a la Coparmex que difunde en estos días propuestas como esta: “Establecer una política de fomento al emprendimiento; y también a la economía social y solidaria que permita a las cooperativas y al conjunto de empresas de propiedad colectiva del sector social, crecer, captar inversión, acceder a crédito de la banca de desarrollo a tasas preferenciales”. Ojo con la viga en el ojo.